El PSOE, siempre el PSOE. El PSOE de siempre. Erigiéndose en el defensor de las más altas causas, y cayendo siempre, siempre, en las más bajas. Ejemplo de todo y de nada. Zurdos presos de su propia genética. Volverán a caer… si les dejamos volver.Y si vuelven, si les dejamos volver, y caen, volverá a ser la señal de que ellos son el problema y España la víctima de su propia sinrazón.

No hay vuelta atrás. Porque de haberla significaría que ni ellos ni España habrían aprendido nada, absolutamente nada, ni de los más cercanos de los más lejanos en el tiempo. Ni de los robos y las condenas, ni de las provocaciones y los desastres patrios posteriores.

Ya se pueden maquillar, sonreír, autoexorcizarse hasta hacer ondear la bandera de España más oculta en el último baúl de Gerona, que la genética del PSOE volverá por sus fueros para volver a estrellar a España ante su propia realidad, la de no aprender de sus errores. Y vuelta de nuevo a empezar, para escuchar, otra vez, el discurso de quién oculta tanto como promete. Discurso que parece, sólo lo parece, naturaleza ínsita de la propia España.

Y lo peor del asunto, en los tiempos que vivimos, es que quién debería evitarlo, porque sufrió el arreón del falso adalid de la limpieza, a día de hoy se pliega ante su presencia, y se presta y ofrece a futuros pero prontos pactos. Como si le hubiesen contagiado el mal… y el ADN. 

Ahí tienen al PP, entregado a la causa de copiar en España el pacto a la griega que un día remedaban y reiteraban en Alemania, y otro repetían en Bruselas. Porque está todo inventado… Se demuestra, no hay, asumámoslo, bipartidismo entre ambas fuerzas políticas, es pura continuidad.

No puede haberlo cuando, viviendo lo que revivimos a diario en España, el que sucumbiera al Frankenstein político, emerge de nuevo en los medios apelando a un pacto inasumible a los ojos de la coherencia.

No hay más confrontación real que la de quién representa la propuesta de reconducir a España a la senda de la cordura. Una reconducción, asentada y obligada a la recuperación y reconstrucción de lo desecho, que proyecte de nuevo tanto valor relativizado, tanta conciencia de Nación desnaturalizada, tanta España desperdiciada a manos de unos intereses abyectos que mañana, con socios o sin ellos, únicos o múltiples, reincidirán a lo que su ADN les arrastre. 

Son así, pero es solventable. Esto es, hay esperanza de la que requiere un país desconcertado y sin norte para su proceder político. Un país que se desligue de esos que viendo el bombardeo diario de noticias que gangrenan la imagen de España, vienen a continuación con su ingenuidad, su buenismo, sus miedos de siempre a vendernos que los de siempre, no volverán a ser los mismos. Y vuelta a empezar…

El nuevo bipartidismo nos ofrece la posibilidad de elegir entre la suma del socialismo rojo (el de ADN, el que se vuelve y se revuelve en sus propios defectos, todo muy bien enmascarado por tantos conceptos y palabros que delimitan la corrección política), y del socialismo azul, aquel del que ya hablamos, que por toda aspiración tiene la de ser clon del primero, umbilical y voluntariamente unido a su arquetipo a través de la Agenda 2030; toda la ristra de pactos y reparto de cargos con los de Ferraz; y la de su desnaturalización ideológica progresiva que les ha llevado a lo irrecognoscible. 

U optar por VOX, quienes, ya saben, no tienen más que una palabra, más agenda que España y el compromiso, frente a etiquetas y el afán por su derribo, de repatriar España a los españoles. 

¿Es posible? De momento, sí