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Alicia Díaz
Domingo, 29 de Diciembre de 2019

Sobre feminismo. Muñecas de trapo y miedo

Últimamente siento indignación y me escandalizo ante los desvaríos de la progresía internacional, tan profundamente anti progreso y tan intolerante. Son tan progresistas que acaban convirtiéndose en reaccionarios. La gota que colmó el vaso fue una camiseta de la marca feminista ​FEM ​(son originales ¿verdad?) que decía “Que arda el miedo”. Llamadme loca o facha o lo que veáis adecuado pero yo creo que cuando un movimiento social se basa en el alarmismo crónico y en aterrorizar a las mujeres y enfrentarlas a los hombres porque son la causa de su “terror diario” no está venciendo el miedo ni quemándolo, más bien instrumentalizando el sentimiento para seguir cobrando. Pero qué se yo... Ya no existe un significado real de las palabras y somos libres de usar un término como nos da la gana. Es la libertad fascista de mierda.

 

La realidad del feminismo y progresismo puritano es la pura contradicción. Gritan “No somos el sexo débil” para pedir ayuda, simpatía y dinero para proteger a la mujer. No quieren que la figura del príncipe de cuento de hadas las salve pero que el estado sí lo haga. Hay una intención de romper con las formalidades de género de siglos pasados y a la vez usan la sensibilidad especial que crea la mujer para darles visibilidad. Recuerden, “mujeres y niños primero”.

 

¿Qué conclusión sacamos de esto exactamente?

 

El feminismo es contradictorio punto número 1. Pero hay más. El feminismo de “cuarta ola” no es liberador. Más bien el planteamiento de un estado como figura de autoridad patriarcal para controlar la vida de las mujeres y de lo que tienen entre las piernas. Aunque claro, ellas nunca dicen “Te queremos controlar” ellas dicen “Queremos seguridad en vez de libertad”.

 

Y es en este clima de puritanismo chachi guay disfrazado de liberación femenina donde mi abuela la franquista se pone de acuerdo con Leti la que dice que todo es franquista, el control. El maldito control social. Mi abuela dice que cuando existía la sección femenina de la Falange y cuando controlaban el pasado y el presente de fulanita y Fulanito no había problemas de abusos y de violaciones. Principalmente porque mantenían relaciones después del matrimonio, un contrato que dice “Sí”. Y aunque Leticia y sus hermanes aún no han pedido el establecimiento de carabinas antes de la firma del contrato sexual, estoy segura de que si lo enfocamos con perspectiva de género dirian que es una idea rompedora e interesante.

 

Conclusión. El estado como ente neo patriarcal y las mujeres como nuevas muñecas de trapo muy asustadas y conmovidas por el peligro que implica el mundo real. Tan débiles y tan asustadizas somos que necesitamos ayuda para montar en bici... Pero el ayuntamiento de Sevilla corre a nuestro rescate. “Yo os rescataré y os enseñaré a montar en bicicleta princeses” siempre y cuando reciba ayuda económica por hacerlo claro.

 

Se supone que jamás hemos sido tan libres y yo cada vez veo más evidente el retroceso. Las letras sobre mujeres muñeca años 50 y 60 vuelven a recobrar el sentido perdido con la liberación sexual. Porque todo acto de liberación implica riesgo y responsabilidad. Toda

 

decisión implica sopesar los elementos de libertad y de seguridad. Si una mujer quiere ser libre debe renunciar a estar siempre segura. Si una mujer prefiere la seguridad de su hogar debe renunciar a ser libre. Porque al fin y al cabo liberarse si que implica quemar el miedo. Ojo, no la prudencia. Y el problema principal del feminismo y de la progresia es que quieren lo mejor de los dos mundos. No queriendo aceptar que cuando escogemos el camino de la derecha renunciamos al de la izquierda.

 

Así que cuando me preguntan “¿Por qué no vas a la marcha?” les respondo que como mujer necesito liberarme de un nuevo patriarcado de apariencia benigna y protectora, es decir, el identitarismo de género vestido de feminismo.

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