La muy asumida tontuna diplomacia política, las buenas palabras para no herir susceptibilidades, aún a sabiendas de lo que está ocurriendo, sume a la Ciudad Autónoma en una gilipollezca atmósfera para bobos. Con unos medios de comunicación que no levantarán más allá de lo debido las alfombras de las vergüenzas, el Gobierno y la clase política en general pervive protegida de cara a la opinión pública.

Mientras nadie le pone el cascabel al gato, más aún cuando las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sí han hecho su labor investigadora y cuentan con hipótesis de trabajo muy asentadas, ningún vocero o vocera da a conocer a la opinión pública quién o quiénes están detrás de los acontecimientos últimos (incendios, agresiones y daños) que provocan una cuantiosa pérdida económica por cuanto es muy elevada la asunción de los costes. Y no pasa nada, oiga.

Oir al presidente, con una prudencia absurda -que no se note que lo ha dicho- que pudieramos estar ante un incendio provocado -en el caso de este pasado martes-, y que aún a fecha de hoy apenas se haya dicho nada sobre el último fuego de hace mes y medio, donde hubo dos focos inciáticos de un incendio aún mayor que este último, resulta increíble.

Es absurdo 'proteger' a la delincuencia de la fauna local o autóctona, pero aún más lamentable es 'proteger' a la fauna delincuencial inmigrada, a la que el sistema le procura un grado de bienestar que ya quisieran para sí familias autóctonas.

Es todo, realmente, una gran obra de la confusión en la que la clase política se adentra en peleas absurdas que en nada tienen que ver con el interés general. Se quiere sacar rédito político a todo. Se culpa al Gobierno de los incendios, pero no se ataca a los verdaderos culpables. ¿Qué culpa tienen si hay algunos malnacidos que con una cerilla en la mano son capaces de hacer semejante barbaridad?, ¿Qué medidas preventivas quieren pedir ante esto?. La reacción ante un siniestro está más que demostrada. ¿Educación, formación, educación cívica...?

A los terroristas medioambientales, a los asaltantes ya sean locales o inmigrados hay que darles respuesta, pero respuesta contundente. Cada vez que veo a un partido político echarle la culpa a otro de estos hechos lamentables, más me corroe la idea de que no nos los merecemos. Cuando se señala a la luna hay que mirar a la luna, no quedarse mirando el dedo, como suelen hacer. No nos traten como a tontos.