Sin importarle, en demasía, el futuro de los trabajadores que parecen caer en la utilización de la presión que pretende ejercer la empresa adjudicataria del servicio. Y sin bastarle los 125.000 euros aportados por la Ciudad casi por emergencia, los propios empleados han comenzado a alertar de que "suspenderán" todas las líneas, después de que el Gobierno haya decidido hoy no dejar abandonados a los vecinos de Benzú y disponer de un autocar para la línea entre el centro y la citada barriada.

Mientras la empresa Hadú-Almadraba decidía suspender la línea con Benzú y, aprovechar, la crítica fácil de la oposición de la Asamblea para emplearla como presión añadida, la estrategia no esperaba que el Gobierno local reaccionaría no dejando sin cobertura a los vecinos.

De hecho, para complicar aún más las cosas, los empleados han alertado de que se suspenderán todas las líneas para rizar aún más el rizo de la presión tratando de echar el balón en el tejado del ejecutivo local y no en el de la empresa adjudicataria que ve prorrogado su contrato ante la situacion del Covid y que veía cómo se le acaba la concesión del servicio.

Vivir sometiendo con presión puede derivar de dos modos. O ganar sus objetivos de este modo, o perder en esa estrategia. El Gobierno debe atender el servicio a los ciudadanos haya o no autobuses. Y si para ello debe contratar servicios de línea para cubrir las necesidades, deberá hacerlo. Negociar empleando el chantaje es algo que debe acabar ya. No sólo con el asunto de los autobuses, sino con todos aquellos otros que tratan mediante el medraje variar la acción legal de las instituciones.