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Rodrigo Díaz
Sábado, 21 de Noviembre de 2020
Análisis

Marruecos aprovecha la crisis del Sáhara para acallar a su población y controlar a España

El objetivo atlántico marroquí unido a su proyecto de 'Gran Marruecos' cuenta con un actor principal que puede desestabilizar el Magreb, Argelia

La pandemia, la crisis económica que, por su causa, azota a Marruecos; las disensiones sociales internas ante el escaso futuro que se le presenta a su sociedad joven y cada vez más preparada pero incapaz de disponer de un futuro taponado por los afortunados descendientes de la élite marroquí; las disensiones silenciosas pero patentes en la sociedad política; la incursión de los islamistas en su sociedad con cada vez mayor campo de acción entre los miles y miles de desesperados jóvenes y mayores sin recursos; las quiebras internas en Palacio con un monarca de salud débil, la juventud del heredero de la corona -aún no preparado-, la ambición fraterna real con aspiraciones a disponer de mayor cota de poder... son elementos en nada baladíes para entender las acciones milimétricas estudiadas, planteadas desde la eterna paciencia marroquí para buscar un efecto aquilatador y solucionador de varias aspiraciones históricas en función de los ases que bajo la manga guarda Marruecos.

 

Revestido Marruecos como el socio guardián fronterizo para España y Europa por ende, de la inmigración irregular y del terrorismo internacional, ha logrado en las últimas dos décadas fincanciarse millonariamente, sacando tajada para impulsar sus ambiciones tanto en el plano industrial, portuario y turístico, como en el militar armándose con material bélico cada vez más avanzado para su ejército de tierra, del aire y de su armada...

 

Las acciones unilaterales relacionadas con la expansión de sus aguas atlánticas afectando a las Islas Canarias y los bloqueos fronterizos con la España africana (Ceuta y Melilla) fueron los primeros pasos en su estrategia. La Pandemia que mantiene a los gobiernos occidentales afanados en su control propicia una ocasión y excusa ideal para saetear y medir las respuestas de acciones estudiadas. Inmigración por goteo a principios de verano al sur peninsular y llegadas a Ceuta y Melilla diarias de nacionales marroquíes huyendo de las fronteras cerradas que impedían devoluciones. Paso a paso, mes a mes hasta otoño en que el flanco atlántico quedó 'abierto' para masivas salidas de inmigrantes para recorrer los aproximadamente 250 kilómetros por mar entre las costas marroquíes y Canarias. Miles de inmigrantes castigando las islas y provocando -de añadido a la Pandemia- un problema a España de calado muy serio.

 

Entre tanto, el Guergerat, la zona fronteriza de paso desde Marruecos a Mauritania, en zona saharui, propició otro movimiento en el tablero marroquí. Las protestas saharahuis que no reconocen esa frontera motivó su bloqueo al corredor de mercancías que desde el país de Mohamed VI llegan a Mauritania. Excusa perfecta para la acción a su debido momento.

 

Con todo el escenario montado, y ante la crisis interna que padece Marruecos, el momento era el idóneo. Movilizar tropas, arengar a la población el post del ideal del Gran Marruecos y marchar para liberar el paso del Guerguerat. Eso sí, con la cortina de humo de los mensajes bien excusados ante la comunidad internacional en general y ante la ONU en particular.

 

La acción militar marroquí sobre la población civil manifestada en el paso fronterizo del Sáhara iba a tener consecuencias. Se sabía y aún así se hizo. El Frente Polisario dio por acabado el alto el fuego que desde 1991 quedó establecido en la zona de conflicto. Hecho que sirve a Marruecos para apelar a su auto proclamada propiedad territorial y, por ende, amancebar a los marroquíes distrayéndoles de sus penurias y enfervorecerlos de identidad marroquí ante un enemigo exterior y común, el Frente Polisario.

 

A España -que aún tendría mucho que decir como propietaria por derecho del Sáhara- Marruecos ya la tiene controlada. Un país de gobierno débil y dividido, preocupado por su gestión descontrolada del Covid, y ahora también por los miles de inmigrantes que le ocupan Canarias. Torcer el brazo español es para Marruecos relativamente fácil con Sánchez e Iglesias en un gobierno bicéfalo.

 

Ahora Marruecos puede forzar, tensionando, una solución para su beneficio en el Sáhara, en las aguas de jurisdicción atlánticas, maniatada España y, de paso, acallar las voces críticas internas que cada vez eran más intensas. Pero lo que no tiene controlado Marruecos es la respuesta argelina. La desestabilizaciòn en el Magreb, cada vez más cerca, para la preocupación de Europa y del mundo occidental, gracias a Marruecos, "el socio fiable" que dijo Pedro Sánchez y su ministro del Interior, Marlaska.

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