La política en el seno del PP ya ha tocado a rebato. Se encienden las alarmas y se hace evidente que, en principio - y no sé si al final-, son ya dos las candidaturas en juego: Vivas y Guerrero.

El posicionamiento de uno y otro es bien distinto: una política errática de Juan Vivas marcada por un desvarío constante y muy lejos del ideario tradicional del PP. Enfrente, un candidato como el prestigioso médico, al que se le ha querido dilapidar políticamente (curioso que varios medios locales que se nutren de las subvenciones de Vivas, coinciden en editoriales, como en la época de Franco con la Prensa del Movimiento, compartiendo ideología y en artículos para programar la candidatura del actual presidente), recordando una supuesta vacunación incumpliendo - que no lo fue, por más que se empeñen-, los protocolos, cuando en el mismo caso estuvo Jesús Lopera al que CC.OO cuestionó por ser su función más burocrática que esa primera línea de riesgo de Javier Guerrero, y hasta la delegada del Gobierno salió en su defensa y lo condecoró, asi como la Fiscalía que no apreció vulneración legal en su comportamiento. En Javier Guerrero, sí porque el melifluo Vivas le obligó a dimitir y se plegó a las pretensiones de un Mohamed Ali con la carga judicial que le invalidaba para abrir la boca y un PSOE absolutamente manipulador y embustero, liderando una presunta honorabilidad de la que carece en su genética política por múltiples causas históricas bien conocidas y reconocidas.

En esta política sucia y perversa, ya se quiso atribuir al doctor una rocambolesca historia que, por absurda, apenas tuvo recorrido pero que es de obligado conocimiento que hubo de salir, con malvada intencionalidad, de quien más se podía beneficiar de su falsa imputación. No se acobardó el doctor que mantuvo el pulso y el objetivo por volver a la política y, esta vez sí, por la puerta grande de un Congreso que valide democráticamente (si le dejan las maniobras internas de su partido), su candidatura con el respaldo necesario para hacerle triunfar y emprender esa renovación tan deseada en el seno del PP, donde son muchos los que claman por un cambio de rumbo más que necesario y, validando el símil médico hasta "terapéutico" por el bien de Ceuta y del propio partido.

La fuga de cerca de 5.000 ceutíes desde que se produjo la invasión marroquí, que no se critica con la fuerza que se aplica a los MENAS y sus repatriaciones, supone un desarraigo importante, algo que Vivas siempre defendió: el arraigo ciudadano. En este débito político hay que añadir la conducta del propio Juan Vivas, envuelto en su egocentrismo bajo el pensamiento como si participara de cómo la clase política se balcanizara: O yo o el caos. ¿Soberbia, torpeza, ineptitud o todo junto?

La puesta en escena ahora de Vivas "porque yo lo valgo", y que siempre alude en su entorno más pelotero y servil a su megausada frase de: "¿tú crees que yo me merezco esto?", es todo un alarde de soberbia con la pretensión de mirar por él mismo, sin importarle los daños colaterales a su partido: las encuestas y el boca a boca, hablan de debacle electoral del PP con Vivas a la cabeza. Y ese mensaje del miedo "o yo o el caos" es el que quiere inocular Vivas y, sobre todo, esa pléyade de chupópteros que forman su red clientelar de vividores del erario público con colocaciones a dedo y en quienes confía el actual presidente como último recurso para que le apuntalen a ver si se obra el milagro de ganar una batalla después de muerto (políticamente hablando) como el Cid Campeador.

Nadie explica, porque no interesa al propio Vivas, que su continuidad solo beneficia al PSOE. Un partido corrupto que se siente cómodo manejándolo a cambio de la llegada de fondos europeos como si fuera un regalo de Sánchez y no un derecho legítimo de Ceuta, porque los dineros públicos no son del dirigente que los gestiona sino del ciudadano, porque hay una normativa que así lo establece, y no es limosna de Sánchez ni del gobierno sociocomunista de turno.

El PSOE y sus satétiles (MDyC y Caballas, ambos pidieron el voto para los socialistas en múltiples ocasiones) son aliados para llevar al PP a la tumba, porque lo que buscan es defenestrar a la derecha, como ellos dicen y así manejar los chiringuitos a discreción para repartir prebendas con dinero público que es tanto como invitar con el dinero de otros.

En este contubernio caerá el PP si Vivas más pronto que tarde no queda en el camino, y todos esos cadáveres que ha dejado en estos 21 años de política, no salen como zombis a darle su merecido y retirarlo. Antes, Javier Guerrero habrá de sortear el ataque mediático (al que le va su subsistencia económica en forma de subvenciones) y especialmente, el juego sucio interno de su partido: Emilio Carreira es un vivo ejemplo de ello cuando Pedro Gordillo se la jugó bien con las papeletas de votación que alguien se encargó, infiltrado en el equipo de Carreira, de manipularlas para que se invalidaran antes de ser depositadas en la urna.

La trayectoria de Juan Vivas se asemeja al comportamiento de Pedro Sánchez: embustero y bailarín, como el título del tema instrumental de los Pekenikes en los años 60 que bien debe conocer Juan Vivas por edad. Ahora a sus 70 años, aspira alcanzar la eternidad política, aunque sea embalsamado y sin respetar su salud, ¿sacrificado por la política? Nadie se lo cree; erigirse en salvador de Ceuta por la situación que se vive en la actualidad es tan pretencioso como hacernos comulgar con ruedas de molino.

Un allegado a Teodoro García Egea al conocer que el PP de Vivas había entregado la televisión pública al PSOE se alarmó: "Eso no puede ser". Y hasta Génova llegó la cesión de Vivas traicionando la comunicación de su partido al ponerla en manos de su mayor adversario político. ¿Cree que no le va a pasar factura este comportamiento? ¿Se ha creído que en política todo sale gratis? Si así lo entiende, menuda osadía.

Desde el punto de vista de la lógica, algo muy poderoso y arrebatador ha de existir para que Juan Vivas con sus problemas de salud ponga en juego su vida por la continuidad en el cargo. Nadie se explicaría que este hombre se arriesgue tanto, por mucho que lo anime el PSOE, a morir con las botas puestas como un soldado valeroso.

Javier Guerrero no va a pactar nada con el hombre que le dio la patada y le abrió la puerta para que abandonara la política de forma tan miserable y con tanta manipulación de medios y políticos; sarcasmo total: su émulo Jesús Lopera condecorado y él vilipendiado, en la misma situación y con más méritos en la vacunación por parte de Guerrero.

Como aquellos barros traen estos lodos, ahora ha llegado el momento de que Vivas y PSOE paguen la cuenta de esa dimisión forzada al exconsejero de Sanidad. Es la justicia divina, el karma que salda sus cuentas llegado el momento. La traición bien merece cobrarse su pieza. Y en este caso, Juan Vivas es el objetivo.

Todavía hay mucha partida por jugar; esperemos que no haya demasiadas cartas marcadas ni juego por debajo de la mesa.

En cualquier caso, Vivas puede ser, esta vez el "non grato " de su propio partido y probar  idéntica "medicina" que él contribuyó a darle a Santiago Abascal con su cobarde abstención a la propuesta de la antisemita Fátima Hamed.