
El hijo de España: Venezuela, su diáspora y la restauración de la dignidad hispana
Historia compartida y herencia de la Hispanidad
Venezuela es hija directa de España. No solo en lengua, fe o costumbres, sino en espíritu: una tierra forjada en la tradición hispánica, que heredó la disciplina, la ética del trabajo y la visión de civilización que caracterizó a la Corona española. La Hispanidad no es un concepto romántico, es un legado activo que moldea sociedades, culturas y mentalidades.
Durante siglos, Venezuela floreció gracias a esta herencia, produciendo hombres y mujeres que construyeron ciudades, rutas comerciales, instituciones y valores. Sin embargo, con la llegada del chavismo, la patria se sumió en un caos económico, social y moral, rompiendo ese vínculo histórico de productividad, libertad y mérito. La diáspora venezolana que hoy se encuentra en España no es un simple exilio: es la continuación de un linaje civilizatorio, un acto de restitución de la dignidad hispana.
La diáspora venezolana en España: ética, mérito y trabajo
El 85 % de los venezolanos residentes en España trabaja y cotiza a la Seguridad Social, un porcentaje superior incluso al de los españoles nativos, y muy superior al de otras comunidades inmigrantes como marroquíes, argelinos, hondureños o colombianos. Esta no es una estadística trivial: es la evidencia tangible de una cultura del esfuerzo que caracteriza a este pueblo.
Vienen no a vivir del Estado, sino a producir, a integrarse, a aportar, manteniendo intacta su dignidad. Cada negocio, cada hijo educado, cada contribución social es un acto que honra tanto a la España que los acoge como a la Venezuela que dejaron atrás. Mientras algunos buscan ventajas políticas o sociales, ellos demuestran que el verdadero valor se conquista con trabajo y constancia, y que la inmigración sensata debe reconocer y premiar el mérito.
España y la complicidad política
Mientras la diáspora venezolana honra la hispanidad con su trabajo, el gobierno español mantiene relaciones complacientes con los dictadores de Caracas. España se convierte así en testigo de la barbarie, aceptando el narcoterrorismo como interlocutor diplomático. Esta actitud contrasta radicalmente con la conducta de los venezolanos, que mantienen viva la ética del esfuerzo, la dignidad y el honor, aun en el exilio.
Cuando el régimen chavista caiga (y caerá) se verá con claridad que fue la diáspora, no la diplomacia, la que preservó el honor y la cultura de Venezuela. España tendrá entonces la obligación moral de reconocer, premiar y proteger a este hijo ejemplar, que mantiene intacta la herencia hispánica.
Isabel Díaz Ayuso: Musa del Hispanismo
Elige la mayoría de los venezolanos el Madrid de Isabel Díaz Ayuso. Allí encuentran un espacio donde la libertad, el esfuerzo y la responsabilidad no son meras palabras, sino principios que sostienen la sociedad. Ayuso es una Musa del Hispanismo, una figura que trasciende la política local y se erige como símbolo de la España viva y orgullosa de su historia. Su recepción en Florida y en numerosas instituciones de América evidencia que su liderazgo es percibido como faro de libertad y defensa de la civilización hispana.
Bajo su mandato, Madrid se convierte en un refugio para quienes buscan producir, educar y prosperar con libertad y seguridad. Su ejemplo demuestra que la España que reconoce el mérito y la responsabilidad no se somete ni se corrompe, sino que crece y fortalece a quienes comparten sus valores.
María Corina Machado: la hermana en las Américas
En América, María Corina Machado encarna la garra y la firmeza que Ayuso representa en España. Su lucha contra el chavismo, su defensa de la democracia y de los derechos humanos, su compromiso con la justicia y la libertad, la convierten en la hermana continental de Isabel Díaz Ayuso, reflejando el mismo espíritu de resistencia, integridad y defensa de la hispanidad.
Ambas son símbolos de una Hispanidad activa: Ayuso desde Madrid y Machado desde América. Ambas representan la misma ética: la libertad no se negocia, el mérito se demuestra y la dignidad no se traiciona. El pueblo venezolano encuentra en estas figuras modelos de conducta, inspiración y guía, reafirmando que la verdadera nobleza se demuestra con hechos y no con discursos.
La restauración de la dignidad hispana
El pueblo venezolano es un espejo en el que España debería mirarse. Mientras otros piden, ellos producen; mientras otros callan, ellos actúan; mientras otros dependen, ellos construyen. Son la prueba viva de que la nobleza se demuestra y que la hispanidad sigue siendo fuerza activa en el mundo.
Cuando el chavismo caiga, quedará claro que la diáspora no solo sobrevivió, sino que preservó los valores más nobles de Venezuela y de la Hispanidad. Isabel Díaz Ayuso y María Corina Machado son los faros que iluminan ese camino: símbolo de libertad, mérito y ética en dos continentes. Su ejemplo demuestra que la Hispanidad no es un recuerdo, sino una realidad viva, combativa y capaz de sostener naciones enteras.
España tiene un deber moral: reconocer, proteger y aprender de este hijo que, a pesar de la tiranía, sigue siendo un verdadero reflejo de su madre patria. La diáspora venezolana es, en efecto, el hijo digno de España, y su ejemplo debe inspirar tanto a nativos como a inmigrantes: la libertad y la dignidad solo se sostienen con esfuerzo, integridad y orgullo
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