El número dos del partido socialista, José Luis Ábalos,  sorprendió a propios y extraños al anunciar la posibilidad de convocar un súper domingo electoral el próximo 26 de mayo, una cita que incluiría Elecciones Generales, Autonómicas, Municipales y Europeas. Palabras refrendadas posteriormente por el propio presidente del desgobierno socialista, Pedro Sánchez, un dirigente político caracterizado por no dar puntada sin hilo, un hombre curtido en innumerables batallas políticas, capaz de alcanzar el Gobierno de España cuando incluso había sido expulsado de su propia formación política.

Pero este anuncio no se corresponde con los vaivenes que han caracterizado la gestión política del Ejecutivo socialista desde su llegada al Gobierno, sino al  cumplimiento de la legislación vigente, y más concretamente al artículo 134 de nuestra Carta Magna.  Un artículo que obliga al Gobierno progresista de Pedro Sánchez a aprobar la Ley de Presupuestos Generales del Estado antes del mes de abril del próximo año. Pues los padres de nuestra Constitución tenían muy claro que si un Gobierno en activo era incapaz de aprobar la ley más importante del año, la que define su proyecto político y su capacidad para ejercer el poder, este debería convocar inmediatamente elecciones.

Por todo ello, y vistos los precedentes de Pedro Sánchez, los españoles deberíamos preocuparnos por los acuerdos que pudiera alcanzar en los próximos meses  con populistas, independentistas y amigos de terroristas. Puesto que si hasta ahora había sido capaz de acercar a Cataluña los procesados independentistas, alcanzado diferentes acuerdos socio-económicos con el populismo y disminuido el número de efectivos de la Guardia Civil de la Comunidad Foral de Navarra por mantener su asiento presidencial, ¿qué no podrá acordar para perpetuarse en la Moncloa hasta final de legislatura?.