A Pedro no le consta casi nada. Ni Koldo, ni Ábalos, ni su hermano, ni su mujer. No se acuerda de nada, no sabe nada, no se ha enterado de nada. ¿Prostíbulos de su familia política en los que, al parecer, hubo incluso algún tiroteo? ¡Eso qué es! Pedro de eso no sabe nada. Pero, oye, conoce la historia de la Gürtel como si la hubiera protagonizado. Va camino de convertirse en el - ustedes ya me entienden - de España, con eso de ser el último en enterarse de todo lo que ocurre en su casa.

No digo yo que haya que eludir el recuerdo de la corrupción de otros. Sin embargo, que esto sirva de excusa para no asumir responsabilidad alguna en relación a hechos sobre los que nos inundan evidencias, parece poco asumible, por más que la Justicia deba decidir. La misma Justicia sobre la que estos brincan, para exigir responsabilidades a otros sobre asuntos de no menor trascendencia, léase Mazón y los trágicos acontecimientos provocados por la DANA por el levante español. (Cuando escribo esto se publica que pudieran estar dedicándose a alentar ruido donde debía haber respeto).

Pero a Pedro no le consta, y España en su constante histórica, seguramente actúe, así se espera, como manda la lógica, y a Pedro, en su escaso conocimiento de los hechos objetos de comisión de investigación (para él de difamación o, directamente, de circo, en una mofa hacia la institución absolutamente reprensible), le cueste la poltrona, esa a la que se refería días atrás su prófugo mantenedor. 

Con todo, hasta en estas circunstancias, nos encontramos con esa ley no escrita de la compensación que también alumbra al socialismo. Así, vemos a quienes les sigue constando que la papeleta del PSOE existe. Y estos, o bien se esconden -más que resguardar su privacidad- en las cabinas de la votación, o bien llevan oculta desde sus hogares la papeleta socialista, para volver a poner encima de la mesa el sentido de la responsabilidad que a todos nos apela cuando de decidir la gobernabilidad de España se trata. La disyuntiva se plantea ¿es antes el proyecto de partido (sabiendo que la reincidencia no cesa), o el devenir de la Nación? 

La reincidencia como vicio. Reincidir en la confianza hacia un proyecto que ya lastró a España en tiempos de Felipe (del que ahora tanto rehúyen), con una ristra de casos de corrupción que ahora, con otros nombres, vuelven a repetirse, o de quien parece haber sucumbido al brillo del petrodólar, Zapatero investigado en la actualidad por sus vínculos con el régimen chavista y otros de su entorno.  Desde el socialismo azul no aportan nada muy distinto, ya se encargan los de rojo de parapetarse sobre semejante mal de muchos.

Mientras, a la Justicia sí le comienzan a constar indicios, pruebas, grabaciones y declaraciones, que apuntan la gravedad de un asunto que señalan, entre otras cosas, la indiferencia de los implicados hacia los designios de España siendo sus responsables. La Justicia, último refugio de nuestra esperanza, se tomará su tiempo hasta sentenciar, dando pie a otro sinfín de recursos, y demás piezas de nuestro garantismo legal que, posiblemente, condicionen sin fallo expreso, el contenido de los sobres electorales de los españoles en el cumulo de convocatorias que nos esperan en los próximos meses.

Esperemos que el resultado en las actas de escrutinio terminen constándonos a todos como todos esperamos.