Hace unos días recibí uno de esos memes que circulan por WhatsApp en los que, tras enumerar la serie de predicciones catastróficas que se han ido sucediendo todos estos años, terminaba con una recomendación: apague la televisión.

Tengo esa misma sensación con la anunciada guerra de Ucrania. Los medios occidentales anuncian a pleno pulmón, o a pleno byte que tanto da, que la Rusia de Putin se dispone a invadir Ucrania, para lo cual anda enredando con maniobras militares por la zona fronteriza y -mas aun- anuncia maniobras  navales por los siete mares.

Occidente, bueno, Estados Unidos, ha anunciado que consideraría intolerable cualquier intento de invasión de Ucrania y que caerían sobre Rusia todos los males de este mundo. Rápidamente , los Británicos han corrido a respaldar la firme postura norteamericana. Y por si fuera poco, hasta la pacifista España anda mandando barcos a la zona. Supongo que no será el Open Arms.

Vamos a ver. Apaguemos la tele. Putin será todo lo malo que queramos. Y todo lo imperialista que consideremos como bastante. Pero tonto no parece en absoluto. Y no le creo dispuesto a desencadenar una guerra para impedir que Ucrania sea aceptada como la próxima socia de pleno derecho de la OTAN. Eso sí: nos esta transmitiendo su malestar porque Occidente (bueno, los Estados Unidos) sigan intentando colocarle bases en el mismo zaguán de su casa.

Incluso en la guerra fría post Segunda Guerra Mundial había un “colchon” entre bloques: Suecia, Austria eran países neutrales. Solo la crisis de los misiles de Cuba rompió el statu quo y los Estados Unidos de Kennedy no tuvieron más que quejarse, apretar los dientes y… giñarla en Bahía de Cochinos.

Biden, al que habría que cambiarle el nombre por el de “Shoemaker” por su enorme capacidad de meter la pata, ha dejado traslucir que una invasión de Kiev es intolerable, pero que -a lo mejor- si se limita a partes muy concretas… Esas partes muy concretas se llaman Donetzsky y Lubansky y son dos regiones de mayoría rusa, en las que la Rusia madre lleva enredando desde 2014 cuando esta última ocupó la República autónoma de Crimea. Y por cierto, que la respuesta occidental fue bastante timida.

Sigamos con la tele apagada. Porque Europa, una vez mas, haciendo mofa del concepto de Unión, no tiene una postura común: Alemania, que paga la fiesta, ha decidido negociar por su parte y garantizarse el suministro del gas del Cáucaso, otra de las variables que intervienen en esta operación.

¿Y que le va a Vd. en todo esto? Pues prepárese: si ya se anunciaba una subida del precio del gas, ahora va a ser todavía mayor. Y su factura de la luz todavía subirá más. Porque esta guerra improbable, la va a pagar  Vd. de su bolsillo.

Y un par de disgresiones. Las Fuerzas armadas que están interviniendo, llevan puesta la mascarilla? A ver si van a recibir un balazo en plena sexta ola y entonces si que no se libran.

La segunda digresión es que si a Vd todavía no se le pegaba la camisa al cuerpo con la pandemia, ahora, con la Tercera Guerra Mundial -que parece ser que será  nuclear- ya tiene un motivo más para no dormir.

Hágame caso. Apague la tele. Y como de esta si que no salimos, corra a tomarse una cerveza antes de que le suban el precio los rusos.