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Redacción
Miércoles, 20 de Agosto de 2025
Geopolitica

El heredero al trono de Marruecos se pasea en barco frente a Ceuta mientras la sucesión genera tensión interna

Marruecos, país cuya estabilidad política ha dependido históricamente de la figura central de la monarquía alauí, enfrenta un panorama de incertidumbre en este 2025 dadas las especulaciones sobre la salud del rey Mohamed VI y las tensiones internas relacionadas con la sucesión al trono. La posibilidad de una transición de poder, ya sea por abdicación o por el deterioro físico del monarca, ha desatado un debate sobre el futuro liderazgo del reino, con el príncipe heredero Moulay Hassan como sucesor natural y el príncipe Moulay Rachid, hermano del rey, como una figura alternativa que genera controversias dentro del majzén, el círculo de poder que rodea al monarca.

 

En tanto que primero fue Mohamed VI quién se dejó ver por las costas de Castillejos en su yate en los días en que centenares de marroquíes se echaban al agua huyendo del país para tratar de alcanzar las costas españolas de Ceuta y en las últimas horas ha sido Muley Hassan quien fue visto con escoltas cerca de las aguas de España próximas a la ciudad autonoma, los chirríos internos no cesan pese a que la familia real marroquí trata de normalizar la situacion disfrutando, como es costumbre, del verano en su palacio de Rincón (Mdiq).

 

 

La salud de Mohamed VI y la sucesión

Mohamed VI, de 62 años, gobierna Marruecos desde 1999, consolidando un reinado marcado por reformas sociales, como la modernización del Código de Familia, y una política exterior nacionalista, especialmente en torno al Sáhara Occidental. Sin embargo, desde 2018, su estado de salud ha sido objeto de especulación, con informes que apuntan a que padece sarcoidosis, una enfermedad autoinmune que afecta los pulmones y los ganglios linfáticos, causando fatiga, pérdida de peso y problemas respiratorios. Imágenes recientes, como las de la Fiesta del Trono en julio de 2025, muestran a un monarca visiblemente debilitado, con dificultades para mantenerse en pie, lo que ha alimentado rumores sobre una posible abdicación.

 

La Constitución marroquí, en su artículo 43, establece que la sucesión al trono es hereditaria y se transmite por línea directa masculina, designando a Moulay Hassan, de 21 años, como el heredero natural (sería Hassan III). Sin embargo, su juventud y falta de experiencia han generado dudas en ciertos sectores del majzén, la estructura de poder que incluye a la familia real, la cúpula militar, los servicios de inteligencia y la oligarquía empresarial.

 

Estas dudas han abierto la puerta a especulaciones sobre posibles maniobras para favorecer al príncipe Moulay Rachid, hermano menor del rey, quien, a sus 55 años, es percibido como una opción más experimentada.

 

 

Las facciones del majzén y las intrigas palaciegas

El majzén, descrito como una "pirámide de poder" que sostiene la monarquía, está dividido en dos facciones principales en torno a la sucesión. Una apoya a Moulay Hassan, el heredero designado, quien ha sido preparado desde joven para asumir el trono como Hassan III.

 

Su educación en derecho, economía y geopolítica, así como su creciente presencia en actos públicos, como los paseos en barco cerca de Ceuta en este verano de 2025, refuerzan su posición como continuador de la dinastía alauí.

 

Sin embargo, algunos sectores del majzén temen que su inexperiencia y la posible influencia de su madre, Lalla Salma, quien mantiene tensiones con ciertos círculos cercanos al rey, lo conviertan en un líder vulnerable.

 

La otra facción respalda a Moulay Rachid, quien ha asumido un rol más visible en los últimos años. Rachid, descrito como ambicioso y con experiencia en asuntos diplomáticos, es visto como una alternativa pragmática para un país que enfrenta desafíos internos, como protestas sociales por condiciones laborales, y externos, como las tensiones con Argelia y España.

 

Sin embargo, su candidatura ha generado controversias, con rumores, amplificados por medios franceses y argelinos, que lo acusan de maniobras para desestabilizar a Moulay Hassan, incluyendo especulaciones sobre la muerte en 2020 del conductor del príncipe heredero y del coronel Youcef El Adadi, un aliado cercano. Estas acusaciones, aunque no verificadas, han intensificado las sospechas de una lucha de poder en el palacio real.

 

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Filtraciones y escándalos de inteligencia

A las tensiones sucesorias se suma un escándalo que involucra a los servicios de inteligencia marroquíes, revelado en este 2025 por filtraciones publicadas por Maghreb Online y Barlamane.com. Estas señalan una "guerra interna" entre la Dirección General de Seguridad Territorial (DGST) y la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), con acusaciones de corrupción, narcotráfico y manipulación política.

 

El caso de Mehdi Hijaouy, exnúmero dos de la DGED y asesor de Fouad Ali el Himma, un influyente consejero del rey, ha agravado la situación. Hijaouy, ahora fugitivo, es acusado de estafa y emigración ilegal, pero se le considera una "caja de secretos" que podría revelar información comprometedora sobre el majzén y su relación con la sucesión. Estas filtraciones vislumbrarían un plan para controlar el proceso sucesorio, generando una crisis de confianza en los aparatos de seguridad.

 

 

Implicaciones geopolíticas

La incertidumbre sobre la sucesión tiene repercusiones más allá de Marruecos. España, un aliado clave pero con relaciones marcadas por tensiones recurrentes, observa con preocupación un posible cambio de liderazgo. El gobierno de Pedro Sánchez considera a Marruecos un socio "prioritario" en temas como la inmigración y el terrorismo, pero teme que una transición abrupta pueda generar inestabilidad, especialmente en un contexto de presiones marroquíes sobre Ceuta y Melilla. La crisis migratoria de 2021 en Ceuta azuzada por Marruecos y que acabó con invasion de más de 15, marroquies fue atribuida por el Centro Nacional de Inteligencia a una estrategia de presión de Rabat. Es un precedente que alimenta estas inquietudes.

 

En el ámbito regional, Argelia, rival histórico de Marruecos, podría aprovechar las tensiones internas para fortalecer su posición en el conflicto del Sáhara Occidental. Las recientes maniobras navales marroquíes cerca de El Aaiún y Dajla, en 2024, fueron interpretadas como una reafirmación de soberanía, pero también generaron alarma en Canarias, subrayando la sensibilidad de la región. Además, las alianzas de Marruecos con Estados Unidos, Israel y países del Golfo contrastan con la postura más aislada de Argelia, lo que podría exacerbar las rivalidades en el Magreb.

 

 

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Un reino en la encrucijada

A pesar de las tensiones, la sucesión parece estar formalmente resuelta a favor de Moulay Hassan, como lo estipula la Constitución y la tradición alauí. Sin embargo, las intrigas palaciegas, las divisiones en el majzén y los escándalos de inteligencia determina que la transición no estará exenta de desafíos.

 

La salud de Mohamed VI, aunque tratada como un secreto de Estado, es el factor determinante que podría acelerar el proceso. Mientras tanto, la monarquía mantiene su legitimidad gracias a una estructura de poder robusta, respaldada por los servicios de inteligencia y el ejército, que garantizan cierta estabilidad a corto plazo.

 

El papel de Moulay Hassan, quien combina gestos simbólicos como los paseos en barco cerca de Ceuta con una preparación académica sólida, apunta a una estrategia para consolidar su imagen como futuro rey.

 

No obstante, las acusaciones contra Moulay Rachid y las filtraciones sobre los servicios de inteligencia podrían complicar el panorama, especialmente si Hijaouy revela información comprometedora desde el extranjero. Para España y otros aliados, la clave estará en gestionar las relaciones con un Marruecos en transición, evitando que las tensiones internas se traduzcan en acciones de presión en el Estrecho o en el Sáhara Occidental.

 

Marruecos enfrenta un momento crítico en el corto y medio plazo, con la salud de Mohamed VI como catalizador de una posible transición de poder.

 

La lucha entre facciones del majzén, las acusaciones de conspiración en los servicios de inteligencia y la rivalidad entre Moulay Hassan y Moulay Rachid dibujan un escenario de incertidumbre. Aunque la sucesión está legalmente asegurada, las dinámicas internas y las implicaciones geopolíticas mantienen al reino en una encrucijada, con el potencial de afectar la estabilidad regional.

 

La comunidad internacional, especialmente España, observa con atención, consciente de que el futuro de Marruecos dependerá de cómo se resuelvan estas tensiones en los pasillos del palacio real.

 

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