Sábado, 11 de Octubre de 2025

Actualizada Viernes, 10 de Octubre de 2025 a las 17:44:28 horas

Hanan Ahmed con la majzeni marroquí Karima Benaich, Embajadora de Marruecos en España Hanan Ahmed con la majzeni marroquí Karima Benaich, Embajadora de Marruecos en España
Juan Sergio Redondo
Sábado, 23 de Agosto de 2025

Entre Marruecos y Ceuta: Sonrisas peligrosas

La política se mide en gestos. Y el gesto de Hanan Ahmed, diputada del PSOE por Ceuta, al acudir como invitada de honor a un festival en Tetuán financiado por Mohamed VI, tiene un peso que no puede ignorarse. No hablamos de un concierto ni de una fiesta inocente: hablamos de un acto en el que la prensa marroquí la presentó no como representante española, sino como una figura marroquí destacada.

 

Lo más preocupante no es solo esa manipulación, sino el silencio posterior. Ni la diputada ni su partido corrigieron ni aclararon nada. Callaron mientras Marruecos utilizaba su presencia para reforzar un relato que cuestiona la soberanía española sobre Ceuta y Melilla.


Ese silencio es el verdadero problema. Marruecos lleva años desplegando una estrategia constante: asfixiar económicamente a Ceuta, presionar con crisis migratorias y, en paralelo, insistir en foros internacionales en que Ceuta y Melilla son “ciudades ocupadas”. En ese contexto, que una diputada ceutí se preste a alimentar esa narrativa —aunque sea por omisión— resulta inaceptable.



Un representante público tiene una obligación irrenunciable: defender los intereses de quienes lo eligieron. Y los ceutíes eligieron a sus diputados para que defiendan la españolidad de su ciudad, no para posar sonrientes junto a quienes trabajan día y noche para cuestionarla.


El PSOE tiene aquí una responsabilidad mayor. No basta con el silencio cómplice. O se desmarca con claridad de lo ocurrido o acabará transmitiendo la idea de que Ceuta es una moneda de cambio más en su relación con Marruecos. Y eso sería letal para la confianza de los ceutíes en sus instituciones.



Ceuta no puede permitirse representantes ambiguos. Ceuta necesita voces claras, firmes, inequívocas. Porque esta ciudad no es un experimento diplomático ni un espacio en disputa: Ceuta es España. Y quien la represente debe tener la valentía de decirlo siempre, en cualquier lugar y ante cualquiera.

 

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