Geopolítica
Marruecos, a las puertas de la inestabilidad ante los problemas de salud de Mohamed VI y la lucha interna por la sucesión
La reciente imagen pública demacrada del monarca, afectado por sarcoidosis -una enfermedad autoinmune- pone en guardia al Majzem marroquí

Las reiteradas muestras de falta de respeto a la integridad nacional de España que, en los últimos meses viene mostrando Marruecos, vía cartas a Bruselas, a la Comisión Europea, con respuestas y contrarrespuestas marcando la 'marroquinidad' de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y, dinamitando el discurso del Gobierno de Pedro Sánchez sobre los nuevos tiempos de entendimiento y respeto hispano marroquí, podría tener -según analistas- una razón concreta: La de manejar y azuzar el ideario nacional expansionista de los marroquíes de dentro y de fuera de Marruecos para acallar, ocultar o distraer los graves problemas detectados por lo que ya se llama la 'lucha por la sucesión' ante la evidencia del deterioro físico del rey, Mohamed VI, que ha sido público en los últimos días. Pero tampoco se puede olvidar la grave crisis interna económica que padecen los marroquíes y que se traduce en la dificultad del acceso a bienes de primera necesidad a causa de la inflación, lo que ya viene provocando serias protestas sociales.
El Majzem, esa suerte de cículos concéntricos alrededor de la monarquía y formada por la oligarquía marroquí, que en realidad maneja a los poderes en Marruecos, se encuentra en la tesitura difícil de asumir una situación interna que divide a los propios miembros y que se extiende a la propia población en general. La sucesión en un futuro más o menos cercano del rey Mohamed VI afectado por una enfermedad autoinmune (sarcoidosis) que le viene limitando cada vez más.
El heredero natural, el príncipe Muley Hassan (de 20 años) que asume poco a poco más funciones de representatividad oficial, pero que como su padre, vive más tiempo fuera de Marruecos que en su propio país, y el hermano menor Muley Rachid (53 años), hijo también de Hassan II, y desde 2017 con la categoría de Su Alteza Real, que asume numerosas funciones de representación oficial en el exterior, son las dos Ases de las cartas a la sucesión del actual monarca marroquí.
El Majzem, si es temido por los marroquíes dentro de su país, no lo es menos fuera, donde el complejo entramado de los servicios secretos marroquíes monitoriza las actividades de sus conciudadanos a través de asociaciones, fundaciones, mezquitas, en los que el servicio de inteligencia de Marruecos tiene muchos ojos, bocas y oídos que cubren toda Europa Occidental. Por supuesto también en España y con profusión en Ceuta y en Melilla, algo de lo que no es desconocedor el Gobierno español informado permanentemente por sus propios Servicios de Inteligencia.
Marruecos, en su estrategia, va camino, y lo tiene claro, de ser el hegemónico del Mediterráneo Occidental y ve a Turquía como su reflejo en el Oriente Mediterráneo y saben que poseen el apoyo de Francia, ya totalmente infiltrada por Marruecos, y de Israel donde la población judía sefardí de origen marroquí les apoya. ¿Sus demonios internos?, los islamistas y los saharauis…¿sus rivales?, Argelia y España, país totalmente dominado y despreciado constantemente.
La lucha por la sucesión puede alterar el status quo marroquí y afectar gravemente a la estabilidad del país vecino aquejado ya por la dificultades económicas de su propia población, y es motivo de análisis y prospectiva no sólo en países como España o Francia, sino en la propia Unión Europea, por lo que puede llegar a producirse en un entorno geográfico tan próximo y por la posición que pueda adoptar Argelia (su enemigo ancestral) en pinza con los saharauis.
La cuestión política de relaciones bilaterales con España es clara. Marruecos ya ha mostrado que no respeta a la nación más antigua de Europa. Tras lograr que Pedro Sánchez unilateralmente apoyara la marroquínidad del Sáhara, ahora se lanza a la segunda parte: Ceuta y Melilla, y en colateralidad, las aguas entorno a las Islas Canarias. La ambición expansionista no parece tener freno en Rabat.
Sólo un cambio político en España desde el próximo 23 de julio, haría cambiar el 'envalentoniamiento' marroquí, en su huída hacia adelante para tapar sus complicados procesos internos a los que se enfrenta.
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