
La ética y la estética política
La política lleva a situaciones ventajosas cuando, quienes acuden a ella, lo hacen bajo el prisma del interés personal y el ansía de dinero. Muchos son los ejemplos y los protagonistas. El penúltimo caso es el del secretario general del PSOE de Ceuta, Juan Gutiérrez, quien propició una OPA hostil a su propio partido en 2018, lo que desató intervenciones en escrito al Comité Federal del partido de quienes ahora dicen apoyarle, como la delegada del Gobierno y el propio jefe de Gabinete de ésta, Juan Hernández, hoy elevado a los altares de la presidencia regional de su partido -paradojas de la vida- por el propio Gutiérrez quien le introdujo en la sede y en los listados de afiliados a un tercio de la plantilla de TRACE para apoyar en las primarias la candidatura del hoy "desaparecido y mudo" en la Asamblea de la Ciudad, Manuel Hernández. Anulado en el escaño pero sin abandonarlo, porque si corre la lista se descubriría algo que no quieren y se prefiere ocultar.
"Yo estoy en la política para ganar dinero", dicen que confesó a un amigo el hoy líder socialista. Instalado en el pluriempleo que tan frecuente era en la España franquista por los precarios sueldos y las amplias familias de la época. A Juan Gutiérrez le queda muy lejana ya esa empresa de mantenimiento que hacía obras en el instituto 7 Colinas, con algún que otro sobresalto con inspección de por medio. El mismo centro educativo donde, quienes promovían conferencias y actos islámicos, arrasaron con la sustracción de varios ordenadores, sin que trascendiera el comportamiento delictivo, aunque sí esas proclamas nada feministas al calificar a las mujeres musulmanas que se perfuman y llevan zapatos de tacón como prostitutas. Un episodio que dió la vuelta a España y el mundo, que no soliviantó a quienes, por contra, se muestran con la piel muy fina cuando Vox alude a comportamientos poco ejemplares. Es la ley del absurdo bajo el estigma de la hipocresía política como esa tolerancia para las reflexiones de Juan Luis Aróstegui "A corazón abierto" en 2002 sobre la presencia musulmana en Ceuta, en ese reputado adalid de una izquierda caviar y pluriempleada, en quien ha debido fijarse Juan Gutiérrez como referente para hacer uso del pluriempleo y, por consiguiente, percibir varios sueldos, aunque luego ni uno ni otro, tengan pudor en encabezar una pancarta de lucha por el empleo defendiendo lo contrario de lo que ellos acaparan.
El secretario general del PSOE de Ceuta, se ve que no tiene suficiente con el sueldo de diputado en la oposición y el plus de portavoz de su grupo en la Asamblea, como tampoco de tener muy cercanos colocados en la oficina de TRACE, y además ha decidido no dejar la presidencia del Comité de Empresa de dicha entidad "privada" que maneja el mayor presupuesto de la Ciudad Autónoma en materia de adjudicación, como es la limpieza viaria con unos 20 millones anuales, pese a la baja temeraria con la que concurrió el "lobby" que empresarialmente tiene a Gutiérrez como colaborador necesario y nexo de unión con Juan Vivas.
Ahora, el otro Juan, Gutiérrez, haciendo valer su influencia en el Gobierno de la Ciudad, ya prepara el nuevo Convenio Colectivo de TRACE, donde los trabajadores se frotan las manos y celebran las importantes mejoras económicas a introducir en el Convenio más desorbitado de todas las empresas de Ceuta, para empleados que perciben una media de 2.000 euros, consecuencia de los cambalaches políticos que propician el saqueo del erario público. Una situación perversa y perniciosa de una política de Juan Vivas entreguista en la moral y la conducta, plegado a los desvaríos del uso y abuso de la res pública con tal de mantenerse en el cargo despilfarrando el dinero de todos los ceutíes y haciendo de oro a TRACE vía Juan Gutiérrez. Los trabajadores de esta empresa hablan y no paran de las suculentas mejoras que recibirán con el nuevo Convenio Colectivo y, si no se alcanzan en el paripé negociador Comité de Empresa y "lobby", ahí está Juan Vivas para intervenir de mediador y evitar que la basura, como amenaza de presión sugerida de manera habitual, quede sin recoger y los contenedores (los que no estén quemados, por supuesto), se vean rebosantes de residuos urbanos como imagen reivindicativa.
Estamos en un desvarío político que genera despilfarro económico. Dicen que en política es preciso, necesario, obligado, responder a comportamientos con ética y estética. Y aquí, en Ceuta, ni el Gobierno, ni su máximo dirigente, ni quienes le apoyan para la gobernabilidad, demuestran ética alguna ni mucho menos estética. Aquí se juega con el dinero público, el de todos los ceutíes, sin sentido de la medida y, desde luego, sin rubor. Es la ley del embudo llevada a su máxima cota de desvergüenza y atropello. Es la política en definitiva de PP y PSOE, tanto monta, monta tanto, pero sin ser Isabel ni Fernando.
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