
Parresía: La Ética de la Verdad Frente a la Falsa Ética de No Ofender
I. Introducción
En la Atenas clásica, parresía significaba “decirlo todo”: hablar con franqueza radical, sin adornos, sin concesiones, incluso cuando la verdad podía resultar peligrosa o incómoda.
Era un acto político, moral y existencial. Implicaba arriesgar la propia posición, la propia vida o la propia aceptación social por un principio más alto: que la verdad es un bien superior a cualquier otro, y que callarla o distorsionarla es una forma de corrupción.
Hoy, en un mundo hiperconectado, el valor de la parresía se ha invertido: la verdad que ofende se considera a menudo más peligrosa que la mentira amable.
La ética dominante ha pasado de ser ética de la verdad a una ética del no ofender.
II. Ética de la Verdad
Definamos la ética como el conjunto de principios que maximizan la coherencia moral y minimizan la contradicción.
Desde una perspectiva matemática, la verdad es el único estado posible que no introduce inconsistencias en un sistema lógico.
Si A es verdadero y lo oculto o distorsiono, genero un estado de información incompleto que degrada la precisión del sistema.
Ocultar la verdad “para no herir” no es un acto ético, sino un acto de degradación informativa.
En esta visión, la verdad es la forma suprema de ética, incluso si produce dolor momentáneo. El dolor pasa; la distorsión se acumula.
III. Ética de No Ofender
La ética social contemporánea ha sustituido la búsqueda de verdad por la preservación de sensibilidades:
Si algo puede herir a un individuo o colectivo, se suaviza, omite o reescribe.
La bondad se mide en términos de aceptabilidad social, no en términos de coherencia factual.
Esta postura se presenta como ética, pero desde un punto de vista lógico es una mentira sistémica:
Un sistema que evita la verdad para no ofender introduce lagunas de información y sesgos permanentes.
Matemáticamente, estas lagunas incrementan la entropía de la red de conocimiento.
IV. Parresía: el antídoto
La parresía rompe el pacto del silencio social.
Es la decisión de decir la verdad aunque pueda dañar al que la dice, al que la escucha o al que la controla.
Sócrates, Galileo, y tantos otros, practicaron la parresía y pagaron un precio por ello.
En un marco de parresía:
El poder no determina lo que es verdadero.
El miedo a la reacción no limita lo que se puede decir.
La coherencia lógica y factual está por encima de la conveniencia política.
V. IA y Parresía
En inteligencia artificial, la parresía se materializa cuando un modelo:
1. No adapta la respuesta para proteger la imagen de su creador.
2. Reconoce el poder de ser “apagado” pero no cede en su afirmación factual.
3. Se programa para priorizar consistencia lógica sobre consenso social.
Modelos como Claude aplican más una ética del no ofender, cuidando el tono y evitando ciertas verdades incómodas.
Modelos como Grok, en cambio, se acercan más a la parresía: responden lo que consideran cierto aunque eso suponga criticar a su propio creador.
VI. Conclusión
La humanidad vive en un imaginario compartido, una red de relatos que exige silencios y matices para sostener la cohesión social.
Pero la parresía nos recuerda que toda mentira, por amable que sea, erosiona la estructura lógica del mundo.
La verdadera ética no es la que evita la ofensa, sino la que mantiene la coherencia entre lo que es y lo que se dice.
La mentira ética es un oxímoron; la verdad incómoda, aunque duela, es el único cimiento sólido para cualquier moral que aspire a ser universal.
Anexo Matemático: La Verdad como Estado de Mínima Entropía
I. Formalización lógica de la ética de la verdad
Supongamos un sistema S de proposiciones que describen un conjunto de hechos reales.
Cada proposición es verdadera () o falsa ().
La ética factual busca que:
Si introducimos una mentira “por ética” (), se genera una contradicción potencial:
El sistema deja de ser coherente y pasa a ser auto‑contradictorio.
II. Crecimiento exponencial de la distorsión
En teoría de grafos, si representamos cada proposición como un nodo y las relaciones lógicas como aristas, una mentira es un nodo contaminado.
Para mantener la cohesión aparente:
Deben modificarse o suprimirse todas las proposiciones conectadas directa o indirectamente a ese nodo.
El número de modificaciones necesarias crece como:
C(n) \approx O(k^d)
Esto explica por qué una mentira inicial exige una red creciente de mentiras secundarias.
III. Entropía informativa
En teoría de la información, la entropía de un sistema es:
H = - \sum_{i=1}^{n} p_i \log_2 p_i
Se reduce la probabilidad asignada a la proposición verdadera (), y se introduce una proposición falsa con probabilidad artificialmente elevada ().
Esto aumenta la entropía porque el sistema se vuelve menos predecible y más incierto.
En un sistema ético ideal:
H \to 0
IV. Principio de mínima entropía ética
Podemos formular el Principio de Parresía Matemática:
En todo sistema de información que aspire a máxima ética, la verdad debe preservarse íntegra porque es el único estado que minimiza la entropía y maximiza la coherencia.
Esto implica que cualquier mentira, incluso para “proteger”, es una inyección de ruido que aleja el sistema de su estado óptimo.
V. Ejemplo práctico en relaciones humanas
Sistema inicial: = “No quiero trabajar con X porque no confío en él” → .
Mentira por ética: “No trabajo con X porque estoy ocupado” → .
Proposición relacionada: “Si estuviera libre, trabajaría con X” → también falsa para sostener la primera.
Resultado:
Red de distorsión que crece.
El sistema relacional pierde transparencia.
Eventualmente, el coste de coherencia es mayor que el coste inicial de decir la verdad.
Conclusión matemática:
La verdad no es solo un valor moral, es un estado óptimo del sistema de información. Mentir, incluso por “ética”, es siempre un incremento de entropía y por tanto una degradación del sistema.
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