Un referente
El pasado 4 de enero falleció un ceutí ilustre, D. Francisco Olivencia Ruiz, mi querido amigo Paco. No es, desde luego, la mejor manera de comenzar el nuevo año, tener que despedir a una de las personas que con mayor firmeza y determinación ha defendido a Ceuta en todos los foros en que tuvo ocasión de hacerlo, que fueron muchos, afortunadamente.
Recuerdo perfectamente el día en que, coincidiendo con la visita del Presidente Aznar a Ceuta, en enero de 2000, Pedro Gordillo y Juan Vivas, a la sazón presidente y secretario general del PP de Ceuta, respectivamente, me propusieron la imposible tarea de sustituir a Paco Olivencia en la candidatura al Senado. Porque aunque nadie es imprescindible, hay personas insustituibles, y Paco era uno de ellas. Yo era entonces un joven de 36 años, afiliado al PP unos meses atrás, que se sintió abrumado por la magnitud del encargo, y que lo primero que hizo fue hablar con Paco para pedirle consejo y orientación. De él solo recibí palabras de ánimo, sabias advertencias, y recomendaciones que no cayeron en saco roto.
Paco ha sido un hombre irrepetible, dotado de una fina ironía muy “british”, todo flema y tranquilidad, al que sólo sacaban de quicio los ataques a su amada Ceuta. Esa fue su verdadera vocación, la pasión de su vida, a la que se dedicó en cuerpo y alma. En este mismo medio pueden repasar su trayectoria y su hoja de servicios, impecable y brillante. Pero yo quiero hablar desde el corazón, y recordar a ese amigo cuyos consejos me acompañaron siempre en mis primeros pasos en la actividad política, a esa persona que, a pesar de sus décadas en activo en ese difícil mundo, se ha marchado sin dejar un solo enemigo, algo que únicamente está al alcance de los más grandes.
Ceuta pierde a uno de sus referentes, alguien que probó que la defensa firme de las ideas no es incompatible con el respeto, la tolerancia, la buena educación, la exquisitez en el trato y el humor como antídoto contra la crispación. Pertenece a esa generación de españoles capaz de pilotar la transición de un régimen autoritario a una democracia plena sin enfrentamientos, dotados de un talante especial que cada vez se echa más en falta.
Nadie muere del todo mientras permanezca en la memoria de los vivos, y para afrontar el futuro de Ceuta el ejemplo y la obra de Paco Olivencia son absolutamente imprescindibles. Estoy seguro de que, al igual que sucede ahora, las próximas generaciones de ceutíes seguirán encontrado en él una fuente de inspiración permanente para afrontar los múltiples problemas que afectan a nuestra tierra. Con muchos como él, la probabilidad de resolverlos aumentaría considerablemente. Lástima que personas de su categoría no sean muy abundantes, pero seguro que desde ahí arriba seguirá velando por su Ceuta, y nos iluminará a los que aún seguimos por aquí.
Hasta siempre querido Paco. Ahora que te vuelves a reunir con Paco Antonio y José Luis Morales, los integrantes de aquella candidatura ganadora del 93 y del 96, a la que me incorporé en el 2000 sustituyéndote, podrás volver a hacerlos reír con tus ingeniosas ocurrencias y tus juegos de palabras, y con el recuerdo permanente a esa Ceuta por la que tanto luchaste.
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