Lo último de la pareja Díaz- Sánchez
Lo que Yolanda Díaz -la empática y meliflua ministra- acaba de proponer, no es una medida social, es una legal declaración de guerra contra la propiedad privada, contra la Constitución y el sentido común. Su plan para resolver el grave problema de la "inquiokupación" —esa plaga moderna que arruina a familias enteras— no tiene desperdicio y convierte al propietario en sospechoso, al okupa en víctima y al Estado en cómplice del saqueo.
Según la ministra comunista, si el dueño se ve privado de su vivienda por un inkiokupa, el Estado le “compensará” con un dinero por las molestias y mientras el okupa se queda con la casa pagando un alquiler “asequible”. Y si no puede pagarlo, no hay problema: lo asume el Estado. Es decir, tú, yo y todos los españoles que aún trabajamos, pagamos impuestos y creemos en la ley.
La fórmula es digna de un manual del mejor populismo bolivariano: se priva al propietario de su bien, se premia al infractor y se exprime al contribuyente. Una aberración legal que convierte el delito en derecho y la responsabilidad en estorbo. Es el sueño húmedo de todo revolucionario de despacho: la expropiación sin decreto o el robo bendecido por el Boletín Oficial.
Y dentro del límite ya parece que estamos en Venezuela. Solo nos falta ver a Maduro paseando por las calles españolas gritando a diestro y siniestro su social conjuro: "¡Exprópiese, exprópiese!". Porque en el fondo, eso es lo que nos están vendiendo con una falsa sonrisa paternalista y verbo meloso: un Estado que reparte lo ajeno y santifica el abuso.
Pero más allá del disparate ideológico, la propuesta de Yolanda Díaz tendría consecuencias reales y devastadoras. En lugares como Ceuta, donde el mercado de la vivienda está asfixiado, esta política sería letal.
No se trata de proteger al vulnerable, sino de castigar al cumplidor. Ya no importa el contrato, la ley o el derecho. Importa el relato. Y en ese relato, el propietario es el burgués explotador, y el okupa, el nuevo héroe proletario que se apropia de lo “socialmente justo”.
Mientras tanto, Pedro Sánchez calla. Como siempre. No desautoriza a Díaz ni frena esta locura porque le conviene. Ella agita el avispero, y él recoge la miel como beneficio electoral. Lo poco que se nota la caída del PSOE en las encuestas actuales se debe a que recoge votos de SUMAR. El silencio del presidente es mucho más que cobardía: es colaboración. La España de Sánchez ya no protege al que produce, sino al que parasita. ( Y visto en positivo resultado cada día son más). Y lo peor de todo es que cuenta con la pasividad de un presidente que, mientras ella juega a revolucionaria de salón, sigue subido en el Falcon, gobernando por titulares y destruyendo por omisión.
Esta medida, presentada con el disfraz de “justicia social”, es una expropiación encubierta. Si el Gobierno decide quién vive en tu casa, cuánto debe pagar y qué pasa si no paga, la propiedad privada desaparece. El ciudadano deja de ser libre y pasa a ser siervo del Estado. Un Estado que no genera riqueza, pero la reparte como si le perteneciera.
Esta es la España que construye el sanchismo: una nación donde trabajar, ahorrar y cumplir la ley se castiga, y vivir del cuento se premia. Una España que demoniza el esfuerzo y glorifica la trampa. Una España que se desangra entre subvenciones, okupas, discursos vacíos y miles de asesores de la misma cuerda.
Si el Gobierno sigue por este camino, pronto no quedarán viviendas en alquiler, ni inversores, ni seguridad jurídica. Solo quedará un Estado hipertrofiado, devorando lo poco que queda de la clase media, y unos dirigentes que, entre aplausos y decretos, repiten el conjuro venezolano: “¡exprópiese!, exprópiese”.
Lo que propone Yolanda Díaz no es política social: es saqueo con forma de ley.
España se desliza, suave pero firmemente, hacia el precipicio del intervencionismo total. Cuando el Estado ampara al okupa y castiga al propietario, la justicia deja de existir. Y cuando el poder se arroga el derecho de decidir sobre tu casa, sobre tu dinero y sobre tu esfuerzo, la libertad ya ha muerto.
Yolanda y Sánchez no lo dicen en público, pero su mensaje es claro: “Lo tuyo es nuestro”.
Y eso no es ni de lejos democracia. ¡Es puro socialismo en su fase terminal!
Si George Orwell levantará la cabeza vería confirmado todo lo que escribió en algunas de sus obras.
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