Las Fuerzas Armadas y las de Seguridad del Estado han salido a la calle por orden del gobierno como recurso disuasorio y también psicológico. Hay personas detenidas y pícaros que tratan de saltarse la reglamentación del estado de alarma de forma burda. He sido testigo de ello, y del monumental enfado de algunos agentes con el infractor. Aplican la ley sancionadora, pero también tratan de ser pedagógicos con la gravedad de la pandemia y se enfrentan a una situación difícil para ellos.

Debemos colaborar pacientemente con toda la administración de la que disponemos en España. Deberíamos ser conscientes de su esfuerzo continuo y diario. Corren los mismos peligros que nosotros y tienen que salir a la calle. Únicamente hay una cosa que no debemos olvidar: un virus amenaza a 7.700 millones de personas, la población del planeta en estos momentos.