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Antonio Marchal-Sabater
Domingo, 20 de Junio de 2021

A propósito de los indultos y el Rey

Tras haberse pronunciado el Tribunal Supremo sobre la improcedencia de los indultos a los condenados por planificar y ejecutar el día 1 de octubre de 2017 el mayor atentado contra la Constitución actual, desde el 23 de febrero de 1981, a nadie le cabe la más mínima duda de que el oprobio se llevará a cabo; o sea, los delincuentes serán indultados.

 

El presidente del gobierno, cuya necedad alcanza proporciones bíblicas, cree, e intenta hacernos creer a todos, de que con esto se acaba el problema que acucia a España desde la segunda mitad del siglo XIX. No sé si a ustedes les ha calado su visión del futuro, a mí desde luego, no.

 

Si los sediciosos y sus acólitos tuvieran la intención de poner punto final al proceso independentista no difundirían las soflamas habituales ni prometerían en su parlamento —como hizo Pere Aragonés en su discurso de investidura—: arrastrar al Gobierno central, a Pedro Sánchez, a aceptar un referéndum separatista como el escocés.

 

Obvia este señor que Escocia es un Estado que se unió al Reino Unido —una especie de confederación de las cuatro monarquías de Gran Bretaña, las cuales se fusionaron en una voluntariamente— a través de un documento denominado: Acta Única, que se firmó en 1701. Situación de la que Cataluña no ha gozado jamás —es evidente que tanto los secesionistas catalanes como el Gobierno del PSOE nos toman por verdaderos cenutrios e intentan manipularnos a su entero antojo—.

 

Examinando los gestos de los independentistas, señas donde podríamos atisbar alguna esperanza, vemos que no hay nada. No solo no se conforman con el indulto, sino que exigen la amnistía y presionan al ejecutivo para que presente a las Cortes una reforma del código penal que elimine el delito de sedición y otra ley que enajene al Tribunal Constitucional sus armas legales para obligarles a que cumplan las leyes —vamos, un desarme unilateral del Estado frente al golpismo—. Ejercen esta presión al tiempo que prometen públicamente que lo van a volver a hacer. Luego su intención es debilitar el sistema penal español y las garantías constitucionales, para cuando den el próximo golpe de Estado, este no tenga recursos de ningún tipo para frenarlo.

 

Ante tal disparate no me cabe otra que deducir que el propio Sánchez es un eslabón más del proceso, lo que explicaría el apoyo de los nacionalistas a la moción de censura de 2018, unas semanas después de aprobarle a Rajoy los presupuestos generales. Cada día estoy más convencido de que todo lo que está ocurriendo desde el otoño de 2017 es fruto de una confabulación en la que se eligió hombre de paja al narcisista que nos gobierna. Si no es así, ¿a qué viene tanto como se ha desdicho? —Pedro Sánchez tiene la peor hemeroteca que nadie jamás haya soportado—.

 

Sobre el papel del Rey en todo esto ¿Qué les voy a decir? La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria, así reza en el apartado tercero del artículo primero de nuestra Carta Magna. ¿En qué se traduce eso? En que el Rey reina, pero no gobierna. Así que sí, que firmará los indultos y hará bien. La decisión de indultar la adoptará el Consejo de Ministros mediante Real Decreto que, tal y como exigen las reglas de la monarquía parlamentaria, ha de ser firmado por el Rey y refrendado por el presidente del Gobierno u otro de sus miembros.

 

Cualquier argucia que protagonizara para no hacerlo sería un ultraje al Estado y eso no se le puede consentir —los actos del Rey son siempre estrictamente condicionados y sin margen de discrecionalidad—. Así ha sido desde el 29 de diciembre de 1978 y así ha de seguir siendo. Estamos en la era de las comunicaciones, todo queda escrito para siempre desde el momento que se produce. La historia juzgará al gobierno, no al monarca.

 

A propósito de historia. En octubre de 1934 los republicanos catalanes también declararon unilateralmente la independencia por unas horas. En 1935 fueron juzgados por el Supremo y condenados por el delito de sedición. En marzo de 1936, tras haber conseguido la presidencia de la República de una forma subrepticia —otro día les hablaré de ello—, Azaña indultó a los golpistas y los restituyó en sus cargos.

 

¿A caso todo lo que nos ocurre es que hemos olvidado la historia?

 

Murcia, 19 de junio de 2021.

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