
De la salud del planeta depende la nuestra
La preservación de los ecosistemas es una responsabilidad que concierne a todos -desde gobiernos y organismos para el desarrollo, hasta empresas y ciudadanía en general- y por ello, en el Día Mundial del Medio Ambiente de este año, se quiere concienciar sobre la importancia de actuar contra su degradación.
De entre los múltiples beneficios de la biodiversidad como soporte fundamental de la vida, cabe destacar uno clave en estos momentos: nos protege de enfermedades infecciosas.
La mejor estrategia contra las pandemias es invertir en salud ambiental. La alarmante degradación de los ecosistemas incrementa progresivamente el riesgo de futuras crisis sanitarias.
De aquí a 2030, la restauración de 350 millones de hectáreas de ecosistemas terrestres y acuáticos degradados podría generar hasta 9 billones de dólares en forma de servicios ecosistémicos.
La restauración también podría eliminar de la atmósfera de 13 a 26 gigatoneladas de gases de efecto invernadero. Los beneficios económicos de estas intervenciones exceden en diez veces el coste de la inversión, mientras que el precio de la inacción es al menos tres veces mayor que el de la restauración.
Es urgente, pues, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y océanos. Con ello se estará contribuyendoa erradicar la pobreza, a combatir el cambio climático y a evitar una extinción masiva.
La UE ha de situar la biodiversidad en la cúspide de sus prioridades, comprometiéndose con un plan más ambicioso para lograr los objetivos ya establecidos en 2020; hemos de reducir en un 80% la cantidad de recursos naturales que consumimos.
La pandemia del COVID-19, que ha puesto en cuestión nuestro concepto de seguridad, estresando hasta su límite los sistemas de salud más robustos, y desencadenando una profunda crisis económica y social, ha evidenciado la estrecha relación entresalud ambiental y salud pública.
La Organización Mundial de la Salud calcula que un 24% de la carga mundial de morbilidad y un 23% de la mortalidad son atribuibles a factores medioambientales. En Europa, nuestro entorno más cercano, se calcula que 1,4 millones de muertes al año son debidas a causas relacionadas con el deterioro del medio ambiente.
La Agenda 2030 ya aporta un enfoque integrado de las políticas medioambientales y sanitarias para proteger a los más vulnerables, y maximizar los beneficios que la naturaleza ofrece en apoyo de nuestra salud y bienestar.
Nuestro compromiso con un desarrollo sostenible incluye avanzar en políticas públicas efectivas de protección del medio ambiente que, a su vez, coadyuven a la protección social y la prevención y promoción de la salud.
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