La semana política nos trajo la munición nuclear (definida así por Aznar) que Isabel Díaz Ayuso puso en el escenario político cansada de tanto contubernio de Génova contra ella. La heroína de la Puerta del Sol, tuvo los arrestos de seguir el guion diseñado por su gurú de cabecera, su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez para ganar por K.O. una disputa artificial y estéril que Pablo Casado llevó a los límites de dinamitar su propio partido.

Una catástrofe política sin precedentes en el partido de la gaviota que, de una tacada, supuso varios escenarios y ninguno favorable para el PP: el Harakiri propio, el beneficio directo a Pedro Sánchez para que se perpetúe en la Moncloa con este “affaire” que le permita tachar de corrupto al PP como si el PSOE fuera el paradigma impoluto del ejemplo a seguir en las procelosas aguas de la política y, aupar a Vox en la tendencia de las encuestas, que sin mover un ápice su postura tantas veces criticada de radical, dio un ejemplo de respeto hacia su directo adversario pese a que Pablo Casado tantas veces les vilipendió. Ahora la cuestión de principios de la que alardeaba el dirigente popular tras los resultados electorales en Castilla y León para no pactar con Vox, han quedado hechos añicos, resquebrajados, por su propio comportamiento y por la conducta de Vox en este conflicto doméstico que Génova ha llevado al escenario nacional.

La polémica hay que ganarla por K.O. y así mismo ha hecho Isabel Díaz Ayuso ante tanta insinuación y acusaciones sin pruebas por filtraciones interesadas desde Moncloa, sí desde Moncloa porque aludir al Ministerio de Hacienda es equivalente al Gobierno de Sánchez. ¿Y todo este ruido para qué? En 48 horas, las sospechas, rumores y falta de ejemplaridad han mutado a certezas, evidencias y transparencia.

La misma que jamás mostró el PSOE con los contratos de la mujer de Sánchez, y su suegro, la pareja de Ada Colau, el hermano de Ximo Puig o el marido de la directora general de la Guardia Civil, sin olvidarnos del marido de Calviño con los fondos europeos. La transparencia que se puede ver en el contrato del hermano de Ayuso no existe en muchas compras sanitarias como las del exministro Salvador Illa o la gestión de José Luis Ábalos cuando en marzo de 2019 el Gobierno de Sánchez compró batas desechables a empresas chinas 66 veces más caras que las adquiridas a compañías españolas. ¡Eso sí es transparencia para la cínica izquerda!

Queda al descubierto una maniobra mafiosa contra Ayuso a la que hemos de unir ese increíble “error” informático en el que el PP salvó el culo a Sánchez en la decisiva votación de la Reforma Laboral, continuando con el ilegal informe tributario que facilitó Moncloa para destruir a Ayuso políticamente, como fórmula de “pactos” tácitos y oscuros por debajo de la mesa y con trampas. La única piedra en el camino para Sánchez y Casado había que destruirla políticamente, ese caballo de batalla que incomoda a uno y a otro, sin escatimar medios; Casado tan ejemplarizante en los conceptos que reclamaba a Ayuso, bien podría meter el olfato en Ceuta y conocer la ”agenda apretada” de Vivas para no comparecer en el cierre de campaña electoral de Castilla y León a causa de una citación en el juzgado por presunta prevaricación, o debería explicar este Casado tan ejemplarizante cómo pacta su partido en Ceuta con el mismo PSOE que se alía con los filoetarras de Bildu, los golpistas catalanes y los comunistas de Podemos, o explicar por qué no ha sido capaz de llevar ni una sola vez a los tribunales los reiterados abusos inconstitucionales de Sánchez. ¿Este es el líder de la oposición? ¿Este melifluo y mediocre político sin arrestos para mantener sus acusaciones contra Ayuso en vez de retirarse como un cobarde en la disputa? Más interesado en el cainismo político destructivo para arremeter contra su mejor activo como es Díaz Ayuso, Pablo Casado participa de la vorágine interna de espionaje propio de una mala novela negra, como ya sucediera antaño cuando Casado estaba con Maroto y Maillo maniobrando para cargarse a Rita Barberá.

Casado debería indagar en Ceuta, como ha hecho con tanto celo en el caso de Ayuso, a ver cómo son aquí las adjudicaciones y el grado de transparencia, no ya en los contratos con el interventor y la secretaria general puestos a dedo y sin sacar a concurso los puestos para habilitados nacionales, sino qué lobby es el que siempre obtiene los beneficios de las adjudicaciones, o cómo se designan directoras generales a mujeres que no son funcionarias vulnerando la legalidad con el beneplácito de los sindicatos o como se colocan en la Administración bajo el artilugio de contrataciones por obras y servicios a “hijos de” que después se dejan fijos tras vulnerarse los procedimientos legales. Aquí debería entrar a saco Pablo Casado y advertir las tutelas que tienen atenazado en la amoralidad al Gobierno autónomo de un Juan Vivas en retirada.

El comportamiento del líder nacional del PP junto a su torpe y aliado secretario general García Egea, nos ha trasladado a la mitología griega de Saturno devorando a sus propios hijos conocedor de que está destinado a ser derrocado por uno de ellos; decidió acabar con ellos nada más nacer como Casado quería hacer con Ayuso.

A nivel político, idéntico comportamiento del presidente nacional del PP con la presidenta de la Comunidad de Madrid: devorarla por si se aupa a presidenta nacional del PP desde la presidencia del partido en la Comunidad de Madrid. El mito extrapolado a una tenebrosa situación política con fondo negro. La estrategia ha fallado y la militancia se ha vuelto ante tanta ignominia y abuso de poder.