Lecciones andaluzas
Hace apenas unos días se ha resuelto la incógnita: el cambio político que determinaron los andaluces en las elecciones del pasado 2 de diciembre tendrá una traducción en forma de apoyos parlamentarios suficientes para investir un nuevo Presidente de la Junta. Como ceutí, y como afiliado al PP, creo que lo sucedido en nuestra vecina comunidad, con la que mantenemos una conexión social y cultural tan evidente (si sirve el ejemplo, salvo el Cucurull que delata el origen catalán de mi abuelo materno, los otros tres nacieron en Andalucía), puede aportarnos alguna enseñanza de cara a las próximas elecciones de mayo.
El PP se ha visto obligado a gestionar una situación derivada de la pérdida del monopolio del espacio político que se situaba a la derecha del PSOE. Las causas de ese nuevo escenario son, como en cualquier fenómeno social, múltiples y diversas, pero resumiendo mucho, aún a riesgo de ser impreciso, podemos señalar a los errores propios de un PP que se había ido alejando de sus principios liberales y conservadores, para acercarse a la socialdemocracia, sin hacer frente al marxismo cultural y entregando los medios de comunicación a la izquierda, a la mala gestión de la crisis catalana, que ha provocado el resurgimiento de un sentimiento patriótico en toda España, y a las cada vez más evidentes consecuencias, no solo en nuestro país sino en todo Occidente, de una pésima política de inmigración que favorece las entradas ilegales frente a las regularizadas, y que provoca la indignación de capas cada vez más numerosas de ciudadanos hartos de pagar la fiesta a costa de obtener cada vez peores servicios.
En ese escenario, la opción estratégica adoptada por el PP en el congreso extraordinario del pasado mes de julio, eligiendo presidente a una persona joven que apuesta por la recuperación sin complejos ideológicos de nuestros valores tradicionales (y que algunos, muy pocos, defendimos desde Ceuta), ha supuesto una verdadera tabla de salvación, que ha evitado que el resultado de las elecciones andaluzas fuese un desastre, tanto en número de escaños, como en la gestión posterior, sin duda brillante en un escenario muy complicado, que ha permitido aglutinar con paciencia y serenidad los votos de Ciudadanos y los de Vox para hacer posible el cambio.
Junto a los factores antes mencionados, la profunda crisis que ha atravesado España ha quebrado el reparto del electorado en torno a dos grandes fuerzas políticas a derecha e izquierda, aunque creo que de manera transitoria; más tarde o más temprano las cosas volverán a su cauce, como en todas las democracias consolidadas del mundo. En lo que al PP respecta, tiene que recuperar su vocación de ser el aglutinante del centro derecha, tal y como ha hecho en Andalucía, y ello va a requerir hacer política con trazo fino. Los votos de Ciudadanos y de Vox han salido mayoritariamente de votantes del PP; pero, cuidado, los votos no son propiedad de ningún partido, sino de los electores, y pensando en ellos habrá que buscar la forma de que vuelvan a converger. En cualquier caso, lo sucedido parece poner de manifiesto que los partidos que no hacen a tiempo la renovación que exigen sus electores, son “renovados” desde fuera a través de las urnas.
Todo lo comentado anteriormente tiene, en mi modesta opinión, aplicación en Ceuta. Las encuestas, sin que sean absolutamente fiables o inamovibles, apuntan a un escenario similar al de Andalucía, en el que la mayoría absoluta está al alcance del centro-derecha, pero repartida entre las mismas tres fuerzas que en dicho territorio. Eso va a obligar al PP a desarrollar una política extremadamente prudente, flexible y habilidosa, sin dejar por ello de ser ambiciosa.
Solo encuentro una gran diferencia, sustancial, en dicha situación comparada, y es el hecho de que la perspectiva socioeconómica de Ceuta no permite segundas oportunidades. Una legislatura gestionada por los partidos que componen el espectro de la izquierda en nuestra Asamblea sería letal para el futuro de nuestra ciudad. Así pues, el PP no debería caer en el error de estigmatizar a los demás partidos de su espectro ideológico, porque inevitablemente deberá colaborar con ellos en un futuro próximo para defender lo que su presidente fundador llamó “la mayoría natural”. La izquierda lo sabe, por eso los insultos y las descalificaciones aumentan. Frente a ello, amplitud de miras, generosidad y tenacidad; los ceutíes observan.
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