Jueves, 02 de Octubre de 2025

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Antonio Palomar García
Viernes, 15 de Agosto de 2025

Del racismo en la España actual

Somos testigos como, desde hace unos años, la intensidad y la preocupación por la inmigración legal y, sobre todo, la ilegal ha ido incrementándose por parte de los distintos gobiernos estatal y autonómicos de España.

 

Se destinan ingentes cantidades de dinero público no ya a procurar que cese el caudal de seres humanos que nos llegan a diario sino, muy al contrario, ese dispendio de las arcas público se consigna a facilitar, a fomentar, promover y mantener la continua llegada a nuestras costas de personas engañadas, antes con no sé qué futuro, y ahora bien informadas de todo el serial de ayudas económicas, a cambio de nada y sin requisitos que aportar, con las que aquí les esperan para proveerles nuestros muy espléndidos gobiernos.

 

Los mismos gobiernos que, de no aceptar sus consignas, tardarán menos que un parpadeo en llamar racista a quien así actuare. A partir de aquí cabe preguntarse ¿quién es aquí el racista? Llevamos ya ni se sabe, innumerables debates, tertulias, entrevistas, intervenciones parlamentarias en las que el leitmotiv viene siendo, directa o indirectamente, el racismo en España, para acabar siempre igual, tildando de racistas a unos españoles sí y a otros no. Y ello apelando a eso que los progres llaman nivel de empatía hacia el foráneo llegado legal o ilegalmente.

 

El racismo nos lo han inoculado a base de hacernos sentir culpables frente a leyes, subvenciones y promociones varias para facilitar todo cuanto nos llega. Se siembra la semilla del racismo a base de facilitar las condiciones para ello.

 

Se yerra el tiro. España, salvo casos contados, hace mucho, pero que mucho tiempo, dejó a un lado el racismo. Ocurriendo que en nuestra Nación lo que se ha producido es una proyección del racismo de quien lo fomenta en quien lo padece, terminando por culpar a estos últimos.

 

Racista es quién facilita y promueve, fomenta y subvenciona “el efecto llamada” de legales y, especialmente, de ilegales a expensas de la seguridad y el erario público. A costa del intento, esperemos que baldío, de revertir una cultura secular fundamentada y desarrollada desde el humanismo cristiano, la filosofía griega y el derecho romano. 

 

Con la distorsión producida a la hora de atribuir la condición racista al pueblo español, pretenden arredrar, apocar a la población llamándola racista, cuando la única aspiración de nuestra Patria fue a cuidar lo que siempre fue, la nación que se limitó a defender su esencia, a ser lo que es por lo que ha sido para seguir siéndolo.

 

Negocios aparte, otra cuestión a dirimir, sólo queda culpar al pueblo, o a la parte que no transige con la situación, de ir contracorriente; contra su propia fe (lo de apelar a la coherencia religiosa tiene su punto, viniendo de dónde viene); contra la propia sociedad, a la que suponen satisfecha de la nueva situación que se le provee; contra eso que llaman la nueva normalidad, que cada vez apunta más al gran acuerdo para controlarlo todo.

 

Se suele decir que se recoge lo que se siembra, que no hay acción sin reacción. Plantéense quién asume cada papel en todo esto. 

 

La opinión de Ceuta Ahora se refleja únicamente en sus editoriales. La libertad de expresión, la libertad en general, es una máxima de filosofía de este medio que puede compartir o no las opiniones de sus articulistas

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