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Paula M. García
Domingo, 10 de Abril de 2022

España como capricho político de Sánchez

Estupor y perplejidad en el comportamiento del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez de espaldas al Parlamento, cámara de representación legítima del pueblo español en su flirteo con Mohamed VI: su misiva secreta (sin conocimiento de sus miembros del Ejecutivo de coalición de Unidas Podemos) al Rey de Marruecos con ese giro copernicano en la cuestión del Sahara, ha dejado estupefactos no ya a parte de su Gobierno, sino también a sus socios de investidura y a toda la oposición. Nunca jamás se había dado un hecho de tan profundo calado en la historia democrática de España, y lo ha protagonizado quien de manera obsesiva ha tratado de enfrentar a los españoles con desenterrar a Franco por dictador, rememorando un pasado que la Transición española había dado por amortizado.

 

El actual dictador en esta democracia vigilada, en esta "anomalía" democrática como la definió su excompañero del Consejo de ministros, Pablo Iglesias, es la hipérbole política llevada a una pretendida normalidad con un personaje del calado de Pedro Sánchez que se pone el Parlamento por montera. Para él, demostrado queda, no hay sentido democrático en los pronunciamientos en cuestiones de Estado, más bien él se embarca solito, a título individual, como un jerarca ignominioso, sin encomendarse a nadie y como un verdadero diablo de la política, adquiere compromisos con trascendencia de hipoteca cara al futuro. Es el gran dictador en la democracia española; qué contrasentido y qué realidad más fehaciente.

 

El corifeo local ha dado por bueno y elogiando este proceder de Sánchez, de ese pinocho y filibustero individuo, con la ilusoria pretensión del cumplimiento por parte de Marruecos de la integridad territoirial que Sánchez no tuvo arrestos de platearle cara a cara al sátrapa marroquí, aunque su tibieza le llevó solo a plasmarla en su carta secreta, sin alusión expresa al respeto que merecen Ceuta y Melilla. Quienes aquí han visto en este encuentro Sánchez-Mohamed VI la panacea a la problemática de asfixia marroquí hacia nuestra ciudad, merecerían unas lentes de largo alcance para valorar el cúmulo de incertidumbres y las lagunas que sobrevuelan en el ¿acuerdo?, donde España ha perdido la dignidad y Marruecos se ha permitido humillarnos colocando nuestra bandera de revés, algo que no es aceptable cuando el séquito de protocolo y diplomacia de Sánchez (bien pagados por cierto), no deben dejar pasar estas situaciones ¿o detalles?, donde el lenguaje de los signos es más que revelador: los fallos diplomáticos casi siempre se producen con premeditación y alevosía. No se trataba de un fallo protocolario porque cuando se recibe a un humillado, se le humilla más, con la bandera mal colocada, la enseña nacional con la Corona hacia abajo y Sánchez cenando sin rechistar como "Napoleonchu" Albares. Allí ¿no se trató de Ceuta y Melilla? Sánchez dice, a la vuelta, que la integridad territorial de ambas ciudades autónomas las defiende nuestra Constitución. Para ese viaje no hacían falta estas alforjas pese al entusiasmo desmedido de Juan Vivas en contradicción con la opinión de su jefe de filas Feijóo que no ha visto nada positivo en el mismo. Yo creí que la política del PP la marcaba la dirección nacional y no Juan Vivas, de quien Abascal dijo con sorna en el Congreso de los Diputados si era el prócer "caballa" quien marcaba la política de Exteriores a Sánchez desde la pequeñita y mediterránea ciudad nuestra.

 

El panorama derivado de este viaje a Marruecos de Sánchez, despreciando la votación mayoritaria del Parlamento en contra de su compromiso con Marruecos en el Sahara es patético y traidor. Ese presente indulgente que nos ha dibujado, ante tantas incertidumbres, puede derivar en un futuro nada halagüeño que nos pase factura más pronto que tarde. El líder de Nueva Canarias, Román Rodríguez ha sido muy explícito este fin de semana: " Tras el Sáhara, Marruecos irá luego por Ceuta y Melilla". Debe tener otra percepción a la de Juan Vivas, el PSOE local y los partidos promarroquies. Y leo en el digital "El Debate" un titular: "El presidente popular de Ceuta, satisfecho con el acuerdo de Sánchez pese a las dudas de su partido". ¿Como se explica esta dicotomía? Si para Vivas España  se encuentra ante una "oportunidad como pocas veces se presenta" gracias al acuerdo alcanzado con el Reino de Marruecos tanto en "soberanía e integridad territorial" como en tranquilidad, para su presidente Alberto Nuñez Feijóo no queda claro "qué ha ganado España" con todo lo ocurrido en el viaje exprés de Pedro Sánchez que se marchó del Congreso sin emitir su voto.

 

Será porque Feijóo no vive en Ceuta, porque al decir de Vivas hay que vivir aquí para entender determinadas cosas. Y la principal inentendible es si él está más del PSOE y Pedro Sánchez que del PP y Nuñez Feijóo. Ahi radica también la clave de su discurso donde se aprecia más traición que un comportamiento en la línea política de la formación que representa en Ceuta y a la que, osadía del personaje, aún piensa liderar y aspira a ganar el Congreso regional para continuar con sus "jueguecitos" y conqueteos con el PSOE.

 

 Recuérdese que a Sánchez lo vanagloria con fruición como demostró al elogiarlo en su visita a Ceuta (siete veces "mi querido presidente"), cosa que no ha hecho con Feijóo. ¿A qué juega en el tablero político Vivas? Se identifica con Sánchez en el comportamiento individual y en ir a lo suyo: la poltrona por encima de todo.

 

Se admiten apuestas para conocer cuánto tardará el sátrapa marroquí en reivindicar las dos ciudades autónomas. Estamos, tanto en el caso de Sánchez como de Vivas en una estafa electoral de gran calado: aquél prometió lo que nunca hizo (no pactar con Podemos, Bildu y los independentistas) y Vivas utilizó el voto de la militancia-simpatizantes del PP para entregarlo como un cheque en blanco al PSOE para mantener el sillón a cualquier precio. Es el nuevo Conde don Julián de Ceuta. Al final, habrá que pensar que tenemos lo que nos merecemos por no acudir a las urnas y prodigar la abstención en Ceuta en vez de echar a estos personajes de vodevil. Con la política y la vida de las personas no se juega, llámense Pedro Sánchez o Juan Vivas.

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