El sevillismo está pasando las de Caín, y esto es casi literal. El hijo del padre, en palabras del último, está llevando a la ruina económica no sólo al Club que dice representar (y en el que nadie se siente representado por él), sino a su propio progenitor y al conjunto de sus hermanos.

El tal Junior, escudándose en que el SFC es un SAD en la que mandan las acciones, de las que él ha reconocido recientemente no poseer más que unas pocas (frente a las más de 30.000 entre propias y representadas por su padre, máximo accionista del Sevilla Fútbol Club), ha consentido que el heptacampeón de Europa caiga en lo ignominioso. Desde esa actitud, el sevillismo ha conocido como trabajadores de reconocida trayectoria en el Club, eran despedidos; departamentos como el de historia, que han sembrado su ejemplo en otros clubes, eran cerrados; la imagen del Club arrastrada por los suelos por la falta de respeto de presidente y vicepresidente a actos y tradiciones destinadas a reconocer al Sevillismo histórico (como el último acto de Fieles de Nervión, sevillistas con 25 años o más de carnet, abandonados), en un uso sin escrúpulos de figuras y leyendas del SFC, tras de las que se esconden tratando de escapar de su propia vergüenza. 

De la situación económica está casi todo dicho: capital y fondos propios dilapidados; deudas que obligan a recurrir a créditos bancarios que condicionarán el futuro de la Sociedad durante décadas; incapacidad de reforzar la plantilla como otrora se realizaban, porque se duda y mucho de la capacidad del club a la hora de cobrar, obligando a la dirección técnica al recurso de la cesión o a la búsqueda de jugadores libres con el consiguiente riesgo que conlleva del rendimiento que se espera. Eso sí, todo muy bien costeado por una afición que continúa pagando a precio de Champions lo que la Liga pasada pudo convertirse en perdida de categoría.

Pues bien, si los posicionamientos pueden significar división, a veces sirven para recordar el rumbo correcto a seguir. Yo, desde mi ser y sentir en sevillista, siempre me consideré delnidista. Consideren el hecho de que el juniorismo, si es que existe, lo constituye la cohorte que le vota y le mantiene, y la pequeña pléyade de pelotas típico de sátrapas y dictadorzuelos. Estos sabrán…

Por su parte, Del Nido Benavente frente a sentencias, medios untados, etc., no pretende llegar por llegar. Siempre presentó su proyecto, cargado de gente extraordinariamente preparada para asumir la gestión que ahora necesita el club. Y si de solicitar experiencia personal se trata, ahí está su palmarés, no sólo el de los títulos, sino aquel que fraguó en su momento para sacarnos de una situación sumamente delicada y encaminarnos hacia lo que hemos vivido en los últimos 20 años. 

En su relación como padre estuvo a la altura, como mínimo, de la de presidente, y en medio de una familia rota, procuró ofrecerle una salida de la mayor dignidad a Junior, quien rehusó de la misma por lo único que ha demostrado valer: dinero. 

En esta tesitura en la que ni el hijo sabe, ni al padre se le ha olvidado, con el Sevillismo huérfano de un líder que le guíe y le defienda de la negligencia y la inoperancia actual, la puerta debería estar abierta a una solución existente y viable si se le deja comenzar a trabajar ya.

Tomen nota las cohortes susodichas que deben permitirlo. Nadie conoce el paño como quien tejió cada uno de los hilos de su tejido moderno. Su pródiga vuelta, urge. 

Su sillón le espera. 

A la atención de D. José María del Nido Benavente