
Migrar: Trump frente a Levinas
Antes de comenzar a surcar los mares de la migración en la balsa de la Antropología Social y Cultural es necesario acudir a la literatura. En concreto a una obra maestra, universal. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, del irrepetible Miguel de Cervantes Saavedra. No solo alcanza las más altas cotas de calidad literaria, sino que se ha convertido por mérito propio en un tratado humanista de primer nivel, que desde la reivindicación de la libertad con mayúsculas defiende denodadamente la igualdad entre todos los hombres.
Punto de partida fundamental para abordar la cuestión migratoria desde cualquier perspectiva que consideremos relevante. En la segunda parte del libro citado, en su “CAPÍTULO IV: De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta” el autor pone en boca del protagonista la siguiente frase: “… cada uno es hijo de sus obras” Lo que sin dudas nos remite directamente a marcar la única diferencia real entre los seres humanos, ¡nuestras actuaciones! ¡Los actos que cometemos nos definen y forjan la única alteridad posible entre quienes conformamos la humanidad!
Existen cien mil muestras similares en esta maravilla de la prosa castellana. Recurramos a otro ejemplo, en la primera parte de El Quijote, “CAPÍTULO XVIII: Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con su señor don Quijote, con otras aventuras dignas de ser contadas” Cervantes reseña por medio del que en breve sería apodado el caballero de la triste figura: “Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro” ¡Una nueva genialidad del escritor complutense! ¡Una nueva demostración de su desafección por la jerarquía social de su época y una propuesta de defensa de la igualdad en el ser y ponderación del esfuerzo! Como dijera Soult Etspes: “Buscar la diferencia entre dos hombres es cómo buscarla entre dos gotas de agua sin antes probarlas, siendo una de mar y otra de manantial” O, dicho de otra manera, justo lo que hemos expuesto previamente aludiendo a la referida obra cervantina. Tras lo ya mencionado llegamos ineludiblemente al cuestionamiento primero. ¿De qué hablamos cuando nos referimos a la migración? ¿Buscamos una verdad o una solución? Caminemos y dejemos que los pasos dados contesten por nosotros. Pero … ¿QUÉ ES LA MIGRACIÓN?
A la hora de estudiar cualquier aspecto de la naturaleza humana imbricado en la sociedad primero debemos conceptualizarlo, desde la definición estática pasaremos a la actuación dinámica. Continente definiendo el contenido o contenido sustentando el continente. ¡Ustedes decidirán! Desde un punto de vista antropológico podríamos exponer que la migración sería el traslado individual o colectivo de seres humanos de un punto a otro del planeta, normalmente sustentado en mejorar las condiciones de vida existentes en el lugar de origen. Las motivaciones pueden ser diversas, desde cuestiones económicas, pasando por personales (identidad sexual, confesión religiosa, etc), políticas o medioambientales. Entre otras. Implicando no solo un cambio de residencia, sino, además, una transformación en la base sociocultural de las comunidades receptoras y exportadoras. Con mayor o menor intensidad en una u otra. Pero el fenómeno en sí debe analizarse desde el proceso, como aparece sensiblemente recogido en el poema Itaca de Konstantínos Kaváfis. Es decir, desde la percepción dual (emisor/receptor) sin obviar la transición (el desplazamiento en sí mismo). Esta realidad nace a la par que la existencia. Resultando algo intrínseco a la propia humanidad. Proyectándose como condición absolutamente necesaria para la adaptabilidad y perpetuación de la especie.
¿Intentamos extraer la esencia de lo argumentado? ¡Ahí va la aromática fragancia de lo dicho hasta ahora tras hacerlo pasar por el alambique de la racionalización!
La migración es el tránsito de la cultura desde un emisor a un receptor en el que las sociedades originarias y destinatarias quedarán afectadas. Dicha transformación, grosso modo, poseerá dos vías principales de metamorfosis, bien por asimilación o por hibridación, teniendo en cuenta que la que inicia el camino ya evoluciona, en mayor o menor medida, antes de llegar al destino.
Para unos autores la cultura actúa como un espejo que refleja la identidad de los pueblos mientras que para otros no solo se configura como un medio de expresión, sino que es a la par una eficaz herramienta de resistencia. Al migrar el espejo se rompe en pedazos volviéndose a soldar como teselas en un mosaico utilizando como amalgama el tiempo y la vida en comunidad, convirtiéndose la herramienta (migración) en instrumento altamente versátil y multifactorial.
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