Pedro Sánchez está muerto políticamente. El hecho de que siga al frente del PSOE y como Presidente del Gobierno es absolutamente significativo e incluso sintomático. La gangrena de la democracia española afectada por la enfermedad de la corrupción es evidente y notoria. La putrefacción aparece nítidamente reflejada en la cara del Presidente tanto en la rueda de prensa como en las intervenciones en el Congreso. Un personaje como Sánchez jamás habría llegado hasta donde lo ha hecho sin que otros, e incluso el mismo, hayan estado realizando tejemanejes varios que en unos casos rozarían la ilegalidad y en otros entrarían de lleno en ella. Tenemos una democracia por desarrollar y claramente mejorable, afectada por el turnismo, me niego a decir bipartidismo porque la expresión utilizada la define con mayor precisión.

Recordemos que nos referimos a un sistema político español de la Restauración borbónica, que se sustentaba en un pacto entre los partidos Conservador y Liberal para alternarse pacíficamente en el poder, bajo la supervisión de la Corona. Algo eminentemente hispano. La particularidad es que considero que ese turnismo fue y es una alternancia consensuada por la derecha y la derecha disfrazada de progresismo tutelada por la Monarquía para hacer uso de la corrupción como instrumento de poder y muy especialmente de enriquecimiento personal. Turcorrupcionismo. Que podemos definir como la alternancia pacífica en el expolio de lo público por parte de la clase política bendecida por Iglesia y Corona.

Ese mayo de 2011 no se temía al pueblo por su capacidad de indignación transformada en la creación de una herramienta que pretendía traer la equidad a nuestra sociedad, sino por si pudiese abrir los ojos y descubrir que la transición significó claudicar ante el fascismo travestido de demócrata mientras la sangre seguía corriendo por las calles españolas, sangre roja y verdugos grises de brazo en alto. La preocupación era máxima por si nos dábamos cuenta ¡ya de una vez por todas! de que lo que une a PP y PSOE es la corrupción.

En pleno siglo XXI un ministro del Gobierno utiliza a las mujeres, las “compra” y las denigra, un secretario de organización de máxima confianza de Pedro Sánchez hace lo mismo, puesto que son idéntica persona. ¡Al fin conocemos los amigos cincuentones de Sánchez incómodos con el feminismo, además de Felipe González! Otro secretario de organización de la rosa, el que sustituyó al anterior está inmerso en varios casos con comisiones ilegales y se le relaciona con causas que afectan al citado ministro y a su testaferro. Sánchez huele mal ¡atufa! Y cualquiera que permanezca a su lado se impregnará de esta pegajosa y nauseabunda fragancia. ¡OJO, qué el PP es aún peor! Fue catalogado como organización criminal por la justicia y aún tiene pendiente de juicio treinta casos.

La corrupción está salvando a Mazón que creo es el auténtico beneficiario de la ambición de Ábalos, Cerdán y Koldo, de momento, llegarán más artistas desde las filas socialistas. ¿Y qué se puede hacer? ¡No es lo que se puede sino lo que se debe hacer! La ética debe prevalecer, fue el único triunfo real del 15-M: hacerla nacer ante la opinión pública española. Y para que eso ocurra el PSOE debe regenerarse, y ya que él no lo pretende se le tiene que obligar. Sánchez debe dar un paso al lado, pero no hay que dejar caer al Gobierno. Me parece increíble que desde el partido morado repleto de politólogos ninguno haya rescatado el caso de Willy Brant. El canciller alemán renunció tras aceptar la completa responsabilidad por la negligencia que permitió a un espía de Alemania Oriental convertirse en su ayudante personal “Al mismo tiempo solicito que mi renuncia tenga efecto de inmediato y que mi segundo, el ministro de Relaciones Exteriores, Walter Scheel, sea confiado con los deberes del canciller federal hasta que mi sucesor sea elegido”

Sánchez ya ha empezado su teatrillo habitual, caritas de circunstancias en ruedas de prensa, carta a la militancia socialista, atraer a su mugrienta tela de araña a los partidos que han caído en la trampa de reunirse con él y así quedan manchados y significados de alguna manera (distraemos a la ciudadanía), golpes de efecto legislativos (ley de abolición de la prostitución –que necesitará del voto del “gilipollas” según palabras textuales del antiguo ministro Ábalos-,  negarse ¡ahora! a asumir el 5% de gasto militar en la OTAN –si se le aprieta algo incluso pediría un referéndum para salirnos de ella y de Eurovisión-. enfrentamiento con la Casa Blanca, ) etc ¡Quién se quiera dejar engañar que lo haga! Se atribuye a Diógenes el cínico que “El movimiento se demuestra andando”; y a Sánchez, el aún más cínico, al referirse a la corrupción socialista: “No acepto que haga de la anécdota una categoría” pues espérese a que se filtre el próximo informe de la UCO que demostrará, por si alguien tiene dudas, su categoría moral y personal. Por consiguiente podríamos decir que “Sánchez es la anécdota que convertirá en categoría la corrupción socialista” Es muy probable que así pase a la historia.

En definitiva, es sencillo si realmente se quiere luchar contra la corrupción, la negligencia y la manipulación: ¡Gobierno sí, Sánchez adiós!

Como dijera Soul Etspes: “El poder no corrompe si en tu interior no anida previamente la corrupción”.

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