
Incompetencia
Antes de meterme en harina quiero dar las gracias al señor presidente del Consejo de Ministros por habernos felicitado a los cristianos el inicio de la Cuaresma. Ah, perdón. Debo haberme equivocado. Este año tampoco lo ha hecho. Habrá sido una omisión involuntaria. Como todos los años anteriores.
Llevamos ya diez días desde que Rusia decidió invadir Ucrania. No voy a meterme en el análisis de las operaciones militares, que voces hay mucho más expertas. Abundan estos días también los vulcanólogos convertidos en ucraniólogos, tras su paso por pandemiólogos.
Pero hay varios asuntos que sigo sin entender.
En primer lugar, el enorme error de cálculo que supone iniciar una invasión terrestre sobre un país. ¿De verdad los estrategas rusos pensaban que no iba a pasar nada? Vamos a ver, que si Rusia se hubiera limitado a enseñar los dientes y a “embargar” de una u otra manera a Ucrania, posiblemente se hubiera conseguido mucho más que no ahora, que con el empleo de la fuerza, Putin ha perdido toda la razón.
A no ser que lo que pretendiera el Kremlin no fuera si no ocupar rápidamente Kiev para impedir cualquier resistencia por haber cortado cualquier tipo de comunicación tanto del Gobierno como del Estado Mayor. De esa forma, en menos de setenta y dos horas, haber colocado un gobierno títere y haberse largado del país. Al más puro estilo estalinista. Como hizo Jrushchov en 1956 en Hungría, o Brézhnev en 1968 en Praga. ¿Es que siguen en activo los estrategas de la que creíamos extinta URSS? Porque desde luego, la respuesta rusa ha sido impecablemente soviética en sus formas y en sus fondos.
Ocupando rápidamente Kiev, a la Unión Europea no le habría dado tiempo de reacción, y se habría tragado una política de hechos consumados con muy difícil contrapartida. Lo que venía siendo habitual. Porque no me negarán que lo de expulsar a Rusia de Eurovisión...
Un segundo tema que me hace reflexionar es el papel de la OTAN.
Pensando. Lo primero que hacemos es decirle a Ucrania que la Alianza Atlántica estaría honrada con que ese país ingrese en el selecto club defensivo donde sólo las democracias desarrolladas, además de España -ya en la Edad Media los Reyes acostumbraban a tener bufones a su servicio- entran como miembros de pleno derecho. Y esa oferta, convenientemente aireada para que todos nos enteremos, es lo que el nuevo Presidium post-Soviético considera un “casus belli”.
Y luego, va la Alianza, cuando ya han invadido al nuevo socio in péctore, y dice aquello de que la OTAN no está obligada a defender a quién no es socio. ¿Qué quieren que les diga? Que la justificación de que no ayudábamos a Ucrania para no vernos inmersos en una tercera guerra mundial –muy loable, por cierto- me trajo el recuerdo de aquella frase de Churchill: “Os han dado a elegir entre el deshonor y la guerra. Habéis elegido el deshonor, y ahora tendréis la guerra”. Y, francamente, lo de Eurovisión...
El caso es que después de diez días, el que parecía superejército ruso está demostrándose incapaz de alcanzar el principal objetivo, que como he apuntado antes, debería ser Kiev. Si no, ¿para qué implicar a Bielorrusia en esta Operación?
El caso es que, por una u otra razón, entre lo que parece tener mucho que ver la absoluta incompetencia del Estado Mayor ruso, esta guerra apunta a que va a ser muy larga. Demasiado larga. Y se va a convertir en una guerra vicaria, al estilo de las guerras de la guerra fría. Guerra fría que creíamos superada.
Al hilo de esta incompetencia, nada puede ser más gráfico que la necesidad de que los blindados rusos tengan que repostar en gasolineras ucranianas. Los estadounidenses, en Iraq, tendieron un oleoducto desde Kuwait para garantizar el suministro de combustible a sus vehículos. Y las distancias eran mucho menores. Si el Estado Mayor ruso no ha previsto esta necesidad puede obedecer o bien a que son unos absolutos incompetentes, o bien a que incluso ellos desconocían la magnitud de la aventura en la que se iban a ver inmersos. Esta segunda opción habría que descartarla, toda vez que los Servicios de Inteligencia estadounidenses venían anunciando que la invasión era inminente. Sólo queda la primera. La incompetencia.
Guerra vicaria, y cada vez con más motivos, puesto que, por no implicar a nuestras Fuerzas Armadas, estamos cediendo armas para que la población ucraniana pueda defenderse. O incluso, siguiendo la petición de Zelenski, se está articulando una “Legión extranjera” para integrarla en la Defensa ucraniana. Pero incluso ésto me da que pensar.
Habíamos descartado la necesidad de contar con población entrenada para la guerra. En otras palabras, hemos profesionalizado la guerra. Y la consecuencia es la desaparición de las reservas humanas. Y eso le ha pasado también a Ucrania. Ahora, salvo las propias Fuerzas Armadas, no hay nadie capaz de asumir operaciones armadas con unas mínimas probabilidades de supervivencia. Disparar un arma, se aprende en cinco minutos. Hacerlo con eficacia y salir vivo, lleva bastante más tiempo. Y no sé si es por intentar convencernos a nosotros mismos de que ”estamos haciendo lo correcto”, el caso es que estamos mandando material militar para que sea empleado por voluntarios sin ninguna instrucción. En otra ocasión dedicaré un poco de espacio para reflexionar un poco más sobre el cambio de percepción sobre la guerra que acaba de producirse.
Una última reflexión. Partiendo de la hipótesis del fracaso de la “guerra relámpago”, y teniendo en cuenta que Putin no parece de las personas que asumen el fracaso, las últimas bravatas del nuevo Stalin parecen apuntar a que no se retirará de Ucrania sin haber conseguido el objetivo principal, que es que Zelenski abandone el poder y sea sustituido por alguien más muelle. Y si para ello va a tener que ir aumentando la apuesta, lo hará. Lo que Putin tenía que perder ya lo ha perdido: las consecuencias económicas pueden ser devastadoras para su propio país. El aislamiento es total. Tardará mucho tiempo en reconstruir su posición en el concierto mundial. Y cuando las ratas se ven acorraladas, se vuelven muy peligrosas.
Y me van a permitir una disgresión. ¿Soy yo el único que ve una relación causa-efecto con que alguien en el Congreso español reivindique que Ceuta y Melilla entren bajo el paraguas defensivo de la OTAN y al día siguiente tres mil subsaharianos intenten un asalto a la valla de Melilla?
La opinión de Ceuta Ahora se refleja únicamente en sus editoriales. La libertad de expresión, la libertad en general, es una máxima de filosofía de este medio que puede compartir o no las opiniones de sus articulistas
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.105