Open Arms: Misión cumplida
Una vez finalizada la crisis del Open Arms cabe realizar un análisis de cuál es la situación creada por una acción de presunto rescate en alta mar con el resultado de 121 personas rescatadas.
Dejo en manos de otros sobre si lo que hace Open Arms es o no constitutivo de un delito de tráfico de seres humanos. En estas mismas líneas he denunciado el enorme interés que se pone en el rescate en alta mar, y el ningún interés que se pone en la evitación de los asesinatos, abusos sexuales y maltrato que las personas que finalmente alcanzan la línea de costa han ido sufriendo durante su itinerario hasta ese punto intermedio.
Las Organizaciones criminales seleccionan al personal que debe alcanzar uno u otro punto de partida en la costa, o cualquier otro punto de destino, como Ceuta o Melilla, en función de diversos parámetros, como el dinero desembolsado o en el caso de las mujeres, su mayor o menor belleza o las posibilidades de que una u otra ruta puedan responder a una mayor garantía de llegada a Europa, donde seguirá su triste aventura de abusos y maltrato.
Pero creo que todo el asunto de Open Arms tiene una lectura más allá del debate de la acción humanitaria desinteresada. Si analizamos los diferentes pasos dados podremos llegar a una conclusión evidente: toda esta crisis ha sido creada para romper la resistencia de Italia al desembarque de personas rescatadas en alta mar por medios no gubernamentales.
Veamos: Open Arms falsifica el objetivo de su desplazamiento (en términos navales, su matrícula) diciendo que va a proporcionar ayuda humanitaria a Grecia, pero su verdadero objetivo es rescatar pateras cerca de la costa libia. Por ello, el Armador se enfrenta a una cuantiosa multa, algo que parece no importarle, ni siquiera cuando dicha multa pudiera ocasionar el embargo de la embarcación, con lo cual, de hecho se está arriesgando a no poder volver a cumplir su autoasignada misión.
Además, se niega a depositar a los náufragos en puertos seguros africanos, como Zarzis en Túnez (me permito descartar aquí los puertos de Argelia y por supuesto los de Libia), ni en Malta.
Por último, cuando el Gobierno de España le autoriza a desembarcar en puerto español, una vez más el Capitán se niega y señala el de Lampedusa como el único puerto viable, a pesar de que el barco ya estuvo en Italia retenido por la Justicia.
Sinceramente, dos más dos suelen ser cuatro, aunque nos lo disfracen de cualquier otro tipo de ecuación. Tanto empeño en Italia como la única posibilidad hace pensar que el objetivo es Italia, y sólo Italia, y posiblemente la intención sólo fuera ocasionarle un trágala a Salvini -como de hecho inicialmente ocurrió con la Orden de la Fiscalía de que el barco finalmente atracara en Lampedusa-, pero la carambola salió redonda cuando el propio Salvini, en un acto de despecho pretendiendo forzar unas elecciones, dimitió generando una inesperada crisis gubernamental. Lo que no previó Salvini es que la jugada le saliera rematadamente mal, no se convocaran elecciones y finalmente él mismo se quedara fuera del Gobierno.
Con la salida del demiurgo Salvini, sería de prever un relajamiento de las medidas de bloqueo de puertos en Italia, aunque tengo mis dudas. La medida que adoptó el malo de esta película vino motivada de alguna manera por la situación de crisis de inmigración en el país alpino, que era el destino europeo principal de las rutas de trafico de seres humanos por el Mediterráneo. Y la situación no ha cambiado demasiado. Tal es así que recuerdo que la reunión de Ministros del Interior de la UE el pasado 7 de Junio de este año acordó un refuerzo de las medidas anti trafico de personas. Y este es el motivo por el que el Gobierno de España ha actuado en esta ocasión como lo ha hecho, a despecho de la machacona propaganda que se vertió con el caso del Aquarius, y que ha hecho entrar en perplejidad a muchos de los que aplaudieron aquella medida, preguntándose qué es lo que ha cambiado para que el Gobierno español olvide la primera gran medida progresista de su andadura.
Pero a quienes van a pagar las multas por las posibles faltas o delitos en los que hubiera podido incurrir el Open Arms les trae muy sin cuidado si las mujeres de abordo van a ser explotadas sexualmente, o si los menores de edad van a desaparecer al poco de pisar territorio de la Unión vendidos o explotados. A los que financian estas actividades les resulta mucho más importante que las rutas de tráfico queden abiertas. Y en este sentido, no cabe sino concluir: misión cumplida.
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