
Mis vivencias legionarias (Parte I)
Los hechos, vicisitudes, anécdotas y vivencias que quizá pasen desapercibidas para la propia Legión porque si este que aquí las cuenta, las olvidase en un cajón. Cada uno será lo que quiera nada importa su vida anterior, hubo un tiempo en que la Infantería tenía una sangría en Marruecos hace ya cien años, fue un Teniente Coronel José Millán Astray y Terreros como un visionario, quien tuvo la brillante idea de crear un Ejército con la aceptación de extranjeros, mercenarios y gente de toda índole y calaña.
Algunos de los que estuvieron y apoyaron a la Gloriosa Legión les quiero recordar a los que nos precedieron en la defensa de los más altos ideales de la Patria, fecundando los campos de batalla con sangre de héroes. Y en mis plegarias cuando me llegue el último aliento de nuestras vidas, como dijo nuestro Fundador, “ jamás huiremos y jamás nos rendiremos, quedaremos tendidos mirando al sol para permitir que nuestro Señor sea el compañero que me levante.
No ha habido ni lo habrá un día en un Sábado Legionario cualquiera de estos tiempos donde este que escribe haya hecho propias las palabras de Millán Astray, donde gritaba "habéis venido a abrasaros con el sol, a helaros de frío, a pasar hambre y sed, y recoger si los hubiera los muertos del suelo, entonces os querréis morir".
Moriréis muchos quizá todos , el que quiera quedarse que dé un paso al frente, el que no que vaya al médico, basta que diga que le duele la garganta. Y que puedo decir yo si quizá en otra vida haya estado en las filas legionarias porque en esta no he podido hacer lo que habéis hecho vosotros que es vestir la camisa verde legionaria, algo que yo nunca podré hacer.
A los que me abrieron las puertas del Tercio donde La Legión me enseñó el camino, a los que pusieron a dar los primeros pasos en la Asociación de Legionarios de Honor, a don Julio Gallardo Bote aquel que trajo por su cuenta y riesgo las tejas del antiguo cuartel de Dar Riffien y que reposan por el correr de los tiempos en el tejado del mesón de la Posición A, del que fuera su vicepresidente el general Don Enrique Hernández Ferrero, aquel que hizo histórica la frase ¡ Chellarám que te pego una hostia ¡ porque quería que lo tutease y yo no podía ni me salía el habla cuando lo veía con el fajín de general, allá donde estés mi general nunca olvidaré sus órdenes del Espíritu de Compañerismo y de jamás olvidar en una parada de autobús al Caballero Legionario que espera mientras pases delante de el con tu coche.
Los tiempos están cambiando y están cambiando los tiempos, pasamos de reunirnos en el Muralla a estar juntos de la mano en Fuente Caballo, la Hermandad de Veteranos y la Asociación.
Perdonadme si mi pluma se queda con los renglones torcidos porque las lágrimas se atascan en el teclado, al nunca bien llorado don Francisco Sánchez Menchen nuestro querido Paco que fue el que me acogió como si fuera su hijo y me recordó que jamás me cubriera con el paraguas en García Aldave, que si los nuestros se mojaban a pecho descubierto, nosotros teníamos que mojarnos con ellos, querido Paco tus lágrimas en la Oración a los Caidos han sido nuestras , con Antonio Vázquez, con Quino Curado, con Vicente Jurado, con Ildelfonso Alvarez Felipe y esa corte celestial que asomáis cada aniversario de Laureadas o cada veinte de septiembre desde una ventana de ese balcón llamado cielo.
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