«El Bosco», grandísimo y excelso pintor, fuera de toda clasificación y etiquetaje, que sin abandonar su ciudad de nacimiento en el norte del Ducado de Brabante en los Países Bajos, y gracias al interés que suscitó en Felipe II, dejó en España lo mejor de su inmensa e increíble creación. -

Todo lo demás parece ser un misterio imposible de resolver, porque nos sigue pareciendo imposible de traducir todo lo complejo y complicado de las representaciones que se reflejan en sus tablas y lienzos. Su obra maestra es «El Jardín de las Delicias», que acabó guardada como todo el mundo sabe en un monasterio.

Y es que no es hasta después de nuestra Guerra Civil española que fue mostrada a los ojos de los visitantes del Museo del Prado en Madrid, la capital de nuestro Reino. Esta espectacular obra pictórica es una mezcla de ideas y conceptos apabullantes e inmensos, y llega a conseguir que "perdamos el norte" y no sepamos en qué orden leer o interpretar todo aquello que tenemos ante los ojos y que nos deslumbra y nos deja maravillados. 

Si «El Bosco» viviera en nuestros tiempos, personalmente yo no tendría reparo alguno en pedirle algo : «Pínteme usted España, pero como la ve, y no se preocupe, que ya no paga el rey, ya no paga el duque, y los compañeros de gremio andan muy despistados. Haga usted lo que quiera y como quiera, que le va a quedar que ni pintao». Continuaría yo hablando con «El Bosco» de esta forma : Si no se puede llamar «El Jardín de las Delicias», llame usted al cuadro «El Edén de los corruptos», que parece casi igual y dice un poco más.

Y ponga a todos los personajes como Dios los trajo al mundo entregados a todas esas actividades que ocultan a los ojos de quienes sufrimos las consecuencias». El resultado sería un lienzo o una tabla desgarradora, y puede que algo tenebrosa y pérfida, pero maravillosa porque saldría del alma y de las manos de «El Bosco», uno de los genios pictóricos universales.