Sucesos
Consternación y silencio hoy en la barriada de Villajovita, escenario del fratricidio
Los efectivos policiales que ya no pudieron hacer nada por evitar el fratricidio

Mientras en la calle principal de la barriada de Villajovita el paso de colegiales rompía el silencio, el resto de zonas parecían conmocionadas. La vida se había parado en seco tras el asesinato en la noche del miércoles de Luis, a manos de su hermano Cayetano.
Dos septuagenarios que nunca, cuentan en la barriada, se llevaron bien. La calle Calderón de la Barca, escenario del crimen, permanecía temerosa. El domicilio, precintado. Un barrio tranquilo que, sin quererlo, se vio alterado y sobresaltado con la llegada de los efectivos policiales que ya no pudieron hacer nada por evitar el fratricidio.
La casita verde era la morada de Luis, la víctima. El supuesto asesino, su hermano Cayetano, conocido como ‘vasco’. La muerte, a puñaladas. Ambos hermanos no se llevaban bien pero optaron por vivir juntos en la vivienda con la puerta gris que ahora está precintada por el Cuerpo Nacional de Policía. Una maceta en el suelo deja un reguero de tierra, no se sabe si sobresaltada también por las circunstancias vividas anoche, o casualidades de la vida. Muchas otras macetas daban color a la escena. Las plantas, una pasión que ya no podrá seguir cultivando.
“Cayetano ya empezó en el Lusitano a decir ‘Me he cargado a mi hermano”. Pero la gente pensó que era un comentario, una conversación tras un enfado de esas que se dan entre personas mayores y solitarias”, explicaba esta mañana a Ceuta Ahora un vecino. Sin embargo otro vecino entrevió que aquellas palabras podían esconder una verdad y decidió alertar a la Policía. “No se escucharon ni discusión ni gritos, la alarma solo saltó con la presencia policial”. “Es que en este barrio jamás se ha escuchado ningún jaleo, es más se oyen discusiones pero de otras zonas que puedan ser por la altura de otra barriada”, decía otro señor de la zona.
“Yo llevo veinticinco años aquí en este barrio y siempre recordamos a Luis con el canto de sus pájaros que alegraban la mañana y cuando estaba feliz ponía los cantes de Camarón”, lo recordaba otra vecina. Pero esta mañana no se oían los pájaros, solo el silencio, el que llega tras la muerte.
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