El que un país deje varados en el extranjero a sus nacionales a su suerte y sólo proteja a una mínima parte de ellos por ser de los entornos protegidos de sus élites, lo define y lo posiciona en un lamentable lugar donde lo humanitario no es su principal preocupación.

Pero peor aún sitúa a esos otros países que asumen el capricho y participan del mismo blanqueando a un gobierno, el marroquí, que es para el caso de España vecino pero no demasiado amistoso salvo que medie para el 'alauí' cierto interés.

Ayer, se completó el paso de unos 130 marroquíes varados en Ceuta a una nave en el Tarajal que ha acondicionado y costeado el Gobierno de la Ciudad Autónoma, que ha asumido como durante la otra estancia en los pabellones de la Libertad, o Santa Amelia y el campamento de Piniers, la responsabilidad de su atención dada la falta de respuesta del Gobierno en Madrid y la incapacidad de influir sobre el mismo de la Delegación del Gobierno, haciendo recaer en la espalda económica de los ceutíes el sustento y mantenimiento de estos extranjeros. No se cuentan aquí los otros centenares de marroquíes que por 'h' o por 'b' se encuentran 'acogidos' en viviendas particulares de conocidos, familiares, allegados o simplemente por el hecho noble de humanidad.

No se cuenta aquí el elevado número de menores no acompañados que se han incrustado o los han incrustado. Ceuta asume un notable coste del que el Gobierno central no quiere saber nada en una muy penosa, lamentable y desleal estrategia de desgaste político.

Pero a lo que vamos. Marruecos se llevó a los poco menos de 300 marroquíes que estaban siendo reclamados por los allegados de sus élites. En una muy oscura conformaciòn de lista donde planea todo tipo de cuestiones sobre cómo se llegó a conformar el listado de los agraciados. Incluso algunas familias bien situadas que cruzaron el puesto fronterizo en coches de media y alta gama. La frontera del Tarajal se abrió caprichosamente cuando y como quiso Marruecos en un solo trayecto, en un solo sentido. De los ceutíes que quedaron atrapados en Castillejos o Rincón, nada. Si pueden y tienen la suerte de entrar en la lista del consulado español y de la Embajada, deben viajar a Tánger, entrar en un barco hasta Málaga, de Málaga a Algeciras y, si pueden y les deja Delegación, de vuelta a casa en ferry.

Marruecos elaboró su lista, por la influencia de sus élites, y por otras razones donde la sospecha de riego económico se sigue difundiendo entre el propio país magrebí. Le ha importado muy poco dejar abandonados a su suerte a los demás nacionales, no sólo en Ceuta sino en el resto de España. En Algeciras, por ejemplo, los muy allegados a su cúpula social, se ven cobijados en un hotel con los gastos pagados por el Consulado marroquí, los demás varados en Algeciras deben ser atendidos socialmente por el Ayuntamiento de Algeciras o de oenegés españolas, En Ceuta, el listado se completó con alguna cesión a Luna Blanca para no dejarla sin influir en la ciudad autónoma en su estrategia de disponer de elementos de incrustación en la sociedad ceutí.

Y toda esta dinámica marroquí le sale totalmente gratis frente a un gobierno español incapaz de mantener el nivel de dignidad que España debería tener. La historia, estoy convencido, les pasará factura.