Por más que me alegre ver que los corruptos en este país acaban rendidos ante el Juez, y que terminan enfilando la entrada de Soto del Real, les puedo asegurar que no me place en absoluto la situación que España torna a atravesar. Esa situación que nos envuelve en la pestilencia de la corrupción que, otra vez, condena a España a saber que volvimos a tropezar en una piedra sobradamente conocido de todos.

Y no me place por un doble motivo: por un lado, la imagen que traslada nuestra Nación al resto del Planeta, de un país entregado a una clase política excesivamente permeable a extralimitarse desde su acta. Por otro lado, por la desconfianza de estar ante el espóiler de lo que pueda ser la siguiente legislatura porque, en realidad, seamos los españoles quienes no terminemos de atrevernos a mirar definitivamente hacia otras opciones que no lleguen lastradas por ninguna mochila de legislaturas precedentes.

Se atisba, pero no termina de llegar ese ansiado día en que los españoles presentes y los por desembarcar en nuestro padrón, podamos decidir el nuevo rumbo. Aunque en ese engordamiento del padrón, que llega forzado y a todo tren, nos podemos encontrar un problema realmente importante. Se habla de más de 2 millones de nuevas personas a las que se les daría nuestra nacionalidad y derecho de voto, entre otras cosas, para poder enviar su papeleta en próximos comicios ¿Quién se los otorga? ¿Quién hace de soslayo una precampaña descarada para facilitarse la permanencia en La Moncloa? 

Encima, vemos como voluntad política para esto, como para tantas cosas, no hay. Baste ver cómo allanan el camino para que la factura crezca y las posibilidades de recaer en el vicio de las corruptelas, se incremente. Urge adelgazar el corpus político español, porque parece que, en España, el número de escaños en nuestras cámaras de representación es directamente proporcional al nivel de corrupción. Pero como la política en España no es política sino show, y el show tiene que continuar, ahí tienen a mis vecinos del norte, los castellanomanchegos, a quienes les han aprobado una reforma de su estatuto autonómico para aumentar el número de diputados en próximas elecciones de 33 a 55. Hay mucho que mantener, y a mayor frondosidad del bosque, mayor dificultad tiene el Sol de la transparencia de llegar hasta el fondo…

Por cierto, un aumento de escaños en el hemiciclo castellano que parte de un nuevo acuerdo entre ambos socialismos, el rojo de siempre, y el azul ese que dice que no quiere nada con el rojo, salvo si es para este tipo de cosas. Y es que, del socialismo azul poco, muy poco se puede esperar que tenga que ver con la coherencia (recordemos; Pacto Verde Europeo, reparto de TC, del CGPJ, de la RTVE… etc., etc.).  A nada renunciaran, no esperen que rompan acuerdo alguno que deje sin poltrona y taco gordo mensual a sus elegidos para semejantes sitios.

Nos queda, pues, tiempo de mucho ruido y a saber si de algún asunto más que aporte algo al criterio de los españoles, con un presidente chivato sobre unos cimientos cada vez más carcomidos por unos niveles de corrupción (que pretenden estructural), que también quieren normalizar ¿Estaremos yendo hacia un modelo Haití?