Carlos Espresati de la Vega es el Primer Caballero Legionario ¿Víctima de suplantación de personalidad? ¿Se puede modificar o falsear la Historia?
En primer lugar, quisiera expresar mi agradecimiento hacia la Real Academia de la Historia por realizarnos el ofrecimiento en cuya gestión estamos. Espero entiendan lo largo del proceso por tratarse de un expediente muy extenso, unos quince años, y sin haber sido estudiado antes.
También a La Legión, no por esperado menos de agradecer, el esfuerzo que están realizando para que se conozca la verdadera identidad del Primer Caballero Legionario, Carlos Espresati de la Vega. Y, además, por concedernos el Honor de realizar la ofrenda de este año al padre del tristemente fallecido comandante D. Juan Francisco Mata Vilches y a mí. Muchas gracias al coronel jefe D. Cayetano José Martínez Alonso por dicho ofrecimiento y, en mi caso, también a la RTVCE que me consta tuvo su importante influencia en el mismo. Fueron unas jornadas inolvidables en las que irremediablemente me acordé de nuestros familiares fallecidos que se fueron sin presenciarlo. Y muchísimas más personas. Es increíble la cantidad de nombres que pueden surgir en un momento: Carlos, Villeval, Terreros, Queija, Arredondo, Fontanes, Salafranca, Benítez (sí, no me he equivocado, también de otros cuerpos), etc y Nayra Solero. Y es que me impactó el cariño que vosotros, La Legión y la ciudad, le procesáis. Tuvo que ser un ser maravilloso para ser merecedora de tanto aprecio. Sois unos privilegiados de haber compartido la vida con ella.
Ahora, en este apartado, quiero relatar el motivo de mi insistencia sobre este asunto. Y es verdad que lo fundamental, su restauración en La Legión, está conseguido. No me quiero olvidar en este punto de los artífices: los señores Francisco José Tortosa Antón y Marcos Llago Navarro. Son un perfecto ejemplo de esa frase tan legionaria de “la muerte no es el final” y los varios preceptos del Credo Legionario relativos al compañerismo. Ustedes los han cumplido, vaya si los han cumplido.
Pero, además, hay incógnitas de cómo se ha llegado a esta situación y mi reiteración de alarma de cómo se pueden aceptar según qué fuentes, con el consiguiente peligro de más decepcionarlos. Y lo que les voy a relatar me parece de mucha gravedad. Los que me conocen saben de mi seriedad y no quiero perjudicar a más personas de las necesarias. Por eso era mi petición del conocimiento de la fuente original. Nadie me podrá negar que lo he intentado, sin respuesta. Más bien, al contrario.
Y no vayan a pensar que nada de mi anterior escrito fue fruto del azar. Lo de la credibilidad, y más en libros de Historia, ya de por sí es suficientemente grave. Porque no me atrevería a decir que en esos textos todo es falso, porque no es así. Pero, del mismo modo, sí puedo afirmar rotundamente que todo no es cierto o que contiene falsedades y más del tipo que van a comprobar. Y eso, a mi entender, ya es alarmante. Esa mancha ensombrece al resto. No sé ustedes, pero yo, cuando encuentro un error así, automáticamente dejo de leer. Y, en lo referente a que los que sean pasen al futuro con la “gloria” que corresponda, me queda una duda: puede que me hayan faltado más comillas.
Esperaba que, poco a poco, se instaurara la verdad y que comunicaran la fuente original. Porque mi petición era solo esa y era por no dañar la imagen injustificadamente de nadie. Pero ha sido imposible. Y si por defender la memoria de nuestro tío-abuelo hay que decir la verdad, no lo duden que se dirá. Sin embargo, veo con asombro que en algunos casos se actúa en contra. En pocas palabras: mientras unos remábamos hacia un lado, nos encontramos quienes lo hacían hacia otro. Ante ésto y el hartazgo ya con la postura de esos “historiadores”, sí lo escribo con comillas para distinguirlos de los historiadores que no creo que se vean representados con esa forma de proceder, me tengo que volver a dirigir a ustedes. Pido perdón anticipadamente si, en algún momento, me expreso de un modo que ustedes puedan considerar incorrecto, pero sepan que hago verdaderos esfuerzos de contención verbal para relatar los hechos.
Ya lo escribí en mi anterior artículo y lo reitero en éste. No permitiré que, con lo que estoy expresando, se ataque a La Legión. En primer lugar, porque no está en mi ánimo y, en segundo, porque estaría traicionando la memoria de Carlos que estoy seguro que se enfadaría. Ya se lo comenté a miembros del Cuerpo en su momento. Si he tomado la iniciativa es por defender la memoria de Carlos, el primero de vosotros, por respeto a nuestra Historia y por todos aquellos que se alistaron entre nuestro tío-abuelo y Marcelo a los que, según mi entender, se les está faltando el respeto. Tampoco pretendo implicar a todos los historiadores porque sería injusto que la actitud de uno o unos ensombreciera al resto. Es más, animo sobre todo a los jóvenes a que se adentren en este tema pero con espíritu crítico, informando de lo que estimen incorrecto. Y, sobre todo, eligiendo bien lo que leen. En este punto, me atrevo a aconsejarles a uno en concreto, para mí uno de los grandes referentes, y en el doble perfil militar-historiador. Me refiero al Teniente General Miguel Ballenilla. Su libro “La Legión Española 1920-1927” es sencillamente magnífico. Y su conferencia “La retirada de Xauen”, genial. La visioné porque Carlos estuvo muy activo en ese período en esa zona. Aquí me voy a permitir el lujo de tutear al Teniente General. No por falta de respeto sino porque, dirigirme de otro modo para lo que voy a decirle, me suena ridículo. Miguel, cuando te vi con la voz entrecortada leyendo el testamento del gran Arredondo, sentí la comprensión del que cree haber notado algo parecido. Pero, en este caso, con mi tío-abuelo. También se me han saltado las lágrimas varias veces por un trato, para mí, indigno. Y te puedo garantizar que, al igual que tú, de carácter estoy sobrado. Estoy seguro que, cuando te enteres de todo, compartirás la misma sensación. De todos modos, y hablo positivamente, en esta historia también ha surgido tu nombre. Si lees estas letras, me encantaría contactar contigo. Y, aunque no lo creas, siento que tu libro me lo ha aconsejado él.
Pero continuemos. Seguí contactando con varios medios para la corrección. Esta vez pocos. La mayor parte de las veces con resultado nulo. Pero es que, visto lo visto, era misión imposible. Me explico. Al parecer hay algún o algunos historiadores que continúan cuestionando la versión de la propia Legión. Y no olvidemos que para su estudio analizaron fuentes primarias. Es decir, en vez de colaborar, se han permitido el desparpajo de poner en duda la verdad oficial y documentada. Dicha duda se refleja en el artículo publicado de fecha 22-09-2025 en “La Iberia” y firmado por D. Juan Manuel Sayago. En su perfil curricular indica que es graduado en Historia por la Universidad de Alcalá de Henares y máster en Historia Contemporánea por la Universidad San Pablo CEU. En primer lugar, quisiera agradecer el que nombre a nuestro familiar, por lo que supongo habrá leído el documento de la Legión. Ahora vamos con los aspectos negativos. Escribe como subtítulo lo siguiente: “Marcelo Villeval Gaitán y Carlos Espresati de la Vega se alistaron el mismo día y ambos murieron a la par en Malmusi” y, con no ser suficiente, en el apartado “VILLEVAL Y ESPRESATI”, en el último párrafo se puede leer “Los reconocimientos cruzados como primer caballero legionario entre Villeval y Espresati hace que se dude con frecuencia sobre a quien le corresponde ese honor. Pero una cosa es cierta: ambos se alistaron el mismo día y ambos murieron a la par en Malmusi”.
Supongo que, para realizar tales afirmaciones y cuestionar la información oficial de la propia Legión, será poseedor de las pruebas evidentes. De lo contrario, bajo mi punto de vista, se trataría de un comportamiento gravemente irresponsable, impropio de un historiador serio. Espero que defina cómo justifica la duda, teniendo en cuenta las fechas detalladas en el informe. Donde parece que usted ve una discusión entre colegas, cada uno con su ego por poseer la razón, yo veo a legionarios que se han jugado y perdido la vida expuestos a que alguien cuente su historia correctamente o no, o directamente mienta. Y podrá comprobar posteriormente la gravedad de lo que digo y el lector podrá evaluar si he usado los términos adecuados o me he quedado corto. Pero, como debe ser, no solo con mis palabras que pueden tener más o menos fiabilidad, sino con documentos. De todos modos, incluyo a la Universidad San Pablo CEU por este motivo y otros que indicaré posteriormente, porque es mi intención que se pronuncie ya que podrían poner en cuestión su prestigio, sin duda injustificadamente.
En este punto, quiero nombrar a otro autor, D. Luis Eugenio Togores Sánchez, vicerrector de la Universidad San Pablo CEU. También se puede hallar su nombre como componente de jurados de obras literarias de temática militar. El hacerlo no es por azar, es debido a que, en mis búsquedas, me aparece con bastante frecuencia. Me inclinaría a decir que de forma abrumadoramente mayoritaria, tanto en textos como en soporte audiovisual. En su libro “Historia de la Legión española” de la editorial “La Esfera de los Libros” cita literalmente: “El 20 de septiembre de 1920 se alistó el primer legionario, Marcelo Villeval Gaitán, un ceutí de treinta años que llegó a brigada ….”. Dada su influencia como experto y divulgador, le hago la siguiente pregunta: ¿comparte usted la versión de D. Juan Manuel Sayago, no coincidente con la oficial de La Legión?. Sé que me va a responder que ya lo ha corregido en algún medio. La verdad que pocos, comparativamente con en los que aparece afirmando la versión de Marcelo. Supongo que es una cuestión de tiempo de implantación pero claramente no compensatoria con el daño anterior, todavía y visto lo visto. Cuando le pido la respuesta, es negando explícitamente la duda de D. Juan Manuel Sayago, y supongo que otros colegas, después del estudio de La Legión. Como la destinataria de este escrito, al no tener su contacto personal, es la Universidad San Pablo CEU, aprovecho para mostrar mi interés en conocer también la postura de dicha entidad.
Para situarnos sobre lo que voy a describir a continuación, les resumo algunos datos de fuentes primarias y oficiales. Es importante para que se hagan una idea.
Carlos Espresati de la Vega era nacido en San Roque (Cádiz), avecindado en Ceuta y firmó su compromiso de enganche, ya realizados los reconocimientos médicos pertinentes, el 21 de septiembre de 1920 en esa misma ciudad. Marcelo Villeval Gaitán era de nacionalidad belga, avecindado en Marsella y firmó su compromiso de enganche el 10 de marzo de 1922 en Figueras (Gerona). Posteriormente se incorporó al Cuerpo en Ceuta. No obstante, si desean leer el estudio completo de La Legión, se encuentra en
https://publicaciones.defensa.gob.es/media/downloadable/files/links/l/e/legion_552.pdf. En concreto, en las páginas 81 a 87.
Existe otro punto y remarco que muy importante que tengan en cuenta para lo que voy a contarles después: el Coronel Liniers, quien emitió la circular número 53 de fecha 22 de mayo de 1930, conocía quién era Carlos Espresati de la Vega. El entonces teniente coronel comandaba la extrema vanguardia en el desembarco de Alhucemas en 1925, al mando de la VI y VII banderas.
La VI fue la más avanzada. La VII, al ser menos experta, hacía funciones de apoyo. Carlos estaba encuadrado en la VI que, si no me equivoco, fueron los primeros en llegar a la playa y los primeros en clavar su estandarte. Dos semanas después, el 23 de septiembre, cayó Carlos en la toma del monte Malmusi. Sigo pensando que algo tuvo que ver en él el Coronel Liniers porque, cuando podía haberse referido simplemente al primero, no se conformó y lo citó con su nombre y dos apellidos, además subrayándolo. Desgraciadamente, no se podía esperar lo que ocurriría en años posteriores.
Ahora vamos al origen de mi indignación. Les muestro un documento que he recibido, cuya fuente desconozco, en el que, como pueden ver, se afirma que Marcelo Villeval Gaitán utilizó el alias de Carlos Espresati de la Vega para alistarse. Sorprendente, además de canallesco. A ver a qué retorcida mente se le pudo ocurrir tal despropósito. Y con qué motivo. Se podría suponer que para apropiarse su historial, que fue tremendo. Se ha escrito que se usaban alias de personajes históricos, pero de Carlos.... Además, informando sus datos de fecha y lugar de nacimiento correctos, nombre del padre, nombre de la madre, etc. Por si hubiera alguna duda, también les aporto su inscripción bautismal. Podemos dar fe en la familia que Carlos fue un personaje real, que se alistó en La Legión. Y no sólo en mi familia, también en Ceuta y en San Roque (Cádiz), después de conversar con familiares que he tenido la ocasión de conocer a raíz de la publicación de la información oficial.
Pero es que, además, existe correspondencia del Cuerpo con sus hermanos en aquellas fechas, debida a su fallecimiento en Malmusi. Y tengan en cuenta, para reafirmar mis aseveraciones, lo que les comenté previamente del Coronel Liniers y su circular y la documentación existente en La Legión.
Pero, aparte, no sé si el que fuera quiso dejar pistas por su desacuerdo con tal maniobra o los que realizaron todo este, me atrevo a llamar, entramado fueron muy torpes. Si fuera elprimer caso, se lo agradezco. Si fuera el segundo, me alegro de semejante falta de pericia.
Me explico. En los datos del boletín de enganche de Marcelo, porque hay uno de él y otro de Carlos, se informa que nació en 1893, de 1,66 de estatura, pelo rubio, ojos azules, color sano y de no haber servido en filas anteriormente.
En el artículo de D. Juan Manuel Sayago se puede leer al referirse a Marcelo: “era un hombre 'de recia contextura, buena estatura, tez morena y voz cavernosa …..'” No encaja mucho, ¿no?. En la obra “Historia de la Legión” de D. Juan José Primo Jurado, publicada por la editorial Berenice y donde se reconoce a Carlos como el primero, a la hora de describir a Marcelo, lo define del siguiente modo: “Marcelo Villeval Gaitán, un ceutí de 30 años, sargento del Ejército que llegaría a brigada en la Legión y moriría en el desembarco de Alhucemas”·. Tampoco encaja mucho, ¿no?.
Marcelo no pudo ser sargento anteriormente porque no tuvo historial militar previo, entre otras cosas. Con D. Juan José Primo intenté concertar una entrevista mediante correo electrónico a su editorial los días 18-06-2025 y 20-07-2025. También lo probé a través de messanger de Facebook. Una pena. Intentarlo lo he intentado. Espero que nos pueda informar también de dónde obtuvo esa descripción porque todo apunta a que la fuente podría ser de dudosa confianza. En este caso, sería deseable que no hubiera más posibles errores en el resto de la obra.
Ahora, veamos los datos del boletín de enganche de Carlos Espresati de la Vega. Se apunta que nació en 1888, de 1,68 de estatura, pelo negro, ojos negros, color moreno y que había tenido historial militar previo, alcanzando el grado de sargento, y habiendo llegado a brigada en La Legión. Su vida militar anterior a La Legión está documentada.
Tomen las descripciones de los textos anteriores de D. Juan Manuel Sayago y D. Juan José Primo y, donde se refieren a Marcelo, coloquen a Carlos. Efectivamente, encaja más. Es verdad que ninguno de los dos era ceutí. Pero, en el caso de Carlos, ya estaba arraigado en la ciudad donde, según mis datos, debió residir desde 1904 cuando su padre fue destinado como jefe de Telégrafos. En el caso de Marcelo, residente en Marsella y supongo que con fuerte acento francés, de hecho firmaba como Marcel, es más difícil que pasara por ceutí. Todo parece indicar que, el que realizó la descripción, estaba viendo a Carlos o lo conocía y, posteriormente, alguien modificó la identidad. Existen más ejemplos en los que no me voy a extender por no alargar más este texto.
Lo que quiero decir, con todo lo anterior, es que todo parece señalar que no se trataba de un error, y menos de apreciación, sino de una mezquina manipulación, además de burda en su ejecución. Y me pregunto, y creo que lógicamente, si no ha habido más. Porque, si se han atrevido con el primero que, no olvidemos, por su singularidad fue mencionado por el coronel Liniers en su circular, no sería de extrañar que hubiera más casos. Puede que el abuelo, el tío-abuelo o aquel amigo de la familia de usted que me está leyendo.
Ahora me quiero dirigir a D. Juan Manuel Sayago. Como es previsible que para atreverse a dudar de las afirmaciones de La Legión habrá realizado una investigación en profundidad, le realizo la siguiente pregunta: ¿conocía la existencia de este documento?. Y pregúntele a sus colegas. Porque supongo que habrá estado asesorado. No sé el carácter que tiene usted. Yo sé cuál es el mío y sé perfectamente que mi reacción sería proporcional a los hechos.
Ante todo lo que he apuntado con anterioridad, como ciudadano que respeta y ama a su país, a los que han dado la vida por ella, a La Legión, a la Historia de España me veo en la obligación de comunicarles a los organismos destinatarios reflejados en el correo electrónico que, según los indicios, apunta a que en la obra “Historia de la Legión española” de D. Luís Eugenio Togores Sánchez hay informaciones que pueden provenir de fuentes que podrían estar basadas en datos manipulados. Y lo hago por responsabilidad, por defender la historia de nuestro tío-abuelo y de sus compañeros legionarios que pudieran estar afectados. Y también, por qué no decirlo, por el profundo asco que me produce que alguien pudiera haber mancillado la memoria de nuestro familiar. Si cualquiera de dichos organismos a los que he remitido este documento necesitara mi colaboración para cualquier acción, sepan que estoy a su entera disposición. No quiero olvidarme de D. Juan Manuel Sayago. Creo que sería interesante que aportara la información y documentación para basar la discrepancia y la duda citada en su artículo con respecto al estudio de La Legión. Estoy convencido que, tanto él como D. Luis Eugenio Togores Sánchez, querrán colaborar para que la ¨gloria” del calificativo recaiga sobre quien debería ser. Si no, aceptaría su decisión. Como supongo que aceptarán lo que puedan pensar los lectores.
Por supuesto, ya que el daño realizado a nuestro tío-abuelo, Carlos Espresati de la Vega, ha sido notorio y, además, la información aquí detallada está lo suficientemente fundamentada, les comunico que haré público este texto con su apoyo documental en cuantos medios sea posible. Porque, como familiares, nos consideramos en nuestro legítimo derecho y porque una acción de este tipo ha de saberse. Los ciudadanos deben tener conocimiento de lo que están leyendo y que aquellos que continúen con la versión anterior y se atrevan a publicarla deben saber que están colaborando a un acto que, bajo mi punto de vista, es ruin y deleznable. Y no me quiero olvidar de las posibles víctimas que puedan existir. Sí, tu abuelo, tu familiar, etc que hicieron Historia en el campo de batalla para que otros desde un despacho construyeran una vulgar historieta.
Aprovecho este escrito para solicitarle a la Real Academia de Ciencias Políticas y Morales, a la que le comuniqué, mediante correo electrónico el 17-07-2025, la detección del error en un texto publicado bajo sus siglas el 10-12-2019, alguna acción para rectificar dicha incidencia. Como he manifestado otras veces, creo en las instituciones y nadie está libre de encontrarse en unasituación de este tipo. La altura de las mismas se muestra en cómo reaccionan ante ella. Y sabiendo, además, que el autor ha tenido una larga trayectoria militar y estoy seguro que compartirá la indignación, no creo que haya inconveniente. Mi propuesta no trataría de modificar el texto, sino de anteponerle otro documento indicando el error no imputable a dicho autor y explicando el motivo del mismo.
Aquí me permito tener una conversación pública con nuestro tío-abuelo. Porque sí, hablamos a menudo: Carlos, algún día me tienes que contar cómo lo has hecho. Porque has sido tú. Yo, que nunca he permitido que me utilizara nadie, me siento orgulloso que lo hayas hecho tú. Hepercibido como, cuando estábamos agazapados, me susurrabas: “aguanta, ahora no” y, cuando ha llegado el momento, te he visto calar la bayoneta y gritar: “¡ahora!”. Yo lo único que he hecho es tenerel privilegio de contar ésta tu batalla.
Perdona, Carlos, pero esa frase que me acabas de decir no la puedo escribir. No te desautorizo, lo sabes bien. De hecho eres consciente que en nuestras conversaciones privadas hemospronunciado expresiones bastantes más gruesas que esa para referirnos a esos que cobardemente te han tratado así. Pero no lo hago simplemente porque esta conversación no es solo entre nosotros dos, sino pública.
Y es que hay que ser necio para no creerse la frase “la muerte no es el final”. Y un buen legionario, y más el primero como eres tú, ni muerto se da por vencido.
Me alegra verte ahora sonriendo, consciente que, cuando los lectores y yo mismo desaparezcamos, a ti te seguirán recordando tus compañeros todos los veinte de septiembre. Ese Honorsolo lo tienen unos privilegiados como tú. Mientras, a los que han querido hacer tal ignominia contigo escondiéndote detrás de otra identidad, les recordarán con su “gloria” correspondiente y, paradojas de la vida, habrán deseado haber usado un seudónimo para hacerlo.
Él me ha pedido que os transmita lo siguiente: “Fuerte taconazo” a Juan José Liniers y Muguiro, Francisco José Tortosa Antón, Marcos Llago Navarro, su familia legionaria, su familia, sus amigos de Ceuta, Cádiz, Sevilla, Álava, Melilla, Málaga, Madrid, Zaragoza, Barcelona, Indiana (EE.UU.), etc. Y estará encantado de que se sume mucha más gente. El único requisito que se pide es ser valiente para defender la verdad. Y debéis saber que hay más caballeros legionarios de nuestra Historia que están dispuestos para calar su bayoneta. Están esperando a que alguno de ustedes les escuche.
A ver si, entre todos, conseguimos que la versión real se imponga, aunque sea por vergüenza o decencia.
“El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad”
(Aristóteles)
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