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Ramón de la Cruz
Domingo, 15 de Septiembre de 2019
Sociedad / Casas Regionales

La Casa de Ceuta en Melilla recuerda la historia del 'chocolate Maruja'

Los ceutíes de Melilla festejaron el Día Internacional del Chocolate rememorando los cien años de este dulce hecho en Ceuta

¿Quién no conoce el Chocolate Maruja? Pues... para el que no lo sepa su fábrica está en Ceuta, gracias a una de las familias más emprendedoras de Ceuta, los Borrás. Aquí mostramos, las fotos de uno de los buques insignias de esta familia: la fábrica de chocolate Borrás. Lástima que las redes sociales no permitan transmitir el olor. Mmmmm!! Para quienes no sois de Ceuta: el chocolate Maruja ha formado parte de la vida de los ceutíes desde hace casi cien años. Es muy nuestro, muy "caballa". Y todos los años se venden toneladas y toneladas en Marruecos, Argelia, Túnez... hasta Sudáfrica y... también en la ciudad hermana de Melilla.
 
 
 
En Borras S.L. llevan desde 1917 fabricando y comercializando productos de cacao. Bajo la marca Maruja, estan especializados en sucedáneos de chocolate y galletas con alta calidad y, gracias a su experiencia y a un proceso de modernización continuo, consiguen fabricar el mejor sucedáneo de chocolate del mercado.
 
 
 
Con una amplia presencia en el norte de África, especialmente en Marruecos y Argelia, el objetivo principal desde sus comienzos ha sido el de apostar por la innovación. Sin dejar de lado su valor tradicional, se han ido adaptando a las necesidades cambiantes del mercado.
 
 
Es una empresa dinámica y flexible, siempre cumpliendo con los requerimientos específicos de sus clientes y dándoles una respuesta rápida y eficaz a sus demandas.
 
 
 
Es en el año 1952 cuando la empresa decidió dar un cambio estratégico y producir sucedáneo. Durante años produciendo chocolate, habían observado cómo las tabletas de chocolate de todos los fabricantes se derretían en las tiendas y en los hogares.
 
 
¿Cuál fue la solución? Producir sucedáneo con el mismo proceso con el que elaborábamos chocolate, logrando los mejores niveles de calidad y un producto más resistente al calor.
 
 
Fue así como nació el que puede ser el mejor sucedáneo del mundo.
 
 
 
Fieles a su filosofía de responsabilidad, trabajan con los más rigurosos parámetros de calidad y se someten periódicamente a estrictos controles internos, así como auditorías externas.
 
 
Para ellos es fundamental trabajar con los más altos niveles de exigencia en toda la cadena de valor, procesos productivos y distribución. Es por ello que seleccionan las mejores materias primas, trabajando con proveedores de alto prestigio que se adecuen a sus criterios de máxima calidad.
 
 
 
El fundador de esta fábrica fue un audaz vallisoletano, Constantino Eustaquio López de Pablo, que en 1908 recaló en Ceuta para cumplir con sus obligaciones militares. Cuatro años era el tiempo de permanencia en filas, periodo que aprovechó para trabajar sin descanso en un comercio – almacén de alimentación en el que, además de formarse comercialmente, logró reunir unos pequeños ahorros con los que, a su licenciamiento, le permitieron hacerse con un modesto establecimiento en el mercado.
 
 
 
Merced a una actividad agotadora, aquel gran emprendedor logró poner en marcha a los pocos años dos importantes negocios: una imprenta, a la que dio el nombre de una de sus dos hijas, ‘Olimpia’, y la fábrica de chocolate, a cuyo producto estelar quiso bautizar como ‘Maruja’, en honor de su hija mayor, precisamente el mismo que conservan hoy en día las populares tabletas.
 
 
Para la elaboración de sus chocolates y galletas, Constantino se trajo la maquinaria de Alemania, importando de Cuba directamente la materia prima. Nació así en, 1917, en la Marina, esquina a Alfau, su fábrica ‘La Única’, de la que salieron marcas como ‘Bebé’, ‘La Negrita’, ‘Africano’ y la propia ‘Maruja’. Acreditados productos que fueron merecedores de premios y distinciones en determinadas muestras y ferias dentro y fuera de España.
 
 
Con su negocio en plena expansión, López buscó unas nuevas dependencias que le permitieran ampliar su fábrica e instalar su nueva maquinaria de producción. Le bastó trasladarse tan sólo unos escasos metros, hasta Calvo Sotelo, 58, hoy Marina 30, a los locales que actualmente ocupa la casa de coches ‘Peugeot’, en la que nace una nueva delicia de la casa, el chocolate ‘Pierrot’. Pero por desgracia, Constantino falleció sólo cuatro años después y sus herederos terminaron vendiendo la fábrica a Ricardo Borrás, quien la integró en 1956 en su sociedad ‘Borrás Productos Alimenticios’ que contaba con torrefactos de café importado de Guinea, destilerías de alcohol, una fábrica de hielo y suministros de efectos navales.
 
 
De tal suerte, y al poco tiempo de tomar el testigo de la fábrica, la no menos emprendedora familia Borrás trasladó la industria a su actual factoría  de la Marina, esquina a La Legión, donde desde hace sesenta años sigue elaborándose la producción. Desaparecidas hace algunos lustros conocidas marcas en el recuerdo todavía de muchos ceutíes, como ‘Negrita’ o ‘Pierrot’, la fábrica comercializa en la actualidad sólo las tabletas ‘Maruja’, si bien ampliadas ahora a seis variedades distintas desde aquel primigenio chocolate con almendras.
 
 
En realidad se trata de un sucedáneo de chocolate de primerísima calidad, que nada tiene que envidiar al auténtico como pudo ser el ‘Pierrot’. Razones de conservación llevaron en su día a derivar la fabricación hacia esa fórmula, por su resistencia al calor, no digamos en verano, motivo por el que también dejaron de producir esas otras marcas que muchos todavía tenemos en nuestra memoria.
 
 
Las tabletas ‘Maruja’ llegan a diversos países en Europa y a muchos mercados marroquíes. Para mi sorpresa las vi en la medina de Marrakech, aunque también las hay en otros países africanos. Cuán satisfecho se sentiría hoy Constantino López, sabedor de que las tabletas con el nombre de su primogénita siguen en el mercado un siglo después de que nacieran en aquel vetusto y desaparecido caserón de la Marina, y llegando tan lejos.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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