Ceuta Ya! considera que lo sucedido en CEIP Ramón y Cajal es de “extrema gravedad” porque “refleja, de manera nítida, el problema estructural que el Partido Popular, con su dejación de funciones, ha generado en lo que se refiere a la conservación de los centros escolares”. Y es que, desde su punto de vista, “la red de centros se encuentra en un estado lamentable desde hace mucho tiempo”, razón por la que la formación ha decidido instar a la Delegación del Gobierno a “exigir a la Ciudad que cumpla con sus competencias de mantenimiento y conservación de los colegios de Educación primaria”. 

Para Ceuta Ya!, “el Ministerio no puede inhibirse en esta cuestión. A través de la Delegación tiene que obligar al Gobierno de la Ciudad a hacer lo que por ley le corresponde hacer, esto es, mantener en buen estado la red de centros”, algo que los de Vivas, en opinión del grupo local, “no han hecho jamás”. Es más, desde el partido sostienen que el Gobierno del Partido Popular, “que lleva gobernando un cuarto de siglo, pasa olímpicamente de todo lo que tenga que ver con mejorar la calidad de la educación. Y los datos hablan por sí solos”. 

En ese sentido, Mohamed Mustafa de Ceuta Ya! recuerda que “llevamos años denunciando esta cuestión, pero es imposible lograr que el Gobierno de la Ciudad se preocupe lo más mínimo de mantener y conservar en buen estado los colegios. Y es por eso que entendemos que el Ministerio debe tomar cartas en el asunto, con sus correspondientes acciones ante la Justicia si es necesario”. De hecho, el secretario general de Ceuta Ya! cree “lo del Ramón y Cajal puede entrar en el terreno de lo delictivo”, dado que, considera Mustafa, “la dejación de funciones de la Ciudad forma parte de una estrategia deliberada que lo que busca es que el estado de los colegios sea tan desastroso que la ‘conservación y mantenimiento’ pase a convertirse en ‘inversión estructural’ para que así sea competencia del Ministerio y tener respaldo legal para no hacer nada”. Y finaliza: “Esto no puede caer en el olvido, no se puede pasar por alto, no podemos normalizar lo aberrante. Lo que ha ocurrido en el Ramón y Cajal debe suponer un punto de inflexión”.