
Falleció Francisco. Habemus Papam!!
Después de Juan Pablo II, santo apenas fallecer, la Iglesia se enfrentaba, y continúa haciéndolo, a la ímproba labor de buscar un sucesor ideal al trono de Pedro, tras más de dos décadas de un apostolado que, a día de hoy, no halla sustituto que de manera tan unánime reunifique al cristianismo como hizo el de Katowice.
Escribo esto cuando acabamos de conocer el fallecimiento de Francisco, el argentino que partiendo de su propia procedencia, lo revolucionó todo. El sucesor de Benedicto XVI llegó como el director de la gran apertura de la Sede vaticana a los grandes temas que interesan el mundo de hoy: el aborto, el, matrimonio homosexual, la eutanasia, la incorporación de la mujer a puesto de relevancia en el organigrama papal. Prácticamente con todo vino a atreverse el de San Lorenzo, quien llamó a la implicación de todos los órdenes en los temas mencionados. La ruptura y la polémica estaba servida.
La Iglesia, seguramente, no estaba preparada para dar semejante salto, tras el paso de uno de los mayores intelectuales de los siglos XX y XXI por la hoy Sede vacante vaticana. Porque si algo pretendió el Papa alemán fue, precisamente, dejar fijados para largo tiempo los fundamentos cristianos del presente siglo que, si no volaron por los aires, sí que vinieron a ser puestos en entredicho, apenas llegó allende los mares, por el hoy finado Papa Francisco.
Hemos sido testigos, pues, de una terna de Papas embarcados en una especie de dialéctica desordenada, dejándonos a muchos sin saber muy bien con qué momento quedarnos. El planteamiento quizá hubiera sido el orden Benedicto XVI, Juan Pablo II, Francisco, pero sería adentrarnos en aquello de la inescrutabilidad de los designios de Dios que, como tal, está vedada a nuestra finita condición humana, a pesar de los más de 2000 años de historia, pensamiento y literatura cristiana.
Toca ahora esperar el desarrollo de un cónclave que dirimirá, con la ayuda de Dios, qué futuro depara a la comunidad cristiana en medio del periodo de convulsiones que nos está tocando vivir. Las guerras que por el norte y por medio Oriente condicionan la geopolítica actual; la inmigración como fenómeno intercontinental, situada entre el negocio de muchos y la catástrofe humanitaria de quienes se ven obligados, por engaño o por necesidad (o por la necesidad que inspirar al engaño), a aspirar a la supervivencia que en sus lugares de origen les es negada; el desarrollo tecnológico ad infinitum, que está apartando y/o inspirando persuasivamente al hombre, en ocasiones, en la toma de decisiones trascendentes en favor de criterios algorítmicos que deshumanizan el desenvolvimiento cotidiano de nuestra civilización.
Comenzará, en fin, otro nuevo papado que vendrá a sumar aún más incertidumbre a las que ya vivimos, hasta que el nuevo Pedro se exprese ante la Humanidad, y sea para calmar la sed de criterios firmes, ciertos y guiados por la voluntad de un Dios que necesita, definitivamente, de quien unifique voluntades en este Planeta que lleva jugando demasiado tiempo con la necesidad, que debiera ser inexorable, de la fe.
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