García Page es ese hombre que quiere, pero no se atreve. Que se queja, pero no da la orden. Que amaga, pero nunca da. 

Y como él, cientos. Quizá sin tanto poder, sin tanta repercusión mediática. Gentes de pueblo, socialistas que están hartos de tener que cambiarse de acera, para no tener que soportar la vergüenza diaria que le traigan los medios por el nuevo dislate de su secretario general, ese del que reniegan en privado, en ocasiones, hasta la fatiga.

Page debería ajustar cuentas que requieren poco cálculo: 137+33+8, dan suficiente mayoría (incluso sumando algún que otro arrepentido más) para poner a Sánchez a recoger los bártulos, y dirigirse a la oficina de empadronamiento más próxima, para actualizar su dirección postal donde considere, junto a su esposa e hijas.

España no es que merezca más, no. España lo que merece es ser, volver a ser España. Y estos no tienen que ver con España más que lo que les vaya en su interés. España está, debe estar, muy por encima de todos estos. Y a todos estos son a los que España, con sentencias judiciales y con las sentencias de sus votos, son a los que debemos poner en su sitio.

Efectivamente, estoy de acuerdo con Page y con Lamban, deben adelantarse elecciones, con una diferencia: yo, como usted, debo esperar. Page, por su parte, tiene en su mano que la convocatoria se produzca. Por 7 votos se mantiene el tal Sánchez en la poltrona. Por 8 votos, los 8 de Page, tiene en su mano la solución que jamás ha querido tomar.

Continuar sometiendo a España a este surrealismo de unos pocos queriendo escapar de, al menos, la pena de telediario que corresponde a sus superiores, demuestra que en esta España, aún nuestra, siempre son precisos los poyaques  y/o paganinis que carguen con el crimen ajeno.

Porque no puede ser que una vez tras otra, Page repita su perorata y se enfurezca, se resuelva contra los suyos de Ferraz, execre contra todo lo execrable, despotrique contra todo lo que se mueva en el entorno monclovita para que, al final, toda la bravura de su verborrea quede para el recuerdo, para el inútil suma y sigue de la impostada rebelión que nos presentan, para que parezca que uno tiene respuesta interna y el otro vuelva a simular la valentía (bajo control) ante el primero. 

8 votos, 8 hacen falta para acabar con todo este drama del que el secretario general de los socialistas castellanomanchegos también es corresponsable. Porque desde semejante cargo nominó a los miembros de sus listas para el Congreso.

Hora es, pues, de demostrar estar en disposición de ese sentido de la responsabilidad que se demanda de otro. Y de que la verdadera prioridad de Page sea España, toda España y no la parte que se gobierna desde la poltrona del Palacio de Fuensalida.

Ocho votos, ocho diputados de los suyos Señor García Page. Si los va a poner, llame a Feijóo y a Abascal, y póngalos ya. Si no los va a poner ¡calle ya! 

2027 es demasiado tiempo para todo el daño que nos preparan. 

137+33+8, en su mano está.