Uno y otro y otro y otro, y así hasta más de 50 agentes de la Guardia Civil muertos en acto de servicio desde 2016. 50 servidores de España con sus 50 familias. 50 olvidos que desgraciadamente no serán los últimos. 50 muertes inútiles porque quien debe hacer algo, no hace más que mirar para otro lado, para llevarse la sorpresa de que compañeros de esos 50 entran sin aspaviento alguno en la sede de tu partido, buscando papeles de tus compañeros que se lo estaban llevando calentito, mientras para los que fallecen no hay más que postureo de caras compungidas, de esos que regresarán a sus despachos a seguir sin hacer nada.

Curiosamente la provincia de Cádiz ha sido el escenario de las últimas pérdidas en el Benemérito Cuerpo del Duque de Ahumada: Barbate, la AP-4 y la N-IV. La Cádiz que eligió a Marlaska, esa Cádiz que, por adelantado, cuenta con el olvido de todos para cualquier cosa, fue esa provincia a la que llegó Marlaska para olvidarse de ella en cuanto recaudó sus votos para mantener su escaño en el Congreso.

Aquí en Cádiz, el doble riesgo de ser agente de nuestras policías se concreta, vistos los hechos, como en ningún sitio. El doble riesgo que corren los propios policías a diario, y el que advierten sus familias ante la amenaza de desmoronamiento familiar que la pérdida del padre o la madre pueda provocar.

Cuando escribo esto, estarán velando las últimas horas entre nosotros del cuerpo de Carlos. Su compañero David pelea por su vida aún en el hospital. Por su vida y las de los que de él dependan. 

Mientras tanto, no se atisba afán de rectificación por parte de nadie. Marlaska, el que podría cambiarlo todo, no está. Esperarle es tiempo perdido, son otras las cuitas que le desvelan, si es que al personaje alguna vez le desveló algo, más allá de una UCO que ni él ni Bolaños aciertan a ponerle coto. 

En el pecado llevan la penitencia, la que les inflijen aquellos a los que todo se lo niegan. 

Más de 50 compañeros muertos en acto de servicio. 10 más fallecieron quitándose la vida por las condiciones de vida que su trabajo les ofrece. Si nos vamos a los datos desde 2005, ya lo han visto, la cifra te descompone: 226 suicidios. 

Y aún hay quien, al despedirse en una fiesta, dice aquello de “ten cuidado, no vaya a estar la Guardia Civil”. Tengan cuidado cuando ellos no estén, porque por usted, por todos nosotros, son y serán siempre, siempre, leales al lema, que no es simple ornamento en las puertas de sus cuárteles y comandancias: TODO POR LA PATRIA. 

Lo del estado de esos cuarteles es otra más en el debe del tal Marlaska. Lo de los instrumentos para que realicen su trabajo, un ejemplo más de la eficiencia al 100% con unos medios absolutamente obsoletos. Los vehículos son verdaderas tartanas frente a los que utilizan aquellos de quienes nos tienen que proteger. Cuando recibieron los vehículos eléctricos ¡no tenían donde enchufarlos! Compraron 157 motos eléctricas inútiles. 2 millones de euros desperdiciados. 

La lista de deficiencias en la gestión y en las necesidades es larga, tremenda. Aún más grave es la indignación que causa el olvido, el desprecio, la falta de reconocimiento (que, si les llega, es de aquella manera), la pena… 

Darle la vuelta a esto está en nuestra mano ¡Ni uno más!

¡Viva la Guardia Civil!