Unamuno y Millán Astray se despiden en el paraninfo de Salamanca aquel 12 de Octubre del 36. No parece lógico que antes hubiera habido una discusión 'a muerte' en la que legionarios y falangistas fueran a matar al profesor Mientras dure la guerra... que ha declarado la Ley de Memoria Histórica
Comienzo este artículo con una excepción a mis reglas: voy a hablar de un libro que no he leído, y lo voy a hacer, excepcionalmente, porque se trata de un libro que tampoco ha escrito su autor, y de hecho es la segunda vez que este publica un libro que se lo han escrito otros. Me refiero claro está al presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, del que nunca supimos (ni sabremos) los negros que le escribieron el «sobresaliente cum fraude» del que alardea. Curado en salud el trasunto cutre de John Fitgerald Kennedy que nos ha tocado en suerte, ray ban y Falcon incluídos, sí sabemos, empero, la identidad de la negra que le escribió su segundo libro, la prófuga de UPyD que cobró fama mundial por convertirse en la paladina defensora de una comandanta que denunciaba acoso laboral en su marcial trabajo. No me quiero ni imaginar a las pobres soldadas, cabas y tenientas, entonces…a lo que íbamos, quizás fue ella la del célebre gazapo de ‘’Decíamos ayer’’ como dijo San Juan de la Cruz en Salamanca.
Al presentar este su segundo empalagoso bodrio, en pleno embolismo electoral, nuestro JFK cum fraude repitió hasta tres veces, como cualquier Judas: “Esta es mi verdad”. O sea, “esa frase puede que sea de fray Luis de León, o no, pero para mí es de San Juan de la Cruz; esta es mi verdad”. Tal era su argumento y justificación: Esta es mi verdad. Una verdad en la que precisamente la verdad histórica…no importa y además, se desprecia. Hasta este nivel hemos llegado y tolerado.
La Guerra Civil española fue el acontecimiento más devastador de nuestra historia contemporánea, y aún no está resuelto. Tiene vigencia en la actualidad. El bando ganador, el franquismo, estableció una suerte de versión oficial que fue una prolongación de la guerra por otros medios, una exageradísima exaltación de los vencedores en un continuo enaltecimiento de los hechos históricos.
Desgraciadamente, en la actualidad, y ya en democracia, los partidos de izquierda quieren establecer LA versión oficial desde nuevas mentiras y no como un hecho ya pasado cuyas múltiples y dolorosas situaciones necesitamos (todos) asumir y entender.
Por eso, para VENCER A LA GUERRA, para advertir del gran peligro que supone una nueva falsificación, NO podemos olvidarla porque eso nos expone a repetirla.
La Ley de Memoria Histórica es la versión oficial que falsea groseramente los motivos y consecuencias de aquella guerra, en un ejercicio irresponsable que ha vuelto DEFINITIVAMENTE a despertar el sentimiento de ‘las 2 Españas’ y vamos al choque de trenes. La única manera de que la Guerra Civil quede absolutamente superada por la sociedad actual, es que sea plenamente entendida por ésta pero la LMH pretende justamente lo contrario, establecer un burdo maniqueísmo de buenos contra malos, hacer creer a los más jóvenes que fue un conflicto bélico entre ‘demócratas contra fascistas’, que se trató de una suerte de pacto de sangre entre generales africanistas que habían visto mermados sus privilegios y decidieron atentar contra la indefensa República a sangre y fuego, y eso es una mentira TOTAL.
Escribía Ruyard Kipling en sus Epitafios, reflexión doliente de la I Guerra Mundial: ‘’Si alguien pregunta por qué hemos muerto jóvenes, decidles que nuestros padres nos mintieron’’.
Pues bien, hoy los dirigentes de los partidos de izquierda, nietos e incluso bisnietos de aquellos que sí lucharon y murieron en nuestra Guerra Civil, ESTÁN MINTIENDO, de tal forma que silencian y ningunean las opiniones basadas en la experiencia de aquellos que sí vivieron y sobrevivieron al conflicto y consiguieron que la transición diera paso a nuestra actual democracia.
De ese modo ocurre entonces que los nietos y los bisnietos de aquellos que lucharon, murieron y sobrevivieron a la Guerra Civil, utilizando la ‘verdad’ que la LMH nos quiere imponer a machamartillo, y el presentismo más cínico y perverso, nos obligan en tiempo actual nuevamente a defender la memoria y honra de nuestros abuelos, y lo que es peor en algunos casos, a renegar de ellos. De su memoria y de su legado porque una Ley nos dice, nos obliga a creer que fueron ‘los malos’. Yo no estoy dispuesto a eso. Posiblemente tú, lector/a, tampoco.
La memoria es relativa, subjetiva, individual, casi siempre selectiva. La historia (o historiografía) pretende ser universal y objetiva, al menos objetivable. Unir en un mismo concepto memoria e historia, constituye en sí mismo un oxímoron absurdo solamente planteable por un indigente intelectual o moral, o ambos. Y tal fue Rodríguez Zapatero.
Toda Ley promulgada contiene una carga ideológica en su esencia, y en sus objetivos. La Ley de Memoria Histórica contiene además un matiz. Es perversamente ideológica, y sus objetivos, sectarios.
Parte la LMH de una abominable mentira: la de considerar ‘victimas’ sólo a aquellos que perdieron un conflicto bélico, sin considerar que previamente, fueron victimarios.
Considera además únicamente a los partidos de izquierdas como legítimos representantes de los valores democráticos encarnados en esa idealizada Segunda República, y lo que es peor, señala a todos los partidos de ideología derechista como herederos directos del franquismo, con el objetivo de arrinconarlos no ya ideológicamente, sino éticamente. Dicen los ‘exégetas’ de la LMH que las ‘presuntas’ víctimas del bando republicano ya tuvieron 40 años de ventaja en homenajes. Argumento cuestionable porque entonces ¿Hemos de esperar 40 años a partir de la promulgación de la LMH para estar en un ‘empate temporal’ que conduzca a la verdadera justicia histórica?
El veneno ha germinado en la sociedad española, y sus consecuencias son imprevisibles. Hemos llegado al punto de la ‘anomalía social’ en la que la politización de la sociedad alcanza niveles absolutos. Lo único que importa saber de un hombre, de una mujer, de un libro, de un artista, de un músico…de una propuesta en definitiva, es si es de ‘derechas’ o de izquierdas’. La política se ha adelantado desde el segundo plano que le corresponde, al primerísimo de abarcarlo todo, y lo que es más preocupante, de condicionarlo todo.
El autor intelectual del oxímoron aberrante en cuestión fue Rodríguez Zapatero, allá por el 2007. Pero para que esta LMH haya plantado sus malignas raíces en una sociedad española completamente atomizada, ha sido necesario un cómplice, más aún, un colaborador necesario, y ese no ha sido otro sino el Partido Popular, el Partido Popular de Rajoy, el ‘marianismo’ antes, y el Partido Popular de ahora, el de Pablo Casado, cuya seña de identidad más caracterizada ha sido..¿la de dejarse barba?
Porque el edificio ideológico de este Partido Popular está afectado por el mal de la piedra, y viene de lejos. Concretamente desde el cambio de régimen que se produjo tras los atentados del 11-M.
El Partido Popular por miedo, por complejo, por vergüenza, por falta de convicción, o por todo ello, renunció a respetar su canon ideológico de casa común del centro derecha y simplemente obvió las bases sobre las que se sustentaba su ideario. Resultado entonces: que la dramática situación actual es consecuencia, en buena medida, de casi cuarenta años de “centrismo”, bipartidismo imperfecto y filonacionalismo. Porque aquí, gritan, gesticulan y escriben, entre nosotros, aquellos que declararon “español del año” a Jordi Pujol Soley; los que afirmaron que Juan Carlos I nunca se había equivocado en nada; los que dieron los medios de comunicación hegemónicos a la izquierda; los que promocionaron a Podemos para perjudicar al PSOE; los que defenestraron a Vidal Quadras de su liderazgo en el Partido Popular de Cataluña; los que interpretaron a Manuel Azaña en clave liberal-conservadora; los que aceptaron aquella interpretación sin haber leído al patético alcalaíno, tan sólo para ser tolerados por la izquierda cultural hegemónica; los que se autodenominaron “centro-reformistas”; los que afirmaron que “la economía lo es todo”; los partidarios del pacto a cualquier precio; los predicadores del “sentido común”, sin ser conscientes de que se no se trata de una realidad natural y espontánea, sino de una construcción sociohistórica; los que afirmaban que las leyes de “memoria histórica” carecían de significado político; los defensores a ultranza del Estado autonómico; los patrioteros constitucionales convertidos sólo al final en salvapatrias de prostíbulo, cocaína y tarjeta black; los que olvidaron su pasado; los promotores de legislaciones culturales y lingüísticas discriminadoras del castellano, etc, etc.
Se podrían seguir añadiendo ‘renuncias’ pero ¿Para qué?
Una nación realmente libre y progresista ha de fundamentarse en una sociedad culta, sana, segura y justa, y tristemente resulta que en este Estado de las Autonomías que nos han sumido en una crisis crónica, tenemos tales competencias del Estado transferidas a aquellas, convertidas en Reinos Taifas. Así pues materias tan sensibles como la Educación la Sanidad, la Justicia o la Seguridad, deberían quedar al margen del torbellino político, ser materias realmente ‘de Estado’. Un Estado realmente libre y progresista debería ser capaz de darle a sus alumnos los instrumentos útiles para que éstos formen una opinión propia y formada acerca de la Guerra Civil y cualquier otro aspecto controvertido de nuestra historia, a partir del análisis crítico y motivado de las fuentes, de los hechos y de las circunstancias. Pero no, se ha preferido una Ley adoctrinante y sectaria que el PP no ha podido ni tampoco ha querido derogar cuando ha tenido la oportunidad.
Hoy le retiran calles con sus nombres a personas e instituciones como la División Azul, el Capitán Santiago Cortés, el Capitan Carlos Haya, el escritor Agustín de Foxá o al ahora tan de moda Millán Astray, y se las mantienen a victimarios reconocidos como Rafael Alberti ( durante la Guerra Civil, Alberti y otros intelectuales adscritos al Partido Comunista, realizaron una apología del fusilamiento a través de su revista El Mono Azul, concretamente en la sección ‘A pasear’ en la que señalaban los ‘objetivos’ a fusilar por parte de los aguerridos milicianos, entre los cuales se incluyó a Unamuno por cierto, al considerarlo ‘un traidor’), Santiago Carrillo (uxoricida que mató a su primera mujer- solamente por eso las feministas irredentas de la Ley de Violencia de Género deberían sentir un profundo desprecio por el insigne maltratador y asesino machista, pero no) y que fue el máximo responsable de órden público del genocidio de Paracuellos) o Largo Caballero.
Afortunadamente tenemos el testimonio de diplomáticos de muy diferente tendencia política que dejaron por escrito las atrocidades que cometieron los milicianos del Frente Popular en el Madrid de la Guerra Civil. El papel que desempeñaron las Embajadas durante la Guerra Civil acogiendo a cerca de 20.000 asilados pese a que el ‘democrático’ gobierno del Frente Popular jamás firmó los acuerdos de La Habana de reconocimiento del derecho de asilo y refugio. El ejército popular, el de ‘los buenos’ tampoco firmó nunca la convención de Ginebra en cuanto a tratamiento y respeto de detenidos en tiempo de guerra.
Testimonios como el del diplomático Felix Schlayer ( Matanzas en el Madrid Republicano), encargado de negocios de Noruega, o Carlos Morla Lynch (España sufre: Diarios de Guerra en el Madrid Republicano), de puesto homólogo en la embajada en Chile, son imprescindibles para conocer el ambiente de horror, asesinatos en cantidades industriales y fusilamientos continuados que día a día perpetraban las milicias del PSOE, PCE, CNT, FAI, UGT sobre cualquiera (hombre, mujer, adolescente e incluso niño) sospechoso de ser ‘faccioso’ en aquel Madrid en la que el Gobierno republicano al principio de estallar el conflicto, huyó a Valencia, evidenciando una culpable dejación de funciones, dejando el ‘poder’ en manos de una Junta de defensa en la que no existía ni el más mínimo hálito democrático ni de respeto por los derechos humanos. Los fusilamientos y ‘paseos’ se sucedieron sin solución de continuidad durante los casi tres años que Madrid permaneció bajo el férreo control frentepopulista, y por lo tanto los diplomáticos de las distintas legaciones fueron testigos directos de las matanzas indiscriminadas. Y dejaron constancia de ello…
Vox España, en el lugar donde debe, esto es, en el Congreso de los Diputados, y sirviendo nuevamente de precedente, instó a la derogación de la LMH en un ejercicio de respeto por la verdad histórica, adeudo hacia la auténtica justicia social y anhelo de sincera reconciliación nacional. El Partido Popular nuevamente en esta iniciativa, ni estaba, ni tampoco se le espera.
Y una vez más, el que esto suscribe no se sintió representado por las palabras de Iván Espinosa de los Monteros, sino que muy al contrario, Iván Espinosa de los Monteros me estaba representando a mí al verbalizar todas y cada una de las palabras que perfectamente podría haber pronunciado yo.
Carlos Morla Lynch, diplomático chileno, asiduo a los ateneos libertarios donde se reunía la flor y nata de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, describió a la perfección la bajeza moral de Rafael Alberti en un episodio concreto en donde relata lo siguiente:
‘’ Rafael Alberti ha publicado en un periódico de la noche (21 de abril de 1938) un verso asqueroso refiriéndose al enemigo. Dice así: Hijos de hombre con hombre…’’
Pocas ‘reflexiones’ tan vomitivas y repletas de fobias e ‘ismos’, ¿Verdad? Claro que esto nunca lo contará la LMH. En todo caso, la alabará.
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Lola Rodríguez | Domingo, 29 de Septiembre de 2019 a las 13:25:45 horas
Cuántas verdades en este artículo y qué impotencia siento al ver que el cáncer de la ignorancia crece por segundos. Décadas de adoctrinamiento en las escuelas y con unos padres que a su vez también lo fueron, han dado paso a toda la locura colectiva que vivimos hoy. Una locura que se cree en posesión de una verdad histórica manoseada y tergiversada con fines nauseabundos. Sólo me queda la esperanza en esos niños que no se dejan embaucar y que llegados a la edad adulta piensan con claridad mental porque ven la realidad que les rodea, no la que les han pretendido inculcar para robotizarlos. Como hija de padre chaquetero comunista-socialista, que jamás creyó que la Pasionaria o Santiago Carrillo fueron santos, y que el comunismo -que sometía a pueblos enteros a la hambruna y a la represión- era la panacea divina... pienso que aún hay esperanza.
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