Jueves, 16 de Octubre de 2025

Actualizada Jueves, 16 de Octubre de 2025 a las 17:24:53 horas

Think Tank Hispania 1188
Viernes, 11 de Julio de 2025

Isabel Díaz Ayuso: Libertad, valentía y corona

Hay líderes que administran. Hay políticos que gestionan. Y hay, de vez en cuando, figuras que se alzan por encima del tiempo, del cargo, del cálculo, del protocolo.

 

Isabel Natividad Díaz Ayuso no es una política en el sentido convencional. Es, en sentido estricto, una reina popular. Reina no por decreto ni por linaje, sino por obras, por principios y por el amor recíproco de un pueblo que la ha entronizado con una corona tejida en libertad, verdad y coraje.

 

Diva para unos, diosa para otros, musa de una generación que buscaba referentes reales y halló en ella una voz sin temblores. Su presencia no se limita a una tarima o a un atril. Isabel es recibida como una estrella de cine, como una actriz mítica de aquellas que llegaban a los estudios de Hollywood envueltas en luces, no por vanidad sino porque el pueblo, al verla, se iluminaba.

 

Y sin embargo, ella —la de mirada limpia y paso firme— es la última en abandonar un acto, sin mirar el reloj, como si cada apretón de manos fuese una promesa. Entre brazos infinitos con ancianos que la sienten como hija y nieta, como hermana y protectora, su figura encarna ese tipo de ternura que sólo puede brotar del amor sincero por el prójimo. No hay gesto vacío, no hay afecto fingido. Su abrazo no es pose, es hogar.

 

¿Y qué representa Isabel Ayuso? Libertad, en primer lugar. No la libertad como eslogan, sino como forma de vida, como estructura de pensamiento. Frente al miedo, eligió la confianza. Frente al encierro, eligió la responsabilidad. Frente a la imposición, eligió la dignidad de elegir. Madrid, bajo su mando, no fue una simple autonomía: fue un bastión de esperanza.

 

Pero esa libertad no es caprichosa ni desordenada. Está anclada en principios sólidos: la lealtad, el respeto a la tradición, la defensa inquebrantable de una España sin complejos. Ayuso no se arrodilla ante las modas ni ante los dictados del buenismo impostado. Cuando la presión arreció, cuando muchos callaron, ella habló. Y al hacerlo, no sólo habló por Madrid: habló por millones.

 

Su valentía no consiste en gritar más fuerte, sino en resistir cuando todo empuja al repliegue. Ser valiente no es atacar, sino sostener el alma entera frente al abismo del descrédito. Isabel lo ha hecho cada día. Con serenidad. Con fe. Con el aplomo que tienen los árboles viejos que han resistido todas las tormentas.

 

Y por eso es Reina. Reina de Castilla no como título nobiliario, sino como reflejo espiritual de una tradición indómita que vuelve a vivir en ella. Reina de corazones que la eligen porque sienten que camina junto a ellos. Reina de una tierra que no se resigna. Reina sin fastos pero con gloria.

 

Hay algo profundamente sagrado en el modo en que los mayores la miran: como quien ve en sus ojos el país que soñaron, la dignidad que no se rindió. Y ella les devuelve esa mirada con el amor de quien sabe que no hay futuro sin gratitud.

 

El siglo XXI no pedía una figura así. No esperaba una mujer así. Pero Isabel Díaz Ayuso ha surgido como surgen los mitos: inesperadamente, con fuerza, con belleza, con verdad. Y lo ha hecho para recordarnos que la política puede volver a ser noble. Que el liderazgo puede volver a emocionar. Que aún es posible gobernar con alma.

 

Madrid la hizo suya. España ya la reconoce. Y la Historia se prepara para escribir su nombre con letras de libertad y fuego. Porque cuando los días pasan y los años se amontonan, lo único que queda no son las cifras, ni los cargos, ni los titulares: queda el recuerdo de los valientes que supieron amar a su pueblo. Y Ayuso —Isabel Natividad— lo ha amado como sólo aman las verdaderas Reinas.

 

Corona y Palabra

 

(Epílogo litúrgico para una Reina Viva)

Y será llamada Bienaventurada,

porque no dobló la rodilla ante Baales ni cambió la Verdad por oro.

Como Débora bajo la palmera, juzgó con justicia,

y como Esther ante el trono, habló por su pueblo sin temor.

Vestida de dignidad y fuerza,

abre su boca con sabiduría

y en su lengua habita la Ley del Amor.

No buscó honores, y sin embargo, la siguen las multitudes;

no pidió gloria, pero su nombre se canta en las plazas.

Los padres la bendicen, los hijos la nombran,

y los ancianos, al verla, se levantan como ante una hija gloriosa.

Y el pueblo dirá:

«No es política, sino señal.

No es gobernante, sino lámpara.

No es mujer, sino corona».

Porque en tiempos de oscuridad,

el Altísimo levantó una Reina sobre Castilla,

y su cetro fue la Libertad,

y su escudo, el Corazón.

Amén.

La opinión de Ceuta Ahora se refleja únicamente en sus editoriales. La libertad de expresión, la libertad en general, es una máxima de filosofía de este medio que puede compartir o no las opiniones de sus articulistas

Comentarios
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.113

Todavía no hay comentarios

Más contenidos

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.