
Ley de Memoria Histórica... vista por un zoomer
Más de una vez en clase de instituto recuerdo haber escuchado la historia que nos narraban nuestros profesores sobre la Guerra Civil española: los antecedentes, los actores más importantes de ella, el motivo de su estallido y un sinfín de cuestiones que teníamos que saber abordar en el examen para no ser enviados a septiembre.
Siempre he sido un aficionado a la historia, y en esencia a la historia de mi nación, España. Considero que es ésta una herramienta fundamental para dirimir si las cosas que suceden en la actualidad tienen o no algún grado de semejanza con eventos pasados y conocidos por una amplia mayoría de personas. Hasta ahí todos podemos llegar a ese consenso mínimo. Pero creer que la historia sirve para impedir que los errores no vuelvan a suceder sería mentirnos a nosotros mismos: instintivamente, tenemos como humanos una justa memoria y los errores se repetirán una y otra vez. Amamos las piedras con las que nos tropezamos.
La historia debería tener ese papel informativo, riguroso y ceñido a los hechos probados sin ningún tipo de alteración. Pero no es una labranza de fácil arado: la historia siempre puede tener uno o más puntos de vista según el emisor y las pruebas documentales aportadas establecen la credibilidad de tales testimonios. Ello complica la tarea de discernir aquello que es verdadero de lo que no lo es. Las experiencias personales de cada uno de nuestros antepasados son únicas e irrepetibles, y no por ello deben ser consideradas en vano. Algunos de nosotros en nuestro entorno familiar hemos tenido abuelos, bisabuelos que han batallado entre ellos en una guerra en la que nadie ha salido ganando.
Desconozco si esto ha sido obra de la LOE zapateril (la cual fue la que me tocó a mí como a tantos otros zoomers), pero resulta llamativo cómo aquellos jóvenes que la única guerra que han podido presenciar ha sido la guerra que montan con sus respectivos padres cuando les prohíben irse de fiesta o se les castiga sin poder jugar a la videoconsola, se muestren sin embargo tan concernidos por la cuestión guerracivilista. Ello no deriva en que no se tenga que mostrar interés en la historia de tu país, pero resulta inaudito y ligeramente sospechoso que jóvenes de mi edad exijan con tanto ahínco “justicia” y “reparación”. ¿Justicia en nombre de quién? ¿A salvo de quién?
Y además, ¿quiénes somos nosotros, hijos de la advenida y ansiada democracia para ejercer de jueces históricos y reclamar cuestiones que no nos atañen? ¿Cómo diantres conseguimos los zoomers que 80 años después se consiga paz y reparación para las víctimas? ¿Sois conscientes de la futilidad de vuestras exigencias? ¿Sería responsable juzgar los hechos de hace un siglo con los ojos del pleno siglo XXI? ¿Por qué no empezamos a creer que la Constitución Española es la tangibilización de las ganas de verdadera reconciliación y entendimiento por parte de los españoles, sin importar su procedencia?
Como diría Marco Tulio Cicerón «como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad». Y esto precisamente es lo que el poder político ha querido que ocurriera con parte de la sociedad española, sólo cabe observar la indiferencia ante la Ley de Memoria Histórica que hoy nos ocupa. No podemos tomarla como verdad, pues su génesis es íntegramente sesgada, y cualquier cosa descrita tal que así sólo puede recibir el nombre de propaganda, propaganda histórica.
Y curiosamente, impulsada desde el poder político. A cualquiera le podría parecer esto una cosa baladí, pero el hecho de que se elaboren leyes que reconstruyen la historia por parte de unos políticos, a priori partidistas, debería ser razón suficiente para exigir su derogación. Cualquier ley debería garantizar la paz social, garantizando la libertad de expresión, y fundamentalmente asegurándose de algo tan básico como que la historia sea impuesta de forma arbitraria e interesada.
Y no viéndose satisfechos, el socialismo (o quizá, el sanchismo), 12 años después hace memoria de la Memoria Histórica para volver a rizar el rizo. Una proposición de ley para ampliar derechos y tomar medidas contra los represaliados de la Guerra Civil y perseguidos durante la dictadura franquista. Pero, ¿alguien quiere creerse esto? ¿Alguien lo suficientemente maduro sería capaz de justificarme cómo es que hemos de creer la manipulación ideológica de estos señores sobre ciertos materiales históricos para elaborar así una ley para dictaminar la oficialidad de la historia? ¿Acaso la verdad histórica se vota, o se le delega a los historiadores que por alguna razón ejercen su trabajo? ¿Por qué la memoria histórica se centra sólo en unos años trágicos para España, y obvia luego eventos de mayor gravedad?
Así pues, cualquier zoomer como yo debería estar preocupándose de leer historia (y no la que nos enuncian los políticos sean de un color u otro), conocer sus detalles y procurar leer todas las interpretaciones de la misma. En otras ocasiones, cuando tengamos que salir a la calle para defender causas actuales y de interés es cuando deberemos estar al pie del cañón. En cualquier otro caso, dejemos la labor histórica únicamente en el debate y contraposición de visiones de la misma, nunca modelarla como el ardid perfecto para incumber a los no incumbidos.
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Jose | Viernes, 24 de Abril de 2020 a las 06:07:27 horas
¿Pero tú te has leido la ley? Osea dices que una ley que aboga por los derechos de quienes fueron perseguidos o injustamente juzgados, por las familias que quieren buscar a un familiar perdido en una fosa común o reconocer a quien murió reivindicando la democracia años despues.. ¿debe ser derogada?. Desde el respeto, me parece una majadería.
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