Sábado, 04 de Octubre de 2025

Actualizada Sábado, 04 de Octubre de 2025 a las 11:57:07 horas

José Antonio Ávila López
Domingo, 17 de Agosto de 2025

Somos un país acomplejado

[Img #24661]Afirman los entendidos del noble arte del toreo que "torear es engañar al toro sin mentir". Si algo en común tienen las Españas de los 80 y la actual es que eran y son un país acomplejado "deseoso de ser querido fuera". Ya se sabe aquello de : si escucha a alguien hablar bien de Inglaterra, es inglés.

 

 

Si escucha a alguien hablar mal de los ingleses, está ante un francés. Pero si escucha a un caballero hablar mal de las Españas no cabe duda, es español. Si uno se permite el lujo de hablar de este país en plural es porque se crió escuchando historias de reyes godos de las Asturias de España. No hace mucho leí una columna de opinión traducida del francés : "no me avergüenzo de admirar a ese jovencito que va a presidir mi país durante los próximos cinco años (...), no soy humorista, sino novelista y como tal lo que me gusta de Macron es que es un personaje de novela". Así, en casi un párrafo, el columnista francés en cuestión queda a tal altura que nuestras Españas siguen siendo las mismas que en los 80 : un país acomplejado deseoso de ser querido fuera.

 

 

Quizás la Generación del 27 retrató como nadie esa apatía : hartazgo de un país en el que es mejor hablar a media voz desde siempre, "no vaya a ser que la piel fina ajena resulte quemada". Pongamos el ejemplo de si uno va a una plaza de toros y realiza un viaje panorámico desde cierto tendido, de izquierda a derecha, y se encuentra con otros tiempos, con otra ciudad dentro de la ciudad : Ava Gardner reposando sus brazos sobre el capote de Luis Miguel Dominguín, Rocío Jurado con una montera de Espartaco, Julio Iglesias con la puerta principal a sus espaldas vistiendo una sonrisa que sigue siendo atemporal. ¡Sí, porque aquí todos somos modernos hasta que aparece una charanga!

 

 

En la ciudad que vive dentro de la ciudad, en la ciudad del ejemplo de la plaza de toros, uno tiene la certeza de haber cometido algunos errores, tomados éstos por los errores de juventud, y así seguimos con más situaciones dentro de la plaza : Sebastián Palomo Linares perdiendo sus pasos en el callejón que precede al miedo, y las miradas de nostalgia de mujeres que se pierden en el tendido buscando el cielo cómplice, porque como dijo no sé qué poeta : "un hombre no es hombre hasta escuchar su nombre de los labios de una mujer".

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