
“Todo es un acto político”
Que empresas públicas o peor aún, administraciones públicas amparen y propicien la participación de equipos israelíes en actos deportivos es un blanqueamiento del Genocidio cometido en Gaza y hasta un apoyo al mismo. Que contraviene la Carta Olímpica por más que las distintas federaciones nacionales e internacionales intenten confundirnos. Y hablando de confusiones o subsanación de errores, me voy a centrar en alguien que Alfonso Rueda que en su apoyo al minuto de silencio por las “víctimas inocentes del genocidio en la Franja de Gaza y Cisjordania” en el Parlamento de Galicia ha condenado la actuación genocida de Israel y dicho: “Sabemos conscientemente que acabamos de condenar un genocidio” A los populares ceutíes con Vivas a la cabeza no se les ocurre no solo imitar sino superar, por razones obvias, este tipo de movimientos de denuncia de vulneración de los Derechos Humanos ¿Cuántos niños más deben ser asesinados y sufrir la crueldad inhumana de las ambiciones israelitas en Gaza?
Hagamos un poco de memoria y veamos como los regímenes totalitarios siempre han utilizado el deporte como una poderosa herramienta de propaganda para proyectar una imagen de fortaleza y superioridad ideológica, moldear a la sociedad y manipular la conciencia pública, además de la opinión. A través del deporte se pretende proyectar una imagen de legitimidad de sus actuaciones, la remodelación del orden moral hasta ese momento existente creando una línea de pensamiento única sin opción de crítica, evidentemente también se persigue la movilización y control social haciendo ver a su población que si no se permite a sus deportistas participar en alguna competición, porque por ejemplo su Gobierno está cometiendo un genocidio, es una afrenta contra todo el país y no un freno a las políticas genocidas llevadas a cabo. En definitiva, lo que están es lanzando una campaña brutal de propaganda ideológica.
Las guerras no solo se ganan en el campo de batalla sino en el de la comunicación y los libros de historia. Pero en Gaza no hay una guerra sino un genocidio que cada vez más países reconocen abiertamente. Vuelvo a señalar al PP ceutí y su jefe, sin olvidarme de que el PSOE hace apenas “unos minutos” que comenzó a utilizar este término abiertamente. “Unos minutos” y cerca de veinte mil niños asesinados. Ceuta es una ciudad en la que existe una convivencia muchísimo más frágil de lo que nos quieren hacer ver. Es realmente un valor que debemos cuidar y mimar entre todas. Nadie debe poner en riesgo la misma y menos potenciar el enfrentamiento entre comunidades culturales al tomar partido de alguna manera por blanqueamiento del genocidio desde una posición institucional. Insisto, señores del PP ceutí miren hacia Galicia.
Cuando un equipo israelí participa en una competición deportiva defendiendo los valores del Estado genocida está transmitiendo un poderoso mensaje de impunidad y legitimación de las acciones perpetradas por su Gobierno en Gaza. Y hablo de Estado y Gobierno indistintamente porque están demostrando unidad sin fisuras en la matanza y ejecución de la planificación final para Gaza. Las personas que nos manifestamos contra su participación no vamos contra el deportista, sino contra la política de exterminio que están perpetrando sus dirigentes. Eso hay que entenderlo, pero es más fácil manipularlo como elemento propagandístico totalitario. Es la doble utilización del deporte por parte de los genocidas, si se les deja participar publicitan sus actuaciones y si se les impide se victimizan. Es una estrategia “win win” para ellos.
Solo tiene una profunda grieta y es que no se ha comprendido que el deporte no solo está al servicio del poder, sino que es un excelente medio para que el pueblo se haga escuchar. Para que el pueblo reivindique. Para que el pueblo apoye causas justas y denuncie la ignominia.
El incomparable Antonio Machado nos enseñó el camino: “Haced política porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros y, probablemente, contra vosotros” y lo complementó Soul Etspes: “Efectivamente el ser humano es un animal político aunque a veces es más alimaña que humano”
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