
Sus Señorías no se ponen de acuerdo ni con el modelo de frontera
Allá por año del Señor de 2006 se acercaron a Melilla el grupo de senadores del PP que encabezaba su portavoz, Pío García Escudero, quien quiso dar respuesta a las declaraciones de algunas organizaciones humanitarias sobre la colocación de la sirga-concertina-alambrada situada en la parte superior del vallado, y que calificaban de “vulneración de derechos humanos”. Allí, allí mismo, pegado a las estructuras de metal de la frontera con Marruecos, el portavoz senador dijo que la culpa de que hubiera que poner las alambradas la tenía la corrupción, eso sí, no la nuestra, sino la de los países de donde venían los que la asaltaban: “Lo que vulnera (los derechos humanos) es la corrupción que impide el desarrollo de algunos países y hace que la gente tenga que salir a la desesperada buscando una vida mejor en otro sitio”. Supongo que su señoría no tendría el valor lingüístico de decir hoy eso mismo en el Senado ni en ningún lugar de esta España llena de héroes diarios, pero también de tramposos y trincones.
En otra ocasión fue el secretario de organización del Partido Socialista en Melilla, Alonso Díaz, quien, a pecho político descubierto, lanzó una soflama-amenaza del tipo “Algún día vamos a hablar del coste económico de la valla de tres metros de altura que el PP instaló hace años”. Pasaron los años y nunca, nunca, habló del coste de la valla “del PP”. Por cierto, una valla, la de Melilla, que bajo el mandato de Zapatero fue causa de una huelga de los trabajadores que la construían porque no les pagaban, y allá que se fueron a protestar delante de la Delegación del Gobierno. Eran 20 trabajadores de un total de 100. Una subcontrata de la empresa M. subcontratada por P., que era la adjudicataria.
Los trabajadores andaban calientes, y uno de ellos, un tal Paco, llegó a preguntar a los periodistas “dónde estaban los 60 millones de euros, ya que parece que se lo guardan para comprarse un Ferrari mientras nos pagan a los trabajadores lo que quieren”. El tal Paco puso datos para potenciar su argumentario: “Me ofrecieron 1.600 euros y me han pagado 1.080 y además tenemos que trabajar más horas”, dijo sentado en el suelo frente al edificio de la Delegación de Gobierno de Fernández Chacón. Cabe recordar que fue el también ministro de Interior socialista José Antonio Alonso quien las colocó en 2005 y Antonio Camacho, su número dos, el que dio la aprobación para hacerlo por vía de urgencia. Aquella frontera tenía instalación complementaria que en caso de asalto lanzaría agua con pimienta y destellos cegadores a los asaltantes.
Ahora toca al ministro de Interior, Grande-Marlaska, otro turno de “pasa palabra” sobre el asunto, y nos dice que va a “eliminar las concertinas que coronan las vallas de Ceuta y Melilla”, dado que, según él, lo que se lleva ahora es “la frontera inteligente”. Vaya por dios con la valla, que ya va por el modelo tropecientos.
Bueno, quisiera recordar finalmente que C. un capitán de la Guardia Civil por aquellos tiempos reseñados, también aventuraba que si se “demostraba su eficacia” estaba previsto que se “exportara” a la frontera de México con Estados Unidos. No, si al final, como demos con el modelo, España sale de la crisis vendiendo diseño de frontera a chinos, coreanos del norte y, espero que no, a catalanes.
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