Martes, 30 de Septiembre de 2025

Actualizada Martes, 30 de Septiembre de 2025 a las 06:19:07 horas

Ricardo Espíritu
Lunes, 15 de Noviembre de 2021

Otra vez

Otra vez montones de gente hacinados entre dos países. En esta ocasión entre Polonia y Bielorrusia. No veo diferencias entre que  a un  lado haya uno u otro dictador y al otro una u otra democracia occidental. Tampoco hay diferencia entre sí las personas hacinadas proceden de Siria, Afganistán, Senegal, Guinea Conacry o donde sea. Y no hay diferencia en el hambre, la falta de agua, las malas condiciones higiénicas o falta de un techo donde cobijarse.

 

También observo que se vuelve a desplegar Fuerzas militares para controlar la frontera. Muro de pechos en lugar de muro de ladrillos. La OTAN deberá revisar sus procedimientos para hacer frente a lo que parece una nueva “amenaza”.

 

Mientras, las organizaciones criminales, haciendo el agosto. Cobrando enormes cantidades de dinero (enormes para la capacidad adquisitiva de estos seres humanos) jugando con la desesperación de quienes viven en zonas especialmente deprimidas, del hambre, de la sed; de quienes huyen de zonas de conflictos armados de alta o baja intensidad (otra vez afganos huyendo de la barbarie - ¿es que somos tan ingenuos que esperábamos otra cosa?-); o jugando con la esperanza de un futuro mejor, que se da casualmente en el denostado y odiado Occidente.

 

Y seres humanos intentando “cruzar”. Como el águila culebrera que pintamos en el muro. La que llega agotada al otro lado del Estrecho. La que las gaviotas intentan derribar antes de que llegue a tierra.

 

A Marruecos esta nueva estrategia de presión migratoria, en esta última ocasión, le ha salido rematadamente mal. Actuó pensando en que su idilio con Estados Unidos le permitía parecer más fuerte. Lo mismo le pasa a Bielorrusia. Lukashenko se piensa que el tío Wladimir le va a permitir sobrepasarse. Demasiada arrogancia. Y demasiada escalada de tensión.

 

Y mientras, seres humanos utilizados como moneda de cambio. Esto se tiene que acabar.

 

Empecemos por perseguir implacablemente a las organizaciones criminales que juegan con las personas. Implacablemente. Y ello supone levantar las redes corruptas de policías y politicuchos que amparan estas prácticas, cuando no las promocionan para lucrarse ellos con el sufrimiento del inocente. Esto no es nuevo. Está contemplado en el Global Compact on a safe, orderly and regular migration, que el Presidente de nuestro Consejo de Ministros firmo en Marraquech el pasado 10 de Noviembre de 2018.

 

Continuemos por asumir el papel que nos corresponde en una regulación ordenada de las migraciones. Tenemos capacidad para hacerlo. Y evitaríamos que se tuvieran que perder vidas en el desierto (de las que nadie habla) o en el mar (que sí merecen la atención de los medios).

 

Y terminemos por condicionar la ayuda económica a los países en tránsito a que se ejecute una política migratoria ordenada y, sobre todo, humana. Y que la podamos verificar. Y sobre todo, no aceptar chulerías de sátrapas trasnochados. Aunque supongan que tienen los Mig a su disposición.

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