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Paula M. García
Domingo, 14 de Noviembre de 2021

El terrorismo callejero cuestiona nuestra convivencia

Los adalides de la convivencia local, aquéllos con piel fina soliviantados por mensajes políticos que sirven de altavoz a nuestra maltrecha convivencia, habrán recapacitado y ahuecado el ala ante el torbellino de barbarie que inunda nuestras calles como si se tratara de la "colada" del volcán de la isla de la Palma en forma de disturbios en esta Ceuta nuestra, como esa "fajana" creada por los disturbios en esta ciudad "pequeña y dulce; acostada en los brazos del mar, como si fuera una niña dormida que tuviera la espuma de las olas por almohada".

 

Obvio que López Anglada no pensaba, cuando escribió esta placentera evocación, en el terrorismo callejero actual que desvirtúa cualquier poema laudatorio, a causa de esos delincuentes que apalean a un policía fuera de servicio en el centro de la ciudad porque llama la atención a unos menores (siempre los menores, ¡oh casualidad!) que molestaban a unas chicas, o esos incendios de 17 contenedores en una sola jornada, como si el trasfondo fuera un encubierto negocio oculto de reposición, o esos otros vehículos calcinados sin solución de continuidad en determinados lugares de nuestra localidad.

 

Convertir las noches de Ceuta en una pesadilla es algo intolerable que ni la delegada del Gobierno, desde su incapacidad, puede permitir ni un segundo más, ni tampoco Juan Vivas, desde su ensoñación política de una convivencia inexistente, pueden hacer oídos sordos a esta cruda realidad. Van a dar lugar a que las patrullas urbanas, surgidas de manera espontánea por el hartazgo a la inoperancia política en situación de conflicto social, ejerzan la Ley del Talión (el ojo por ojo y diente por diente), apaleando a los malhechores indiscriminados que perturban nuestra convivencia con total impunidad. Los ceutíes no se merecerían eso.

 

Estamos cayendo en una debacle permisiva e intolerable de desvarío social creciente en un ámbito local muy sensible al que no se pone coto. ¿Tanto cuesta situar a policías de paisano en vehículos camuflados en las zonas motivo de conflicto y acabar de una vez con los terroristas callejeros?

 

El nivel de tolerancia social se está poniendo al límite y cuando esas líneas rojas a las que tanto aluden los políticos, se sobrepasan una vez sí y otra también, entramos en un bucle peligroso por las consecuencias en uno y otro sentido.

 

La pseudoprogresía local focaliza sus fobias en Vox mientras los terroristas callejeros (bandas de distinto signo) campan a sus anchas: incendiando camiones en la zona restringida del puerto (qué sarcasmo, "restringida", aunque no para la delincuencia) con un nivel de tolerancia laxo y una alarma social en aumento.

 

Leo a Arturo Pérez Reverte: "...Porque así, cada vez más, nos arriesgamos a que, frente al fulano del cuchillo, ante el atropellador, ante el malo que siempre está ahí, beneficiándose de nuestros derechos y libertades, pero también de nuestra estupidez y nuestra demagogia, el guardia al que le toque, aunque sea honrado y valiente, deje la pistola en la funda, mire hacia otro lado y piense: "Anda y que os proteja vuestra puta madre".

 

Una situación de deterioro social y terrorismo callejero infame que nos aleja de aquellos versos de López Anglada tan evocadores:  "Ceuta canta latines, cristianada con la sal del Estrecho marinera, y empina su blancura campanera al espejo de la mar acicalada". No dejemos que pierda su encanto con la barbarie callejera por políticos negligentes y adentrémonos en esa "Ceuta esa andaluza niñería que, si saltar pudiera, saltaría la comba de agua y sal al océano". Ahora, lo único que sabemos de saltar es ese agresivo delincuente que apaleó al policía de paisano que saltó al mar para escapar de la detención por su delictivo acto que no ha de quedar impune.

 

"Y allí está, entre la arena y la muralla, como una niña que bajó a la playa y se le fue a la madre de la mano". En efecto, que no se nos vaya de la mano la situación delictiva y convirtamos nuestras calles en un infierno de inseguridad y ataques indiscriminados. Que Ceuta no se convierta en un polvorín por la dejadez de unos y la tolerancia mal entendida de otros. Ya saben el refrán: "A grandes males, grandes soluciones". Hay que afrontar la situación con soluciones inmediatas. La mecha se ha encendido y puede depararnos consecuencias imprevisibles.

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