Antes de que se vaya el año donde La Legión de Ceuta y sus hechos de armas han cumplido cien años no quería dejar pasar una reflexión que tuve antes de la Pandemia.

Siempre le digo a la familia y mis allegados que cuando llega el Martes Santo con el tradicional Encuentro entre la Esperanza y el Nazareno, les ruego me dejen disfrutar mi momento cumbre, mi devoción y mi pasión donde otros ven un momento de bullicio y folklore.

Hace tres años me tocó cubrir la Procesión y tenía organizado el recorrido así estar sincronizado con el equipo de trabajo de comunicación del medio donde estaba como gráfico y por supuesto retransmitir el Encuentro y describir el significado del himno fúnebre del Novio de la Muerte. Todo iba la mar de bien hasta que no pude ser invitado a la retransmisión desde la casa de una persona para cubrir el Encuentro, aquello me dejó fatal como en estado de shock y aunque luego hubo disculpas al medio por la reacción de quien no te recibe bien en su casa , habida cuenta que quien estaba afuera era la Madre de Dios con su Hijo.

Pude ser recibido en otra casa y poder cantar el Novio de la Muerte así como regresar a la calle Velarde a recibir el perdón de mis pecados por sentirme tan nazareno donde se grita a los cuatro vientos la frase “ estamos en nuestra casa, estamos en nuestra calle “.

Llegó el año siguiente y por descontado que ni por asomo quise pensar en ser recibido en la casa donde fui rechazado y siempre que veo año tras año la imagen del Señor en la Cruz en la película Ben Hur con la lluvia sobre el madero me aquello de tan bendita imagen y pensar que no me dejaron asomarme al balcón para contar la historia del legionario Baltasar Queija de la Vega.

Así que como buen caballa me preparé aquel día para cubrir el Martes Santo del siguiente año, año 2019 y no podía comenzar de la mejor manera que compartir el café de la tarde con las Damas y Caballeros Legionarios en el café Milord y calentar motores antes de asomarnos por la Parroquia de Santa María de África.

Tras los saludos y emociones en las miradas y los suspiros de la gente que se iba agolpando a los alrededores de la Plaza de África pude asistir a la Salida Procesional  de los Sagrados Titulares a los acordes del Himno Nacional así como el cuplé que se convirtió en Himno hace ahora cien años en la Legión.

Y llegó el momento cumbre del Encuentro entre la Esperanza y su Hijo el Nazareno y allí que estaba yo debajo de ambos pasos con los compañeros de todos los medios acreditados por el Consejo de Hermandades.

Pude cantar a pleno pulmón el Novio de la Muerte recordando la amargura del pasado año y los golpes de pecho de quien se las pueda dar con la gente pero que me cerró las puertas para ver un momento celestial y divino.

Ceuta tiene su encanto, tiene su historia y tiene su legado a modo de leyenda , la forja del Tercio de Extranjeros que dio sus primeros pasos en un picacho batido por los vientos y en cuya Posición A la I Bandera comenzó su andadura.

Gracias Ceuta por ser la Cuna de La Legión y como recuerdo el último año del Encuentro donde Dios me dijo que volviera.