
Centrémonos en lo importante
Hay que centrarse en lo importante, amigo lector. Basta ya de irnos por las ramas. Basta ya de preocuparse por nimiedades que a nada conducen. Basta ya de mirarnos el ombligo sin pensar en los demás. España tiene un problema, uno solo, uno gravísimo. Y el resto es cháchara.
El asunto más grave de España, a 19 de septiembre de 2025, se llama Gaza. Ya nos lo dijeron en la escuela: España limita al norte con el mar Cantábrico; al sur, con el mar Mediterráneo; al oeste, con Portugal; y al este, con la República Catalana y con la Gaza de Hamás. Gaza sólo nos tiene a nosotros. Sus hermanos musulmanes están lejos. Muy lejos. Jordania le pilla lejos. Egipto le pilla lejos. Líbano le pilla lejos. Turquía le pilla lejos. Arabia Saudí le pilla lejos. Irán le pilla lejos. Qatar le pilla lejos. Sólo cuentan con nosotros, sus vecinos, en su batalla contra Israel.
Para nuestra vergüenza, los españoles estamos demasiado atentos a nuestra corrupción socialista, a la apropiación del Estado por el PSOE, a los escándalos de Radiotelevisión Espantosa y a las encuestas mentirosas de Tezanos. Y así, mientras nos distraemos con banalidades, los israelíes masacran a miles de gazatíes por nuestra desidia, por nuestro pasotismo y por no tener bombas atómicas.
No paramos de hablar de las putitas de Ábalos, de las trapacerías de Koldo, de los sucios negocios del Tito Berni, de nuestros agricultores estafados, de nuestros autónomos saqueados y de nuestro vergonzoso papel en la OTAN. Y mientras tanto, perdidos en nuestras chorradas, nuestros vecinos gazatíes se están muriendo de hambre.
Decimos que nos preocupan los millones de euros robados por Cerdán y su banda del Peugeot, la financiación ilegal del PSOE, los misteriosos viajes de Zapatero a Venezuela, las maletas de Delcy en el aeropuerto de Madrid, los intentos de soborno de Leire La Fontanera y las andanzas malignas del Fiscal Borrador del Estado, pero nos olvidamos de esos niños gazatíes despedazados por las bombas de Israel.
Nos acordamos a todas horas del presidente del Gobierno, Pedro Saunas, e incluso le mentamos a la madre; pero ignoramos a esas otras madres gazatíes que, a pocos metros de nosotros, son torturadas por Israel.
Egoístamente, nos preocupa que nuestros jóvenes no encuentren vivienda barata, pero no pensamos, ni por un momento, en los jóvenes gazatíes que ya han perdido sus casas, sus refugios, sus lanzacohetes y sus túneles.
Se nos incendian los bosques, es verdad. Y ningún político pone medios suficientes para prevenirlos o apagarlos. ¿Pero acaso no son peores los incendios gazatíes? Pues eso.
Cerramos en verano nuestros Centros de Salud, las listas de espera son espantosas, y los médicos españoles huyen al extranjero como alma que lleva al diablo. Pero ¿qué son esas pequeñas cosillas en comparación con la ausencia de médicos en Gaza, con sus hospitales destruidos, con sus enfermeras muertas, con sus niños sin vacunar?
Nos quejamos de la inmigración incontrolada, de que nuestras fronteras son más débiles que un parche de mortadela y de que la inseguridad ciudadana no para de aumentar. ¿Y nuestros vecinos gazatíes? ¿Tienen acaso fronteras? ¿Tienen seguridad ciudadana? ¿Tienen parches de mortadela?
En los bares, entre cerveza y cerveza, hacemos chistes del hermano músico de Pedro Saunas, ese tal David Azagra que se escondía en La Moncloa mientras declaraba vivir en Portugal para no pagar impuestos. ¿Y qué? ¿Es dicho compositor musical más importante que el genocidio de Gaza? ¿Es quizá más destructiva su Danza de la Chirimoya que las balas disparadas por soldados israelíes contra un pueblo esencialmente bueno que acudió masivamente a socorrernos cuando los atentados islamistas de Madrid sembraron de cadáveres las calles de nuestra Patria?
Nos preocupa que el presidente del Gobierno, Pedro Saunas, llame prevaricadores a los jueces que investigan a su familia, y que el déspota se apodere de la Justicia con cambios legislativos a la carta. ¿Y qué? ¿Hay Justicia acaso en territorio gazatí? ¿Son menos que nosotros nuestros hermanos palestinos?
Criticamos injustamente a la mujer de Pedro Saunas por dirigir una cátedra con el título de bachiller, una cátedra en la que ella misma, curiosamente, no podría matricularse como alumna. ¿Y qué? ¿Es que acaso el nivel de enseñanza en Gaza es mucho mejor que el de España? ¿Hay acaso escuelas en Gaza? ¿Hay maestros en Gaza? ¿Hay Universidades en Gaza? Y lo que es peor: ¿hay cátedras de Transformación Social Competitiva en Gaza? Pues eso.
Perdemos el tiempo en discutir sobre asuntos que carecen de importancia (los trenes que no llegan, el catalán por cojones, la amnistía a los golpistas, la financiación privilegiada de Cataluña, el exceso de asesores y enchufados…) mientras los genocidas israelíes, sin motivo alguno de peso y aprovechándose de nuestra parálisis, han entrado en Gaza a sangre y fuego.
Creemos que los okupas que se apoderan de nuestras viviendas son un problema importante. ¡Ilusos! ¡Egoístas! ¿Cómo osamos hablar de okupas cuando los verdaderos okupas son los israelíes, esos monstruos sionistas que han okupado un pueblo musulmán siempre pacífico, siempre sensato, un pueblo gazatí que siempre apostó por la paz?
Todo sea por Palestina, amigo lector. Si hace falta que el Gobierno promueva algaradas callejeras, que las promueva. Si hace falta poner en peligro a la policía y a los ciudadanos ante los especialistas en kale-borroka, los ponemos. Si hace falta cargarse el turismo y la imagen de España, adelante. Si hace falta destrozar nuestros propios eventos deportivos y culturales, se destrozan. Si hace falta que no vayamos al próximo mundial de fútbol, pues no vamos. Si hace falta que Ada Colau haga el ridículo en un barco, que lo haga. Todo sea por Gaza. Nunca te dejaremos sola, Palestina del alma, como jamás hemos dejado solo al pueblo saharaui en manos de Marruecos. Ya se encarga Pedro Saunas.
España, amigo lector, y tal vez en solitario, tiene dos misiones ineludibles, dos misiones planetarias, y a ellas dedicaremos en esta década la totalidad de nuestros esfuerzos y de nuestros recursos: acabar con el cambio climático mundial y ganarle una guerra a Israel en venganza por sus fechorías con nuestros hermanos palestinos. Todo lo demás, nos sobra. Es la geografía la que lo pide: tenemos a Gaza al lado, y a Pedro Saunas muy lejos.
Cagoentóloquesemenea y mitad del cuarto más.
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